Ya vamos en el cuarto día del Festival, Cartagena ha estado repleta de turistas y miles de ellos hacen hasta lo imposible por conseguir boletas para poder asistir así sea a uno de los 30 conciertos que se realizan a lo largo de estos nueve días.
Debo confesar que no soy experta en música, pero es la segunda vez que tengo la oportunidad de cubrir el Festival y ya he aprendido algunas cosas, por ejemplo, que Jordi Savall y Rinaldo Alessandrini son los músicos, directores e invitados más sobresalientes de esta edición, referentes de importantes músicos, ídolos para los jóvenes talentos y becarios.
Por eso, mi tarea aquí estuvo clara desde el principio. Quería entrevistarlos a los dos, ¡y qué tarea! Por su reconocimiento y categoría, ellos no vienen a dar entrevistas, vienen a hacer música. No lo comprendí hasta que terminó el primer día.
Desde Medellín empecé a hacer contactos para adelantar las entrevistas por teléfono con las anfitrionas de los maestros. Fue imposible. Logré agendar una cita con Alessandrini para el viernes 8 de enero a las 11:00 a.m., durante el receso de uno de sus ensayos con la Orquesta Filarmónica Juvenil de Cámara de Bogotá en el Hotel Santa Clara. A las 2:00 p.m. no me había atendido.
Por whatsapp, porque ya todo se maneja a punta de mensajes, su anfitriona, Heidy, me dice “No, no va a ser posible ahora, lo siento, estoy cuadrando otra cosa”. A las 4:00 p.m. tenía agendada la entrevista con Jordi Savall, también en uno de los recesos de un ensayo en el Teatro Adolfo Mejía.
Aproveché para almorzar y estresarme un poco. Es difícil el primer día, mientras te acomodas a la ciudad, conoces las personas de prensa y reconoces los espacios en los que te tienes que mover en el Festival. Calor absoluto y un par de ampollas en los pies.
Llegué al Teatro Adolfo Mejía a las 3:30 p.m. (“por si de pronto me puede atender antes”, pensé.) Me dijeron que esperara en el backstage, que él me atendería en cualquier momento.
Pude ver el ensayo del concierto inaugural. Savall dirigía a los músicos de las agrupaciones La Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XXI, quienes abrirían el Festival esa noche a las 7:00 p.m.
¡Maravilloso! Ver estos artistas tan cerca, tan humanos, tranquilos, charlando. Fue divertido. En medio de esto, Heidy me manda una nota de voz (también son bastante efectivas para la comunicación aquí): “El concierto del maestro Alessandrini acaba a las cinco y pico, te recomiendo que estés aquí a las cinco para que te le acerques cuando salga a ver si de pronto te puede atender”. ¿De pronto? ¿y pierdo la oportunidad con Savall? Eran las 4:45 p.m. y aún no acababa el ensayo. Decidí quedarme. “El ensayo se acaba a las 6:00 p.m.”, indicó su manager.
No importa, espero. A las seis pasadas se acaba el ensayo, el maestro se me acerca y me dice, “¡ah! Me había olvidado de ti. Ahora ya no me da tiempo, debo ir a comer algo y a cambiarme, hagámosla mañana”. La muerte. Salí del teatro y como por “no dejar” fui a ver si el concierto de Alessandrini no había acabado. Efectivamente, llegué justo a tiempo. ¡Eh! Algo tenía que salir bien. Me le acerqué: “Maestro, soy Valentina Roldán, periodista del periódico El Colombiano de Medellín, lo he estado esperando desde las 11:00 a.m.” Y logré la entrevista.
Día siguiente: 10:00 a.m. Pasé a recoger al hotel a Jordi Savall, con su anfitriona Ana María, para llevarlo al Teatro Adolfo Mejía. Y en el camino le hice la entrevista. Mi tarea estaba hecha, ahora sí disfrutaría Cartagena y su Festival de Música.