Desde los inicios del teatro las máscaras, los juguetes y las representaciones no humanas en las tablas ya hacían parte del arte dramático, cuenta Ana María Ochoa, actriz, titiritera y productora ejecutiva del Teatro La Fanfarria. Por eso cuando se le pregunta por estos objetos, ella menciona que son tan fundamentales como cualquier otro sobre el escenario.
Sin embargo, ella señala que desde siempre se ha tenido la imagen de los títeres como obras netamente infantiles, por eso desde hace 49 años La Fanfarria ha trabajado permanentemente en la creación y formación de públicos, así como la investigación y preparación de historias, “tareas en las cuales no hemos desistido ni un día y que la hemos integrado a nuestros proyectos de vida”, agrega.
Tanto trabajo no ha sido en vano, desde 1992 son Patrimonio Cultural de la ciudad y desde el 2013 Sala Histórica en el país, siendo la única sala de títeres con esa distinción. Cuentan con su propia sala de exhibición y también con repertorio de 20 obras.
El festival
De igual forma, viajar por diversos festivales en América, África y Europa se convirtió en una constante y llegó el momento en el que decidieron en 1991 iniciar un proyecto propio: El Festival Internacional de Títeres La Fanfarria, que celebra su edición 30, que arranca esta semana e irá hasta el próximo 7 de noviembre.
Desde entonces, cuenta Ochoa, el festival se ha realizado pese a todas las dificultades, incluyendo el año pasado cuando la pandemia asoló tan fuerte a los grupos de teatro y los obligó a realizarlo de manera virtual, “con el covid todo quedó parado, es bobada hasta repetirlo”, dice.
A pesar de todo, este año lograron volver a lo presencial “vamos a tener visitantes de Brasil, Costa Rica, Ecuador, Perú y Colombia, serán 13 grupos que harán más de 50 funciones en 18 escenarios de 8 municipios y están incluidas también unas funciones virtuales”, afirma Ochoa quien además señala que esperan contar con el apoyo del público, “todavía se siente el miedo de la gente de acudir a estos espacios”, pero esperan que puedan acompañarlos y se sientan con la ilusión de crear y ver teatro en vivo como alternativa de felicidad, conocimiento y encuentro.
Como resume Ochoa: “Aquí estamos de la mano de los titiriteros del mundo que también son solidarios y aceptan venir a acompañarnos con unas tarifas muy bajas, todos luchando por lo mismo, por hacer del mundo un espacio más solidario, más creativo y mejor”.