La migración tiene mil rostros. Uno de ellos es el de los artistas que salen de las fronteras nacionales en busca de mejores opciones –sociales, económicas y culturales– para cultivar una obra y vivir de los réditos que esta ofrezca.
En la literatura colombiana ha sido una constante el caso de los autores que se van y por fuera escriben libros que los hacen perdurar en los manuales literarios y en la memoria de los lectores. Los nombres de Porfirio Barba Jacob, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Fernando Vallejo son apenas algunos ejemplos.
Además de las condiciones concretas y materiales, los escritores nacionales se distancian del país para narrar sus contradicciones y sin salidas con la perspectiva que ofrecen los kilómetros. Muchos autores latinoamericanos “descubrieron” América Latina en el exilio político y económico
Las razones del exilio
EL COLOMBIANO conversó con tres escritores radicados desde hace varios años en el extranjero –David Betancourt (México), Ricardo Cano Gaviria (España) y Joseph Avski (Estados Unidos) – sobre las razones de partir y de mantenerse por fuera del país. Betancourt y Avski emigraron impulsados por el sueño de completar sus respectivas formaciones profesionales. Se postularon a becas internacionales luego de corroborar las estrecheces del mercado editorial y los altos costos de los posgrados en Colombial.
“La decisión de vivir por fuera tuvo todo que ver con mi carrera literaria. Cuando decidí vivir por fuera, había terminado Física, estaba en los planes de hacer un doctorado en física y me enteré de la maestría de creación literaria de la Universidad de Texas, en El Paso. En ese momento no había programas de creación en Colombia y yo no sabía que existía como carrera profesional y decidí no hacer el doctorado en física sino presentarme a la Universidad de Texas y postularme a la maestría”, cuenta Avski.
La historia de Betancourt es similar: “Acá pagan por estudiar y queda mucho tiempo para escribir”. Además, en Colombia la escritura todavía no es un oficio que se asuma como una profesión. Todavía carga sobre sí la muletilla de ser un pasatiempo.
Con mayor tiempo radicado en el extranjero, Cano Gaviria esgrime razones de un corte más existencial: “Mi decisión de vivir fuera de Colombia nació de forma muy temprana, quizás cuando era solo un adolescente que leía a Julio Verne y asociaba su barba con la de Víctor Hugo, contemporáneo suyo. Fue así como esta temprana fijación en las barbas me llevó espiritualmente a Francia, la cual me entró por la vista, por así decirlo... Todo lo demás fue viniendo luego por sí solo”.
Además de estas, una razón muy fuerte para vivir por fuera de Colombia si se quiere vivir de la literatura es la fuerza de los circuitos mexicano, argentino y español en las agendas de lectura del continente.
Un título publicado en alguno de estos tres epicentros editoriales tiene mayor probabilidad de llegar a los públicos hispanoparlantes que uno publicado en Colombia.