El Museo de Caicedo está a una hora y veinte por carretera destapada desde Santa Fe de Antioquia. Parece, al principio, que empieza en la vitrina que está en el hall de entrada de la Alcaldía Municipal, la que tiene unos periódicos ya cafés, por los más de diez años que tienen, unas camisetas, unas fotos, unas medallas y la palabra paz en casi cada uno de esos objetos.
Parece, también, que sigue en el texto de la pared —“este museo entrega a la comunidad con orgullo patrio la memoria de hechos vividos en nuestro pasado reciente”— y en las otras vitrinas que hay en el segundo piso, con más objetos, todos de la marcha a Caicedo en 2002, que terminó con el secuestro del entonces gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y su asesor de paz, Gilberto Echeverri.
El Museo de Caicedo se inauguró el año pasado, el 28 de marzo, no obstante, no son solo esas vitrinas delante de las paredes blancas. Ómar Blandón Giraldo, coordinador, explica que es un museo in-situ, es decir, todo el pueblo es el museo en sí mismo, incluyendo la gente. “Lo más grande es la apuesta por la paz”.
El museo, entonces, empieza en el puente, en el Vaho de Anocosca, a 3.5 kilómetros de la cabecera municipal, donde el 21 de abril terminó la marcha y que ahora tiene un obelisco como homenaje a Gaviria. Es además el parque principal, con un busto del exgobernador, y las huellas de personajes que caminaron esa vez y que ellos reconstruyeron porque se perdieron.
El trabajo, más allá de lo museográfico, donde por supuesto les tocará recordar los momentos difíciles de la violencia, para hacer memoria, es trabajar, señala el coordinador, por la reconciliación y la convivencia pacífica.
“Las vitrinas son para conservar la memoria histórica —comenta Edilia González, secretaria de gobierno—, pero a partir de ahí el museo se convierte en una estrategia pedagógica de educación y formación en No Violencia acá en el municipio”.
La idea llegó hace unos años con un grupo de amigos que trabajaron para hacerla realidad, con ayuda de la comunidad. Los objetos que tienen han llegado porque la gente los ha donado y el criterio porque “es un sentir del municipio”, reitera él.
Lo de la No Violencia inició hace un buen tiempo, según recuerdan ellos, cuando los habitantes se unieron para evitar que los grupos armados les quitaran el café. De cuatro caravanas con las que acompañaban a los camiones transportadores, tres lograron el objetivo. Lo que hacían, les dijeron después, era resistencia civil no violenta. Al gobernador Gaviria se le ocurrió apoyar a Caicedo y lo declaró el Primer Municipio No Violento de Antioquia. Además propuso la marcha de 2002, que salió de la Iglesia Metropolitana, y en la que caminaron hasta Caicedo durante casi una semana. “(...) Vale la pena —se lee en la pared— recrear la historia de quienes también entendieron que la reconciliación implica sacrificio y que solo se logra a través del diálogo”.
A los objetos de las vitrinas se suman visitas guiadas y talleres, en tanto, hace énfasis Edilia, lo mas importante es esa filosofía no violenta como una forma de vida. Lo efímero cabe en este lugar que tendrá su espacio específico en el Parque Educativo de la No violencia, que se cree estará listo en octubre. Ahí podrán mostrar todos los objetos que tienen y que no pueden exponer ya, porque no tienen espacio, como la bandera de la marcha.
Los recursos han llegado por el Instituto de Cultura y por trabajo de la comunidad, y el Museo Juan del Corral los ha guiado. Ahora están en la construcción del guión museológico y participarán otra vez en las becas del Instituto para conseguir los recursos y llevar ese guión a la práctica.
El discurso de la No Violencia de Guillermo Gaviria los encamina, como un personaje fundamental dentro de lo que quieren contar y mostrar. Entre las piezas que ya consiguieron están un manuscrito de él y el libro de las más de mil personas que caminaron y firmaron.
El sueño no es pequeño. Ya son parte de la Red de Museos de Antioquia y coordinadores del nodo Nuevo Occidente. Dentro de lo que están trabajando en asocio con otros es una propuesta de No Violencia para rotarla por los museos del departamento, y contagiarlos de eso en lo que creen.
Este museo va paso a paso, como esos caminantes de la marcha, que caminaron paso a paso por la paz. Ellos caminan por la memoria y por no devolverse a esas épocas de terror. Les interesa la No Violencia, y la palabra ha de repetirse desde el nombre hasta que sea parte del paisaje. Este museo es para seguir diciendo que ellos son un territorio de paz.