Ima(r)genes: Una exposición para mirar a Medellín desde adentro
La exposición se encuentra en una de las salas del Museo de Ciencias Naturales de La Salle, en la sede Fraternidad del ITM. Estará abierta hasta el próximo año.
Vista del oriente de Medellín desde el desaparecido edificio Mónaco, hogar y fortaleza de Pablo Escobar. Foto cortesía Adrián Franco.
Los periódicos que Adrián Franco encontró en el edificio Mónaco. Foto cortesía Adrián Franco.
Una de las obras de Guillermo Correa que se expone en Ima(r)genes. Foto Julio César Herrera.
Fotografía de Juan Fernando Ospina en la exposición Ima(r)genes. Foto Julio César Herrera.
Pintura de Jorge Alonso Zapata en la exposición Ima(r)genes. Foto Julio César Herrera.
“La imagen como margen, como pulsión, como búsqueda de sus propios límites, como exacerbación de sí misma. Imagen como resistencia, como disidencia, como turbulencia del sentido. Imagen como borde, como frontera, imagen liminal que habita la indiscernibilidad, esta es la ima(r)gen, la potencia expresiva de una imagen que busca los intersticios y revela aquello que se resiste a estar oculto”, escribieron Elena Acosta y Juan Diego Parra en el texto curatorial de la exposición Ima(r)genes, que abrió el ITM en el marco del Encuentro de ciudades a través de las artes: Medellín - Envigado - Guayaquil. Arte, Resistencia y ciudad.
La muestra está compuesta por obras de Adrián Franco, Guillermo Correa, (R.R.P) Epidémica, Jorge Alonso Zapata, Juan Fernando Ospina y Mauricio Carmona Rivera. Entre todos ellos se revela Medellín, las entrañas de la ciudad, porque Ima(r)genes es, sobre todo, una espacio que permite mirar la ciudad por dentro, atravesando todas las capas qué hay debajo del discurso oficial.
Esa forma de mirar que propone la exposición se descubre particularmente en ‘Cieloraso’, de Adrián Franco. Una obra que deja ver las entrañas del edificio Mónaco, la casa de Pablo Escobar.
Adrián entró por primera vez al edificio Mónaco una semana antes de que empezaran a ponerle las cargas explosivas que lo iban a hacer desaparecer para siempre. Iba con el encargo de hacer un documental, pero se encontró una ironía que terminó convirtiendo en arte.
“Cuando estuve adentro, lo primero que hice fue dejar que la vista se acostumbrara a las formas que ofrecía el espacio, en muchas partes oscuro, reconociendo los detalles, como me enseñó alguna vez un guía en la selva del Chocó: dejar tiempo para que el ojo se acostumbre al verde aparentemente uniforme y así descubrir que en el monte habitan más ojos que hojas”, escribió Adrián en Universo Centro sobre ese día.
Y lo que encontró cuando la vista se acostumbró a las formas del edificio en ruinas es que parte del edificio, el cielo raso, estaba hecho con papel periódico de la época. Es decir, que la casa del capo estaba construida con noticias sobre el capo, con tantas verdades que él negaba, que lo atormentaban.
“Cuando yo empecé a detener la mirada en esos periódicos me empecé a dar cuenta de qué información tenían y me impactó la ironía. Hay un sector oficial tratando de ocultar una historia derrumbando unos muros de concreto y de mármol pesadísimos y la verdad sigue ahí, en algo tan frágil y delicado como el papel periódico”, dice Adrián.
Entre los periódicos había páginas de El Espectador, y en esas páginas, las columnas del entonces director Guillermo Cano, asesinado por órdenes del mismísimo Pablo Escobar, por lo que escribía. Ahí, en ese edificio que se iba a tumbar, con el anhelo de borrar al capo, estaba también la verdad, y en esa verdad, el futuro que Cano adivinó hace tantos años.
Ese día, Adrián tomó fotos de los periódicos y del edificio. De lo simbólico que resultó el descubrimiento escribió en el libro Expurgo y en Universo Centro, y creó la muestra que hace parte de Ima(r)genes, donde se pueden ver algunas de las fotos y un vídeo en el que le sigue el juego a Guillermo Cano, que una de las columnas del periódico que Adrián encontró en el edificio, se propuso imaginar cómo serían las plenarias del Congreso cuando los narcos resultaron elegidos senadores.
En Ima(r)genes, ‘Cieloraso’ es el espacio donde la mirada se acostumbra a Medellín, donde se percibe aquello que está escondido a simple vista, porque para ver la ciudad por dentro hace falta ver lo cotidiano, la gente, sus formas de relacionarse, sus maneras de vivir y sobrevivir. Se ve a Pablo Escobar, pero se ve también lo que su figura eclipsa. Por eso, después de ver la obra de Adrián, se ve con tanta claridad la magnitud de la obra de los demás artistas, lo profundo que se alcanza a ver de la ciudad en cada imagen.
“El espacio que deviene tiempo a través de sus capas, la calle como trance, una multitud que se asoma siempre a lo lejos para recordarnos su evanescente existencia, una ciudad que nos confronta y la memoria que insiste en evidenciar nuestro olvido”, como escribieron los curadores.