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¿Le gustaría saber quiénes fueron sus antepasados?

¿Le gustaría saber quién fue su tatarabuelo, quién hubo antes incluso? La genealogía le ayuda.

  • Guillermo Camargo y Familia. Fecha de evento: 1915. FOTOS Melitón Rodríguez y Archivo El Colombiano
    Guillermo Camargo y Familia. Fecha de evento: 1915. FOTOS Melitón Rodríguez y Archivo El Colombiano
07 de abril de 2021
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Infográfico
<p>Devolverse en el tiempo para saber </p><p>de dónde viene</p>

Antes de usted hay más gente de la que se imagina. Para haber nacido necesitó dos padres, cuatro abuelos y ocho bisabuelos. Y sigue la lista: 16 tatarabuelos, 32 tétravos, 64 péntavos, 128 héxavos, 256 heptavos, 512 octavos, 1.024 éneavos, 2.048 décavos. Este es un cálculo de las últimas once generaciones. Entonces en total fueron 4.094 ancestros en aproximadamente 300 años: los une un apellido o la sangre.

Ponerle rostro a cada uno de estos números es posible, de eso se encarga la genealogía, una disciplina de la historia que permite descubrir quiénes fueron los antepasados, llegar lo más cerca posible al origen familiar y saber de dónde viene cada uno. Es un ejercicio en el que se trata de encontrar la raíz.

“Cuando alguien arranca a construir el árbol genealógico, a hacer esa colección de personas, se encuentra con la posibilidad de que haya muchas sorpresas (ver Los hallazgos), también le da un mayor sentido al cómo recuperar las historias familiares, tanto las que nos unen como las que nos separan”, explica Gabriel Jaime Vanegas, experto en genealogía.

Dice que este es un trabajo sobre el pasado porque “somos puentes entre tiempos”, en el que se escudriñan los archivos, los registros, los documentos, las fotografías o las cartas “para invertir en la construcción del futuro, desde un presente que explora el pasado”, para continuar aportando páginas a esa historia que se escribe entre generaciones.

“Uno se da cuenta de lo que tuvieron que transitar nuestros ancestros hasta llegar a nosotros, se entiende lo que les tocó, el caminar del campo al pueblo y del pueblo a la ciudad, que somos producto de una migración. Es muy divertido cuando una pista o la curiosidad te va llevando a resolver cuál es su lugar en una familia, a quién se parece o situaciones donde las personas encuentran, por ejemplo, explicaciones médicas”.

Ir más allá

Javier León Duitama, filósofo humanista e historiador, indica que la genealogía además se puede analizar desde el punto de vista biológico. “El primero que intentó referirse a esa genética, de esos códigos que nos identifican, fue el sacerdote católico Gregor Méndel en 1865, ya en 1900 Hugo de Vries formuló las leyes fundamentales de la genética, fue el que propiamente habló de la genealogía, definió la familia no por la correspondencia de identidad sino por un vínculo biológico”.

También desde la historia. Él manifiesta que en este campo es una forma “de encontrar ese pasado y saber en qué momento nos desligamos de los indígenas para convertirnos en personas más occidentalizadas”, por ejemplo. Agrega que al momento de juntar esos vínculos familiares se revela también una “tendencia hacia el cambio de las generaciones”.

¿Y cómo se refleja esa transición? Según Duitama, “los contextos marcan a las personas y con la genealogía sabemos las formas cómo nacieron los bisabuelos, en esos tiempos no habían sistemas de salud en las zonas rurales y existía la figura de la partera, ya con los años entonces aparecen los hospitales y luego la pediatría, la falta de este desarrollo médico afectó la natalidad”.

Menciona más cambios en los contextos de las generaciones, esos que son posibles conocer a través de este estudio. “En la educación nos deja ver que muchos de los abuelos nunca pisaron una escuela y en la actualidad los bisnietos ya tienen hasta posgrados, la genealogía nos cambia la manera de mirar el mundo, cada familia debería tener un registro”.

A esto le suma que se puede descubrir (entre otros) de los ancestros los alimentos que consumían, la ropa que usaban en sus épocas, la forma que utilizaban para comunicarse, los lugares que frecuentaban y los códigos de seducción (los noviazgos).

Otra mirada

Para el antropólogo Víctor Enrique Ortiz García saber de dónde venimos “es una moda” impuesta en los últimos años. “La gente se está interesando por indagar quiénes fueron las generaciones pasadas, sin embargo, muchos están es fascinados buscando el parentesco con alguien famoso para tenerlo como una carta de presentación”.

Y plantea algo importante. “No tenemos en cuenta que las madres solteras y los hijos naturales es un fenómeno generalizado en Latinoamérica, entonces ahí no aplicaría”. Es decir, en estos casos, por estar ausente el apellido paterno (lo aportó la madre) el árbol genealógico por el lado del padre se rompe.

Explica que entre los siglos XII y XIV se empezó a asociar los campesinos en Europa con los lugares donde vivían, lo cual hace que en la actualidad sea un poco más compleja la búsqueda. “Uno de los genios más importantes de la humanidad, Leonardo, era de Vinci, una provincia en Italia, él no tiene apellido”.

Cuando se decide ir al pasado con las herramientas que ofrece la genealogía se descubre quién es cada uno y qué lugar ocupa en una familia. Y se logra, además, leer las páginas de una historia que otros escribieron. Es como abrir una caja de recuerdos (o de sorpresas)

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