Aunque se hace llamar Bad Milk, en realidad es cero mala leche. Es lo más tierno y acogedor. Bad Milk es simplemente el alter ego de Manuelita Vélez, la artista emergente colombiana que se presentará por primera vez en el festival Lollapalooza Chile 2024, el evento musical donde estarán grandes estrellas internacionales como Sam Smith, Feid, SZA, Arcade Fire y Limp Bizkit. Serán más de 100 bandas de todo el mundo. Y ahí estará ella.
—Su primer festival internacional...
—¡Me parece demasiado! La semana antes de que saliera el lineup mi mánager me contó que íbamos, pero al principio no me imaginé que iba a cantar. ¡Grité!. Increíble, esto es una plataforma gigante fuera de Colombia y con un renombre tremendo. ¡Estoy tan contenta!.
Bad Milk es una, y Manuelita, otra. Sí, Manuelita, en diminutivo, así aparece en su cédula. En su proyecto musical lo que hace es fusionar ambos universos y convertirlos en letras y sonidos. Hay irreverencia, rebeldía, ternura, amor. Ellas creen que son mundos opuestos pero se entienden en muchas cosas. Lo que si no negocia es el punto inicial de todo: el romanticismo. Eso es lo que la mueve, inspira, a lo que le canta. Bad Milk es una forma de vivir y entregar el amor.
—No tengo idea. Siento que estoy muy joven y no quiero todavía decir a qué suena mi música, quiero experimentar mucho.
Y no tiene idea porque su música es una mezcla de sonidos urbanos, una propuesta muy electrónica, con balada y bossa nova. A veces hay unos tintes muy latinos, pero también a veces unos muy europeos. Le han dicho que hace urban-pop, pop, neo soul. Le encasillan en muchos géneros. Y no le importa, porque lo único que le interesa es cantar. Bad Milk tiene 22 años y estudia Derecho en la Universidad Eafit.
—Yo soy como un sancocho y trifásico que no es lo mismo. Cuando voy en un taxi y el señor me pregunta qué hago en la vida, le respondo que tango electrónico. (Risas). También digo que hago música y mi hobby es estudiar Derecho, porque yo no voy a litigar, quiero irme por el lado del derecho del entretenimiento y derechos de autor.
A los 11 años comenzó a hacer música. La primera agrupación que la acompañó fue un grupo de raperos del barrio Aranjuez: con ellos comenzó a grabar y la impulsaron para estar frente al micrófono. Le dieron la confianza. A los 15 entendió que esto sería su proyecto de vida. Ha publicado 10 canciones: Angelito, Ego, Alnatural, Playa y Weed, entre otras. Su productor actual es Ovy On The Drums, el mismo de Karol G.
—Con él ha sido un proceso muy lindo, pero a la vez muy raro al principio porque yo vengo de un entorno musical muy alternativo y Ovy es muy crack para la música urbana y comercial, lo que hicimos fue fusionar esas dos masas, eso diferente. Hemos tenido jornadas hasta de ocho horas en el estudio en ese proceso de exploración artística. Nos vemos varias veces al año, nos enviamos ideas constantemente.
Escribe las letras de sus canciones, porque antes de hacer música escribió poesía en el colegio. De ahí nace su afinidad con las letras. Ha escrito también con Ovy y Daniel Gutiérrez (el de Dani y Magneto), quienes le dan un tinte más universal a las letras, porque ya no escribe solamente para ella. Se inspira en sus viviencias, en los dichos y experiencias románticas de sus amigos. Tiene un imán para que la busquen y le pidan consejos.
Entre sus anécdotas está la vez que Charlie Puth, el que canta We Don’t Talk Anymore, publicó una historia en Instagram con un pantallazo de la canción Ego, acompañada de un mensaje en el que admiraba su trabajo.
En la segunda semana de enero de 2024 sacará su primer disco, una propuesta muy cargada de influencias electrónicas y alejada un poco de lo urbano. Una invitación a contemplar su exploración con la música. Hace un par de semana salió el primer sencillo que se titula La Casa de las Flores.
—Es un disco muy personal y crudo. Hay cosas que mientras las escribía y cantaba pensaba que a mi mamá no le van a gustar (risas), pero ella me apoya demasiado.
En ese mismo disco viene ChangeYou, una canción que mientras grababa en Miami fue escuchada en el estudio por el músico argentino Íñigo Zabala, exteclista de la banda La Unión y exdirectivo de Warner Music. “Se le aguaron los ojos”, recuerda. Otra experiencia fue la vez que conoció a Rick Nowels, el escritor y productor musical de Lana Del Rey.
—Me vio en Instagram y me mandó a decir que quería trabajar conmigo, hicimos cinco canciones. Para mí fue algo surreal cuando tuvimos la primera conversación y me decía que le encanta mi sonido, que es muy fresco. Yo estaba quieta y se me salían las lágrimas. Cuándo me iba a imaginar yo que esto pasaría con él, el mismo que fue productor de Cher y Madonna.