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Escritores colombianos en el extranjero: una de las caras del exilio

Ante la debilidad del sistema editorial y las pocas opciones de formación, varias generaciones de autores colombianos se han ido del país.

  • Ricardo Cano Gaviria, Joseph Avski y David Betancourt residen desde hace años en España, Estados Unidos y México, respectivamente. Buena parte de sus carreras literarias se ha desenvuelto por fuera de las fronteras nacionales. FOTOS: CORTESÍA.
    Ricardo Cano Gaviria, Joseph Avski y David Betancourt residen desde hace años en España, Estados Unidos y México, respectivamente. Buena parte de sus carreras literarias se ha desenvuelto por fuera de las fronteras nacionales. FOTOS: CORTESÍA.
12 de abril de 2022
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La migración tiene mil rostros. Uno de ellos es el de los artistas que salen de las fronteras nacionales en busca de mejores opciones –sociales, económicas y culturales– para cultivar una obra y vivir de los réditos que esta ofrezca.

En la literatura colombiana ha sido una constante el caso de los autores que se van y por fuera escriben libros que los hacen perdurar en los manuales literarios y en la memoria de los lectores. Los nombres de Porfirio Barba Jacob, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Fernando Vallejo son apenas algunos ejemplos.

Además de las condiciones concretas y materiales, los escritores nacionales se distancian del país para narrar sus contradicciones y sin salidas con la perspectiva que ofrecen los kilómetros. Muchos autores latinoamericanos “descubrieron” América Latina en el exilio político y económico

Las razones del exilio

EL COLOMBIANO conversó con tres escritores radicados desde hace varios años en el extranjero –David Betancourt (México), Ricardo Cano Gaviria (España) y Joseph Avski (Estados Unidos) – sobre las razones de partir y de mantenerse por fuera del país. Betancourt y Avski emigraron impulsados por el sueño de completar sus respectivas formaciones profesionales. Se postularon a becas internacionales luego de corroborar las estrecheces del mercado editorial y los altos costos de los posgrados en Colombial.

“La decisión de vivir por fuera tuvo todo que ver con mi carrera literaria. Cuando decidí vivir por fuera, había terminado Física, estaba en los planes de hacer un doctorado en física y me enteré de la maestría de creación literaria de la Universidad de Texas, en El Paso. En ese momento no había programas de creación en Colombia y yo no sabía que existía como carrera profesional y decidí no hacer el doctorado en física sino presentarme a la Universidad de Texas y postularme a la maestría”, cuenta Avski.

La historia de Betancourt es similar: “Acá pagan por estudiar y queda mucho tiempo para escribir”. Además, en Colombia la escritura todavía no es un oficio que se asuma como una profesión. Todavía carga sobre sí la muletilla de ser un pasatiempo.

Con mayor tiempo radicado en el extranjero, Cano Gaviria esgrime razones de un corte más existencial: “Mi decisión de vivir fuera de Colombia nació de forma muy temprana, quizás cuando era solo un adolescente que leía a Julio Verne y asociaba su barba con la de Víctor Hugo, contemporáneo suyo. Fue así como esta temprana fijación en las barbas me llevó espiritualmente a Francia, la cual me entró por la vista, por así decirlo... Todo lo demás fue viniendo luego por sí solo”.

Además de estas, una razón muy fuerte para vivir por fuera de Colombia si se quiere vivir de la literatura es la fuerza de los circuitos mexicano, argentino y español en las agendas de lectura del continente.

Un título publicado en alguno de estos tres epicentros editoriales tiene mayor probabilidad de llegar a los públicos hispanoparlantes que uno publicado en Colombia.

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El trabajo de muchos autores –incluso fichados por editoriales grandes– no llega a audiencias continentales, se restringe al consumo local. “Entiendo que vivir en México y en España –que son los mercados editoriales más fuertes– puede acercar a un escritor a la posibilidad de vivir de la literatura. Además, muchos de los que han tenido algo de éxito se han ido hacia esas latitudes para aumentar sus posibilidades. Además, vivir en países como México y España permite entrar al circuito de ferias del libro, de charlas, de conferencias, de invitaciones. En fin. Esto ayuda a que un escritor viva de la literatura”, cuenta Avski, mientras aclara que la realidad del escritor en castellano radicado en países ajenos a la lengua de Cervantes es muy distinta, más adversa si cabe.

Inspirado en su experiencia, Betancourt alude los beneficios de los subsidios para la educación superior: “Uno puede dedicarse de lleno a escribir sin preocuparse por plata si tiene una beca de estudio”.

Frecuentar los ambientes del mundo también constituye un camino para romper con los tópicos de la literatura nacional. El escritor es, de por sí, un ciudadano del mundo, capaz de nutrirse de disimiles experiencias y formas de enfocar la realidad.

Para Cano Gaviria hay una enorme diferencia, por ejemplo, entre quien narra su ciudad después de ver el mundo y quien lo hace sin empaparse de las estéticas universales, de entender las poéticas de otros lugares: “A una mayor vivencia de lo universal, en el aprendizaje, corresponde una mejor excelencia de lo particular, en el resultado... En cuanto a escribir fuera de Colombia, es absolutamente recomendable, si no se tiene nada que perder...”.

Betancour lo respalda: “Estando fuera veo las cosas de allá más claritas, y por eso, aunque viviendo lejos, todo lo que escribo es sobre Colombia, sobre Medellín”.

Los tres autores consultados para esta nota han publicado libros en editoriales internacionales de mediano tamaño. La editorial de la Universidad Veracruzana editó el libro de cuentos Ataques de Risa, de Betancour. Cano Gaviria ha publicado las novelas El pasajero Walter Benjamin, en la española Pamiela y Una lección de abismo con Versal, ambas españolas.

Avski publicó en Estados Unidos Heart of Scorpio por Tiny Toe Press, una traducción de la novela con la que ganó la IX ed9c9¿0j del Concurso Nacional de Novela de la Cámara de Comercio de Medellín.

Afuera, en efecto, hay mayores opciones de ser escritor, pero eso no significa que el camino a la gloria literaria sea una autopista de cuatro carriles.

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