Los amores dejan rastros en la piel, costumbres que son difíciles de olvidar. Juliana Castro Varón escribió y dibujó un libro en el que deja testimonio de las maneras en las que el amor y los vínculos sentimentales han pasado por su vida. Publicado por Planeta, Papel sensible es una bitácora de experiencias emocionales y de exploraciones por los terrenos del cine, de la poesía, del diseño, de la televisión.
Al abrir Papel sensible salta a la vista la variedad de materiales que hay en el libro: relatos autobiográficos, dibujos y fragmentos de textos de otros autores. ¿Cómo llegó a este formato de collage?
“Hay una parte de Papel sensible en la que digo que escribir un libro suena grande y difícil hasta que uno recuerda que, como todo, está hecho de pequeños pedazos. Desde el principio fue un montón de pedazos; un collage, como lo llamas. Al final, cuando casi todos los textos estaban escritos, armamos el orden en una pared como un libro de poesía. Mi formación en el diseño influencia mucho el pensar las cosas (el libro) como una composición. Armarlo por pedazos y ver dónde le falta, dónde le sobra, dónde queda bien el espacio vacío”.
¿Cuáles son los riesgos y las ventajas de escribir una historia que funciona como autobiografía sentimental? ¿Por qué ponerse bajo los reflectores?
“Uff. La mayoría de mi trabajo antes de Papel sensible ha sido académico. Esta es la primera vez que hago algo similar a una autobiografía sentimental. La cursilería es el riesgo más grande, creo. La ventaja es que es un libro honesto. Otra es que la gente se identifica con las historias: confesarse frente a un padre, ver a la abuela perder la memoria, enamorarse, conmoverse con algo bello. Sin embargo, el objetivo del libro no es ponerme bajo los reflectores. La vulnerabilidad puede ser el medio, pero el objetivo es contar esas historias, ya sea personales o históricas u obras de arte o de vidas de artistas”.