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A pesar de las creencias populares no todas las vidas tienen material suficiente para convertirlas en un libro o en una película. El biógrafo debe tener el olfato adiestrado en el arte de descubrir en la maraña de la realidad el relato que supere la anécdota y brinde luces sobre una época, sobre una sociedad. Eso le pasó al poeta bogotano John Galán Casanova: en una rumba de 2012 descubrió la historia de Bill Martínez, conocido en el mundo de la lucha libre con el seudónimo del Tigre colombiano. Luego de conversar con sus nietos y de revisar una usb con datos del campeón, Casanova decidió dedicarse a revisar los recortes de prensa de El Tiempo y El Espectador que daban cuenta de los triunfos del deportista.
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En el proceso de conocer las minucias y las conquistas del Tigre, Galán Casanova descubrió un personaje cuya travesía biográfica lo llevó a presenciar acontecimientos importantes o estar cerca de personajes de la historia con mayúscula: una suerte de Forrest Gump. Por ejemplo, en el 9 de abril de 1948, Bill estuvo a pocos metros del sitio en el que Juan Roa Sierra abrió fuego contra Jorge Eliécer Gaitán. También, por su condición de campeón de lucha libre, fue contratado para hacer parte de la escolta del General Gustavo Rojas Pinilla cuando ocupaba la presidencia del país. Y esta no fue su única experiencia en la protección de personas públicas: acompañó a The Rolling Stone en una gira en Bélgica.
En su trabajo de archivo, el biógrafo se percató de la importancia que tuvieron los espectáculos de lucha libre para disipar los miedos de los bogotanos de salir por las noches tras los hechos del 9 de abril. En parte gracias a estos personajes –a medias héroes, a medias actores– la vida nocturna de la capital de la república se sacudió el letargo de la violencia y comenzó a llenar coliseos y gimnasios. Y entre los luchadores de esa primera camada ninguno tuvo la relevancia y el impacto del Tigre Colombiano: no solo por su fuerza, también por su vocación pedagógica y por la vena de trashumante que lo llevó a visitar varias ciudades colombianos con su espectáculo y luego varias naciones de América Latina y del mundo. Para darles a los lectores una idea del peso mediático de Bill, Galán Casanova no duda en compararlo con Kid Pambelé, con Radamel Falcao –otro Tigre– y con James Rodríguez. Al igual que con estos deportistas, con Bill la prensa se deshizo en elogios por los triunfos que cosecho por fuera de las fronteras nacionales.
La investigación documental y las charlas con el Tigre –algunas virtuales, otras en Bogotá o en Puerto Rico, donde residió el campeón– desembocaron en el libro de 375 páginas, Entrena como una bestia, pelea como un salvaje. Esta es la segunda biografía que el Galán Casanova publica: antes había escrito la del cronista antioqueño Luis Tejada. Las diferencias entre la una y la otra son considerables: Tejada murió en la flor de la juventud mientras Bill se bajó del ring de la vida el 27 de noviembre de 2022, a los 92 años. Quizá su última aparición en público se dio en Bogotá, en el lanzamiento del libro de su vida. La anécdota la narra Galán Casanova en una columna de El Espectador, titulada La última victoria del Tigre Colombiano. “Me sentí la persona más afortunada de caminar con él por la séptima, de que él me llevara donde sus amigos ex luchadores, de que nos sentáramos en la plaza Bolívar para que él recordara la primera vez que estuvo ahí cuando niño, cuando todavía estaban las fuentes en ese sitio. Fue una persona de una calidad humana muy grande”, dice John.
Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.