En una sola toma, sin edición ni mayores arandelas, así se propuso grabar Juancho Valencia los dos proyectos que a mediados de 2019 fue a realizar a Cuba. Ese fue uno de los desafíos de crear La Fórmula del Mambo y Enclave de Bolero, que estrenó el músico colombiano al mismo tiempo durante la cuarentena bajo el nombre La Ciencia de Juancho Valencia, un proyecto en solitario con el que pretende agrupar sus acercamientos a la música latina y caribeña y los matices con los que los va coloreando como artista y productor.
Esta historia comenzó con una invitación que llegó por parte del sello británico West One Music y su encomienda fue en letras mayúsculas: querían que Valencia produjera un disco de música cubana grabado por artistas de la isla. Un desafío mayúsculo para un músico extranjero, que además reverencia los sonidos que han brotado de la isla. Se le midió.
Fue un proceso veloz, pero arduo. 25 personas estuvieron encerradas en los estudios Egrem en La Habana durante tres días, con horarios que se extendían hasta casi 18 horas seguidas de trabajo. Todo se desarrolló a la vieja guardia y sin mayores tecnificaciones en estudio, para “rescatar esa naturalidad y esa chispa” que tenía la música de los 40 y 50. “La canción se tocaba y así sonaba”, cuenta Valencia.
Además pudo cumplir un anhelo que tenía, que era hacerle un homenaje a la orquesta Irakere de Cuba, “que es una institución y una leyenda de la música latina y del latin jazz”, apunta.
Para estos proyectos pudo reunir exmiembros de esa agrupación y “no se me quitaba la sonrisa, me sudaban las manos de los nervios y el respeto ante una banda de ese talante”.
La madre
Las dos producciones surgieron a partir de composiciones originales y “totalmente cinematográficas”, que evocaban una Cuba romántica de mediados del siglo XX.
Para Valencia, Cuba siempre ha sido una influencia. “Casi toda Latinoamérica y la música afrolatinoamericana la ve como la madre”, cuenta, y Colombia ha sido permeada por los ritmos que emana Cuba desde hace dos siglos. “No solo por la salsa, el son o el bolero sino de sonidos que van mucho más atrás”.
Cuenta que la isla tiene una historia musical especial atravesada por momentos clave que han cambiado su rumbo. “La música cubana ha estado ligada íntimamente a procesos políticos. Durante mucho tiempo la zona de recreo de EE. UU. y la gente viajaba a los cabarets, hoteles y clubes a ver estas grandes bandas”.
Luego, en un periodo posterior, “la revolución socialista genera un segundo impulso”, que da pie a procesos de educación fuertes apoyados por la escuela rusa de música”. El nivel sube aún más, indica.
Dos caras
La Fórmula del Mambo es la cara más soleada y divertida de esta doble entrega. Es una búsqueda de las “maneras como el mambo se desarrolló”. Aunque tuvo a México como epicentro, fue más allá y contó con variaciones en Cuba, Estados Unidos, Venezuela y Colombia.
“El mambo también es una manera de describir la Latinoamérica de esa época, exuberante y que se esforzaba por la elegancia, por generar música de altísimo nivel”, dice. ¿Existe una única fórmula para llegar al mambo? “Fórmula hay, pero la magia de la música es que da siempre un resultado diferente”.
El segundo rostro es un poco más oscuro y profundo, define Valencia. Enclave de Bolero buscaba alojar canciones que sonaran a bolero tradicional, pero se juntaran con elementos de boleros más contemporáneos. “Es un disco de claroscuros y de penumbra total, en el que queríamos llegar a una profundidad en la sensación del bolero. Rescatar esa capacidad de ir muy al fondo del corazón”.
Al poner ambos proyectos frente a frente, Valencia finalmente los resume como el sol y la luna de La Habana. Contrastes que permiten entenderla desde la luz del mambo y la melancolía del bolero. Ya puede escuchar los dos discos en plataformas de streaming.