Yaite Ramos Rodríguez siempre supo que la música era lo suyo, y como no, si es un asunto de familia, herencia de su padre Jesús “Aguaje” Ramos, trombonista y director artístico de la Orquesta Buena Vista Social Club y de su tío, Mayito Rivera, excantante de Los Van Van.
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En su vida todo ha sido música, rumbas, boleros, sones e improvisaciones. A los 8 años empezó a tocar flauta por sugerencia de su papá, en 1994 se graduó de Escuela Nacional de Arte y poco después hizo parte de Sabor a Miel, un sexteto de mujeres con el que cantaba música tradicional cubana.
Pero todo cambió cuando se mudo a Francia en 1998. La tristeza por dejarlo todo y el encuentro con otras músicas, otra cultura, otras decepciones y otras alegrías, fueron los ingredientes necesarios para crear Le Dame Blanche, su proyecto musical como solista. Una especie de alter ego que fusiona su herencia musical con rap, reggae, dancehall, reguetón o cualquier otro género que se atraviese. Una música que no puede definirse ni mucho menos contenerse, una música a la medida de Yaite y su flauta, poderosa, desenfrenada, furiosa, provocadora.
Hasta ahora ha publicado cinco discos, Piratas (2014), 2 (2016), Bajo el Mismo Cielo (2018), Ella (2020) y Atómica (2023). Y un poco de todo eso es lo que viene a presentar a Medellín, donde cantará por primera vez este sábado, en el auditorio Fundadores de la Universidad Eafit. A propósito de su concierto EL COLOMBIANO habló con ella sobre su música, su historia y sus proyectos por venir.
Es la primera vez que viene a Medellín ¿qué expectativas tiene?
“Para mí, como cubana, como mujer y como músico, es emocionante la idea de llegar a Medellín. Creo que voy en busca de cositas que tenemos en común, estoy casi segura. Y sobre todo también ir a buscar cositas nuevas porque siempre voy con la mochila para ir cargando informaciones nuevas musicales uno nunca sabe”.
Usted tiene una larga historia con la música, es una tradición familiar, cuénteme un poco de eso...
“No recuerdo un instante de mi vida donde la música no haya estado. La música ha estado presente en mi vida desde que nací. No recuerdo el día que dije, voy a ser músico, yo creo que yo siempre lo fui.
Yo lo sabía. Yo, como tantos otros de mi familia, mi tío Mario Rivera, excantante de los Van Van, también tiene más o menos el mismo discurso que yo. Nacimos, con, ya sabíamos lo que íbamos a hacer, no tuvimos que hacernos la pregunta, y fue maravilloso porque siempre tuve la posibilidad de compartir esa pasión con el resto de mi familia. Siempre fue así, una fiesta en casa, era como un show, un espectáculo, los boleros, las improvisaciones, la tiradera, las melodías todo eso...”.
Entre tanta música lo difícil debe ser encontrar la forma propia de hacerla ¿cómo fue ese proceso?
“Yo empecé a los ocho años como flautista. Y hasta ahí, hasta ese momento todo estaba bien, porque todavía no estaba estudiando. Mi padre me ayudó a escoger este instrumento que es mi hermanita, que me acompaña siempre. Y bueno, ya después de grandecita ya estaba empapadita con los boleros, con el son, con el cha-cha-cha, mambo, pero fue la vida, un poquito más tarde, que yo me hice la pregunta de, bueno, negra, ¿cómo vas a hacer la diferencia aquí? ¿Con qué armas te vas a defender? Entonces tuve que buscar un lugar donde fuera yo misma.
Y, bueno, yo siempre fui muy indisciplinada, creo que la familia no creía mucho en el resultado de lo que iba a dar, pero en un momento ya tomé la decisión, y dije, yo tengo cosas que decir. Y ahí fue que apareció esta idea maravillosa de hacer este proyecto La Dame Blanche, en el que me destaque en un estilo propio, con mis letras y hoy en día mis padres mi familia en general está muy feliz con lo que estoy haciendo”.
En ese proyecto hay dos cosas muy significativas, su acercamiento al rap y su llegada a Francia...
“Yo me fui hace muchos años de Cuba. Me fui sin irme porque yo vivo atenta de lo que está pasando en mi casa, con mi familia, con mi país. Pero lo primero fue esa melancolía de dejar mi casa, de dejar a mi gente. Siempre digo esa palabra melancolía, que me gusta mucho, porque es la pura realidad.
Me fui y comprendí también el valor de lo que yo aprendí en Cuba, de lo que enseñaron mis maestros, mis padres. Cuando llegué a Europa esa melancolía me atrapó y ha hecho poco a poco de mí el músico que soy hoy”.
Esa melancolía es la que ha alimentado su música...
“Por supuesto, estamos lejos, estamos bien lejos de casa, los golpes de la vida también, las decepciones de la vida poco a poco, que te van creando una rabia, y esa rabia es como una revancha personal, un deseo de decir, no, ya está bueno, hasta cuando”.
Pero la flauta es el centro de su música...
“La flauta es líder siempre, porque justamente cuando yo empecé a crear La Dame Blance, que le dije a mi padre que iba a hacer rap y música electrónica me dijo, no, ya tú perdiste la cabeza, pero una de las cosas que sí le pude decir es que la flauta iba a estar, es mi instrumento. Cuando llega ese momento de componer esa flauta es muy personal, es mi manera de desahogarme y hacer realmente la diferencia y me ha hecho mucho bien, es mi acompañante, no me siento igual entrar al escenario, nunca lo haré nunca sin la flauta, es como un hierro que llevo un alma, es como una arma de combate”.
El proyecto de La Dame Blanche recién cumplió 10 años ¿cómo ha sido este proceso?
“La Dame Blanche es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida en mi vida porque es mi carapacho. Yaité es súper tímida, La Dame Blanche es inalcanzable la bandera. Ella tiene lo que me falta a mí. Me completa como músico, como persona”.
¿Qué viene ahora?
“Mucho, tengo muchos proyectos en mente. Estamos grabando discos de colaboraciones, quiero hacer realidad algunos sueños. Sueño hacer un disco de reggae, ir a Jamaica, quiero hacer un bello proyecto con mariachi, con todos los elementos, con muchas partituras, con muchos músicos, quiero hacer Mujeres al ataque, que hace tanto tiempo tengo el nombre pero no sé que va a pasar con eso. Recién hice mi primer show en Cuba, que fue fantástico e hice tres temas con mi padre que vamos a hacer, es un EP, se llama ADN. La revancha, todo es poco a poco, tengo mucho por hacer”.