En los campos de concentración —esos lugares de la muerte en los que los nazis refinaron hasta grados extremos la crueldad— la música no era una presencia extraña. Era usada por los alemanes para marcar el paso de los militares y de los prisioneros y por los judíos para soportar la vida diaria o para mantener vivo el espíritu de su religión. Sobre eso es la exposición que se ha inauguraron en París, en el Museo de la Shoah.
En la muestra, abierta hasta el 24 de febrero de 2024, se exponen varios instrumentos -como un contrabajo fabricado por los detenidos en el campo de Mauthausen-, cuadernos clandestinos ilustrados por los prisioneros o imágenes de recuerdo tomadas por los SS sobre la música en los campos. “Tenemos unos 300 documentos y objetos procedentes de memoriales y fondos de archivos de todo el mundo, lo que es único, ya que normalmente cada memorial hace su exposición con sus propios recursos”, explicó a la prensa internacional Élise Petit, curadora de la exposición.
Quien visite el museo podrá oír grabaciones de los supervivientes, canciones de época y algunas marchas militares o pequeñas canciones de resistencia, prosigue esta especialista de la música bajo el Tercer Reich y en los campos de concentración nazi. “Los SS escondieron sus actividades en los campos pero, extrañamente, conservaron álbumes de recuerdo en los desvanes, que no fueron mostrados a los hijos ni a los nietos. Pero que ahora los bisnietos los dan a los museos”, detalla.