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Canten, mujeres, las estamos escuchando

Colectivos como She Said So, Todopoderosx

y Satélite Lat buscan empoderar a la mujer y minorías.

  • Lilith, agrupación paisa de rock únicamente conformada por mujeres, lleva 20 años de carrera. Participó en Circulart y Ciudad Altavoz 2020. FOTO Juan antonio sánchez
    Lilith, agrupación paisa de rock únicamente conformada por mujeres, lleva 20 años de carrera. Participó en Circulart y Ciudad Altavoz 2020. FOTO Juan antonio sánchez
16 de noviembre de 2020
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Camila Saravia recibió un día una de esas llamadas de la aún hoy se acuerda. En 2015 la llamó el mánager del actor y cantante Will Smith, la estrella le enviaba un mensaje: quería colaborar con Bomba Estéreo en un remix de Fiesta. Para Camila, quien ha trabajado durante más de una década con el grupo y quien había crecido como mánager junto a Li Saumet y Simón Mejía, era una noticia para morirse de la dicha.

“Ellos confiaron en mí y yo en ellos, nos ha ayudado a crecer juntos y abrirnos puertas. Ahora somos como una familia”, cuenta ella.

Ese remix del que hizo parte Smith fue uno de los cortes del disco Amanecer con el que Bomba Estéreo giró por Estados Unidos: en Nueva York el recinto se llenó dos veces. Fue el álbum que el grupo presentó en Sonar Barcelona y en el Festival Estéreo Picnic posteriormente.

Camila Saravia no es solo la mánager de Bomba Estéreo, es la fundadora y CEO de M3 Music, es uno de los cerebros detrás de la gestión de Diamante Eléctrico, Santiago Cruz, Mitú y las carreras solistas de Juan Galeano, ÁlvarezMejía y Simón Mejía como Monte. Es una de las mujeres, como bien lo demuestra su experiencia, que mejor hace su trabajo dentro de la industria.

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Sin embargo, si de algo se enorgullece M3 Music, que este año cumple ya 10 años de trabajo, es por ser conocidos más como un equipo de management que como “Camila, la mánager”, es un esfuerzo que se construye entre varios.

“M3 no es una persona, somos un equipo que hace management para nuestros artistas”, pero conocer su nombre es importante, y mucho. Lo es, más aún, para las mujeres en Colombia y en Latinoamérica que están aspirando a trabajar en management o en un rol gerencial dentro de una industria que a lo largo de su historia ha sido, en gran medida, determinada por hombres.

Historias como la de Camila se convierten en referentes y conocer el lugar que ocupan en esa industria ayuda a suplir una necesidad que múltiples colectivos en la música han estado abordando en los últimos años: la representación.

Romper techos

María Del Rosario Cardona, artista y diseñadora gráfica que trabaja en el sector de la música desde hace 11 años, cuenta que uno de los motivos por los que contribuyó a fundar el colectivo colombiano Todopoderosx en 2018 fue precisamente por ese: la búsqueda de más espacios de representación en la industria.

Todopoderosx es un grupo de siete mujeres, en este momento, que hace investigación y educación con enfoque de género, creando contenido que le apunte a reducir la brecha de género en la industria. Ellas estudiaron mucho, por ejemplo, cómo en festivales se demostraba esa representación (o la falta de ella). Analizaron carteles como los de Jazz al Parque en 2019, solo teniendo en cuenta al porcentaje de mujeres que pisaba el escenario (como solista o parte de un grupo). Encontraron que hubo un 36.4% de participación femenina en esa edición frente al total de la propuesta artística. Eso representó un “13.6% menos que su edición pasada”, explicaban.

También miraron el cartel de Ciudad Altavoz el año pasado: hubo “9 mujeres como integrantes de bandas y solistas. Es decir; un 27,1% de participación femenina”, mientras el 72,9% era masculina.

Dada la baja representación que encontraron en varios casos, quisieron saber por qué y llegaron a la conclusión de que “uno de los motivos principales era que habían pocos referentes de mujeres, sobre todo tras escena”, añade Cardona. “Nos dimos cuenta de que nosotras crecimos con pocos referentes y por lo tanto fue muy difícil salir a hacerlo y tener la fuerza y la seguridad de ir a desempeñar cargos administrativos, de gestión o financieros en la música, al igual que sobre el escenario. Nos dimos cuenta de que hay mucho miedo e inseguridad no ver personas pares. Esa es la importancia de tener representación diversa, no solo femenina, sino de otros géneros minoritarios que tampoco la tienen”.

La británica Andreea Magdalina fundó en 2014 un proyecto llamado SheSaid.So en Inglaterra que buscaba crear una comunidad de mujeres y minorías de género (también se les llama disidencias) dentro de la industria de la música, porque hasta ese momento, dice ella, “el mundo de la diversidad y el empoderamiento era algo prácticamente inexistente” en esa industria, para ese entonces ella trabajaba en la empresa Mixcloud.

Se ponía en contacto con mujeres que desempeñaban diversos roles dentro de la música y se percataba de que en vez de haber siempre como una suerte de hermandad, era un ambiente muy competitivo. “Si había un asiento en la mesa, solo habría uno para nosotros y tendríamos que competir por él”.

Su proyecto de crear comunidad y apoyo se ha expandido ha más de 15 países y llegó a Circulart, que este año se celebró de manera digital, para hablar de una rama de su comunidad: SheGrows, un proyecto de mentorías que surgió en 2017 entre mujeres de la industria. SheSaid.So habló de ello en uno de los conversatorios del evento y es allí juega mucho la palabra representación.

