Teresita Gómez dijo antes de empezar el conversatorio, y cuando todavía nadie más la estaba escuchando, que le parece maravilloso que en Colombia se haya gestado y haya surgido la Orquesta Filarmónica de Mujeres, con un repertorio amplio que abarca desde la música más clásica hasta la más popular y autóctona, porque cuando los repertorios están abrazados por la energía y la fuerza vital que solo puede provenir de la feminidad, son más potentes.
Lo decía porque el conversatorio, llamado Las mujeres y la música, giraba en torno a ese tema y porque trabajó con la orquesta en un concierto que se celebró este jueves 12 de enero en el Auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones.
Aunque no solo Teresita y Paola Ávila, directora de la Orquesta Filarmónica de Mujeres, tuvieron el micrófono abierto en medio de la charla, también lo tuvieron Ana María Orduz, directora de la iniciativa Pianísimo, y Sandra Arango y Liz García, violinistas del Cuarteto Q-Arte, nominado a los premios Grammy en 2020. Todas, en conjunto, consideradas las figuras más importantes del panorama actual de la música orquestal en Colombia.
—Paola, usted está liderando en este momento uno de los proyectos más importantes que hay en el país: la Orquesta Filarmónica de Mujeres de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. ¿Qué representa para las músicas de la región la existencia de esta orquesta?
—Es un orgullo para mí como directora y para todas las intérpretes que hacen parte de esta orquesta, porque estamos haciendo historia, estamos recogiendo los frutos de lo que muchas mujeres hicieron antes para que nosotras hoy podamos estar en el escenario, un escenario que durante muchísimos años se les fue negado a las mujeres, el podio también se les fue negado a las mujeres, así que el hecho de que hoy halla un escenario lleno de mujeres interpretando, dirigiendo nos llena de emoción.
—¿Es importante para las jóvenes que aman la música y que quieren dedicarse ella, ver que en el podio hay una orquesta conformada por mujeres y dirigida por una mujer?
—Siempre digo que, durante mi infancia, viviendo en Bogotá, nunca tuve la oportunidad de ir a un concierto y ver a una mujer dirigiendo, y eso deja, de alguna forma, el mensaje en el subconsciente de que no es un lugar que nos pertenece, porque siempre vemos a un hombre ahí. Entonces nuestra razón principal para existir es justamente que pase lo opuesto para nuestras futuras generaciones, que vaya una niña a un concierto y vea un escenario lleno de mujeres en todos los sentidos, porque le da el mensaje directo de que el escenario sí le pertenece, de que pueden hacer lo que quiera como intérprete, como líder, como lo que elija, y que las puertas desde ya están abiertas para ella, para que hagan parte de este maravilloso mundo de la música y del arte.
—Ana, usted tiene a Pianissimo, una iniciativa que busca formar artistas pero también sacarlos de los teatros que es donde convencionalmente se escucha la música clásica, ¿por qué le parece importante que iniciativas como estas se abran camino en las ciudades?
—Creo que es muy importante entender que una de las misiones de Painissimo es que la música salga de las élites, de las élites socioeconómicas, de las élites de nuestros imaginarios del talento, porque siempre es: “Es que no tiene piano”, “no tiene dinero”, “no tiene profesor”, siempre es que “no se puede” y la idea es que todos toquemos el piano, que el piano sea una herramienta de formación integral, ¿qué significa eso? Significa que el piano va a ampliar los públicos, que van a haber muchísimas más personas enamoradas de la música y que van a conocer el lenguaje de la música porque siento que tenemos la responsabilidad de hacer un puente con el público en general sobre lo que tocamos para que lo acojan, pues en los hogares no se escucha lo que nosotros interpretamos, entonces para que ese lenguaje no sea ajeno para todos, hay que buscar que todos se familiaricen con él. Además, el hecho de que haya amigos, familiares o vecinos que estén inmersos en este mundo sirve para que los demás vean que sí es posible, que cada uno toca a su nivel, en sus formas. Ese mero hecho desarma una cantidad de prejuicios.
—Teresita, en este momento es la artista homenajeada del festival por sus años de experiencia y por el trabajo que ha hecho como pianista y como personaje de la cultura en Colombia, ¿qué significa para usted ser música?
—Ser música significa muchas cosas. Es un trabajo muy interior y muy espiritual en el que hay éxito y hay aplausos, pero no se trabaja para eso, se trabaja para compartir con los demás, para comulgar con los demás, a veces le va a uno muy bien, a veces no tan bien, bueno, ser música es saber que cada momento en el escenario tiene que ser único porque uno está ahí para estar con los demás, por eso no hay que pensar nunca que se es solista, sino entender que el trabajo es de todos. Ser músico es prepararse para todo eso.
—Sandra, las respuestas de todas estas mujeres apuntan a una sola cosa: sí se puede pertenecer y estar en el mundo de la música, ¿cómo ve usted eso? ¿Cómo ve que las mujeres cada vez más digan: “Cómo sea, pero se va a poder”?
—Yo creo que una de las cosas más lindas de ser mujer es que somos muy positivas, tremendamente positivas y tercas, y en la experiencia con Liz, ya vamos a cumplir 30 años en el Cuarteto Q-Arte hemos vivido ese positivismo, esas ganas de siempre seguir, esa creación, ese estar todo el tiempo: “Vamos, dale”. Nosotras hemos sido un motor muy grande en el grupo, obvio con los chicos encontramos el equilibrio, pero nosotras como motor siempre hemos sido súper positivas y creo que eso nos ha ayudado muchísimo a avanzar.
—Liz, este año el tema del Festival ha sido el canto de la tierra, ¿cómo es hacer, estar, componer, vivir alrededor de las personas que han hecho y que han participado del canto de la tierra de Colombia y qué significa para usted participar en este festival?
—La música es una comunión, y es una conexión con la tierra y nuestra idea es descubrir a todas estas artistas que tiene nuestro país, en el caso de nosotros, del Cuarteto Q-Arte hicimos un repertorio de compositores que no se conocen, entonces eso conectarnos con la tierra, conectarnos con la creatividad de nosotros como un pueblo y con la historia, con las personas que también abrieron un camino para que hoy estemos aquí.
La presencia femenina en el Cartagena Festival Internacional de Música, ha tenido protagonismo durante los dos últimos días del encuentro donde las mujeres han tenido espacios no solo para tocar y dirigir sino también para hablar pues son ellas, las pianistas, clarinetistas, violinistas, violistas, violonchelistas, contrabajistas, flautistas y demás instrumentistas, quienes han robustecido la escena de la música culta en el país.