“Todos son aquí más jóvenes que yo porque yo los planté con mis propias manos. Me sé la historia de los dos y las de todos mis árboles y plantas. Muchas veces me siento árbol a su lado y me limito a dejarme calentar por el sol y me parece sentir que mi sangre es la misma savia que se mueve por ellos y que estoy plantado en la tierra hasta las rodillas”: Fernando González en entrevista con Juan Salas, 1964.
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De repente, la savia comenzó a moverse lenta por las venas de dos cedros letárgicos: se estaban muriendo. Las ramas más altas estaban por caer, resecas por el sol y los años, y el tronco, por dentro, comenzaba a podrirse. Enfermos, amenazaban con llevarse consigo otra evidencia de la vida del filósofo y escritor Fernando González.
Porque él mismo los sembró hace décadas, los vio crecer y los cuidó, junto con un algarrobo, y hoy son parte de la Corporación Fernando González Otraparte, entidad encargada de cuidarlos y que ha manifestado su preocupación por su estado, “porque están deteriorados por la edad, como en proceso de morir”, a pesar de ser considerados árboles de valor patrimonial del Valle de Aburrá, explica Juan Carlos Posada, gerente Administrativo y Financiero de la Corporación.
No todo está perdido; hay evidencias, recientes, de que el cedro más enfermo se resiste a desaparecer: le salieron la semana pasada ramas y hojas verdes y ha sido nido y refugio para algunas aves. “Hay esperanza. Por eso le hemos escrito al Área Metropolitana del Valle de Aburrá, como autoridad ambiental, y a Envigado para que le hagan atención prioritaria a estos bienes arbóreos”.
¿Por qué es importante?
Ubicados en el Parque Cultural y Ambiental Otraparte, los dos cedros y el algarrobo sembrados por el escritor son considerados de interés patrimonial para Envigado, aunque como explica la Secretaría de Medio Ambiente, “no están legalmente declarados”, y el Área Metropolitana incluye los árboles de la carrera 43a como un corredor verde patrimonial de carácter metropolitano, cuenta la Corporación.
Han sido protegidos a tal punto que se modificaron los diseños del Metroplús para respetar a estos individuos y no moverlos o cortarlos, y desde 2020 la Corporación asume el comodato de las áreas verdes.
Una muerte anunciada
“Cada árbol que siembro es un dolor más, pues los amo y la ternera me los maltrata. Me pesa la propiedad”: Fernando González, 14 de abril de 1941.
Ya no es la ternera. Ahora se trata de mantenimientos inadecuados, falta de limpieza, malezas como la escoba de bruja que impide el paso del sol y que genera ramas secas en la parte superior, podas insuficientes.
El docente León Morales, como asesor de Metroplús, dijo en una visita en 2020 que sería necesario retirar los jardines bajos, pues estos podían quitarle aire y generarle humedad a la parte primera del tronco, y que el deterioro foliar y la presencia de varias plantas parásitas estaban afectando su vitalidad.
El director de Silvicultura del Jardín Botánico, Germán Restrepo, apoyó a la Corporación con una visita de observación en la que concluyó que el cedro más enfermo “presenta un riesgo importante de desprendimiento de ramas superiores”. Los análisis han sido visuales, de observación, pero han concluído lo mismo: la necesidad de hacer estudios más profundos, como uno con el tomógrafo del Jardín Botánico, y la importancia de que se haga una intervención para mitigar posibles accidentes y mejorar el estado de los individuos.
Hay esperanza
“En la parte superior hay huecos de pájaros carpinteros y nidos de loritos que están empollando, por eso hay que respetar que no se hagan talas sino esfuerzos para mantenerlo al menos por más tiempo en Otraparte”, añade Posada. Además, le siguen creciendo nuevas hojas, como si se resistiera a morir.
“Por su importancia patrimonial, esperamos sumar esfuerzos, y esto implica concurrencia de acciones entre el Amva, la Alcaldía de Envigado y con apoyo del Jardín Botánico para hacer estudios más profundos y para los demás tratamientos”, puntualiza Posada.
Ya han enviado oficios al Amva y a la Alcaldía con fotografías y los análisis.