Ella lo compara a una coyuntura reciente pero en la política. Por el mismo motivo por el que es histórico que por primera vez, una mujer negra, de ascendencia asiática, ahora ocupe el segundo asiento más importante de la Casa Blanca, este tema es importante en la música también: “Cuando las mujeres llegan a lugares tan altos, el techo de cristal que estaba allí antes, se rompe. Cuando niñas ven a mujeres ahí, creen que pueden llegar también y ese para mí es el aspecto más importante de la representación, inspirar nuevas generaciones a creer que también pueden”, dice.

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Ese es uno de los ejes de sus mentorías, que normalmente duran meses y son una interacción muy personal entre una mujer que ha logrado romper barreras, para otra que está aprendiendo cómo moverse en la industria.

Era necesario, cuenta, porque faltaban modelos a seguir y guías, algo que no solo nutriera a la estudiante que quería pulirse como ingeniera de sonido, productora y manager, sino “que empoderara a la mentora, porque alguien más confía en su consejo y su experiencia”.

Mirarse

De manera local, en 2018, precisamente en el marco de Circulart, surgió otro esfuerzo por entender el rol femenino. Se creó en ese momento una red de Mujeres de la Industria de la Música Latinoamericana que luego recibió el nombre de Satélite Lat.

Lo formaron mujeres líderes frente al tema de equidad de género, gestoras culturales de diversos países Latinoamericanos. Entre ellas está Noela Salas, productora del mercado Imesur de Chile y Daniela Ribas, experta en políticas culturales y cabeza del grupo de investigación Data SIM que hace parte del mercado brasileño Sim São Paulo.

Su trabajo se orientó hacia la recopilación de información para crear una especie de “estado del arte” frente a cómo estaban en cuanto a ese tema en cada país y sector de la industria.

Desde su trabajo han hecho acciones puntuales en sus países como levantamiento de datos en Chile y Paraguay, al igual organizar páneles y talleres tanto en Circulart como en otros mercados latinoamericanos.

Sara Melguizo, gestora cultural de Medellín y quien se unió este año a Satélite Lat, anota que “una de las falencias importantes que se ve en el tema del sector de la música frente a la mujer es que se visibilizan menos los liderazgos y se cuentan menos, porque está mucho más naturalizada esa inequidad o asimetría”.

Añade que una de las experiencias más particulares de esta iniciativa colaborativa es el encuentro entre las diferencias. Es decir, cómo, de una u otra manera, todas han vivido una experiencia similar en sus carreras en cuanto a violencias de género en sus ambientes de trabajo en la música. Resulta siendo como una mirada al espejo para luego “apalancar acciones necesarias que se requieren hacer”.

Afirma que esa posibilidad de poner eso en común, de trabajarlo como grupo, “da fuerza y un respaldo”. Es tener, además, “un grupo de contención y para corroborar la percepción de unas dinámicas y situaciones que eran individuales”. Es una vía de acceder a la información y divulgarla entre las mujeres y minorías de genero del sector en Latinoamérica.

Cantar la historia

Y otra forma para reconocerlas, además de escucharlas, es contar sus historias. Circulart también abrió un espacio para exaltar el trabajo de las artistas que en este momento están marcando un camino como cantautoras de peso en la historia Iberoamericana.

Se presentó el libro Cantoras Todas que se armó a partir de perfiles y entrevistas que 20 periodistas latinoamericanos escribieron sobre mujeres músicas entre las que se encontraron Natalia Lafourcade, Goyo, Mabiland, Mon Laferte, Nidia Góngora, Catalina García, Nathy Peluso, Rosalía, Marta Gómez y Las Áñez.

Fue un trabajo que coordinó la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (Redpem) como una idea que vino, originalmente, de la Universidad de Guadalajara, entidad que publica estos textos. “Las mujeres decidimos tomar una voz, alineadas o no al discurso feminista, y tomamos consciencia de que esta voz puede interpelar a pensar en cuál es el rol que tenemos en la historia de la humanidad. Eso nos movió muchísimo para pensar en un libro necesario, porque aunque alguien diga que es obvio que toda la vida ha habido mujeres cantoras, no necesariamente han sido reconocidas como tal”, cuenta la periodista ecuatoriana Gabriela Robles, quien participó en la escritura de este libro.

Entre las páginas se despliegan las múltiples formas como estas herederas de otras mujeres enormes del habla hispana como Violeta Parra, Mercedes Sosa, Chavela Vargas o Totó la Momposina. “Entender desde qué lugares se replantean esas nociones de qué es lo que es ser cantora”, apunta.

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“Vemos cada vez más mujeres trabajando en el arte y alrededor del arte”, dice Valentina Áñez, quien hace parte del dúo bogotano Las Áñez. “Mientras más suceda, el solo ejemplo de ver que alguien más puede, va a hacer que haya más equidad y que todas nos sintamos capaces de hacer lo que queramos”. En el caso del dúo, y de tantas otras mujeres músicas, ejemplos como el de Andrea Echeverri y Marta Gómez han sido fundamentales.

Repara en un detalle pendiente, desde su perspectiva, en términos de pensar en equidad en la música: no meterlas todas en la misma bolsa. No asumir que todas las mujeres encajan en un mismo estilo, ni que todas se sienten siempre muy empoderadas, ni que todas cantan de la misma manera, cuenta ella. “Es bonito mirarnos con detenimiento, que es lo que hace este libro: mirar profundamente a un ser humano” y darse cuenta de que una artista tiene “un montón de detalles, contradicciones y contrastes que hace de su historia algo muy bonito”. Conocer que hay diversidad y aunque para artistas como Las Áñez lo fundamental sea la experimentación sonora, para otras “la causa es más importante que la música y eso también es respetable y muy necesario”

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