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“La cultura es un llamado de auxilio”: Lucía González

El informe de la Comisión de la Verdad, que tendrá entregas artísticas, será socializado en junio de 2022. Conversación con la comisionada Lucía González.

  • Lucía González ha trabajado muchos años en crear proyectos culturales para la transformación social. FOTO Carlos Velásquez

    Lucía González ha trabajado muchos años en crear proyectos culturales para la

    transformación social. FOTO Carlos Velásquez

12 de octubre de 2021
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La cultura y la violencia, ¿están relacionadas?, ¿tienen algo que ver? La cultura sentó las bases para la guerra, para su perpetuación, y también ha sido una forma de lucha, de oposición, de salvación.

La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, creada desde 2017 como resultado de la terminación del conflicto con las, en ese entonces, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, reconoce que sí tienen mucho que ver y prepara en su informe final un acercamiento a esta relación.

El informe, que ya no será presentado el 28 de noviembre sino que comenzará su socialización el 27 de junio de 2022 gracias a un periodo de extensión de nueve meses aprobado por la Corte, buscará, más que informar, aproximarse a una lectura crítica, ética y política de lo que ha sido la guerra y dar recomendaciones para la no repetición.

Este trabajo estará lleno de manifestaciones de resistencia a través del arte, la música, de lecturas y lenguajes, y de conversaciones cercanas a todos a través del cine y el teatro, de la tecnología y de lo digital (Ver recuadro para más información sobre el informe).

Herencia o reciclaje

“Son casi 60 años de conflicto armado. Hemos desmovilizado a mucha guerrilla, paramilitares, pero la guerra parece no terminar”, explica Lucía González, comisionada. ¿Por qué no terminar? “Si bien hay mucha memoria, no hemos logrado encarar los actores de persistencia, actores más allá de los armados: el tipo de Estado, de democracia, la manera de hacer política, la economía y los asuntos culturales que hemos heredado y que han servido de estímulo para que la guerra se reedite”.

Los grupos armados son un síntoma, de muchos, de una sociedad que no ha sido capaz de reconocerse a sí misma y de convivir con la diferencia; de un Estado que no garantiza los instrumentos, los medios y la educación para entender que hay cabida para todos, para los indígenas, los campesinos, los afrodescendientes...

¿Usted sabe cuántas comunidades indígenas hay en Colombia? ¿Puede nombrar 10 de las 120? ¿Conoce la diferencia entre palenqueros, raizales, negros, afros? Es probable que no lo sepa, y no es su culpa. “No nos enseñaron en el colegio. Fue como si estuvieran lejos en el tiempo y en el espacio y esto impide que haya posibilidad de reconocer al otro en la igualdad de dignidad, de condiciones”.

Hay ideas, desconocimiento, asuntos que desde la colonia se han instalado y heredado y que han hecho que el conflicto se agarre, con las uñas, de estas tierras colombianas. “El racismo, el clasismo, el modelo de hacienda, se ha naturalizado la violencia, el mal, las relaciones se han fundado en la desconfianza. Todo esto es cultural”.

Hay miedo, hay asco, hay desconfianza, hay resentimiento. Todo implantado, sin darse cuenta, y siempre hacia los mismos actores, hacia las mismas comunidades. Hay una narrativa, un discurso que perpetúa al enemigo, que convierte en adversario a todo el que se oponga y ese puede ser eliminado, “sea física, moral o jurídicamente”.

Esto es por culpa, o a consecuencia, de la cultura. Pero la misma cultura será la salvación. “Y el arte no es un adorno, es una urgencia, una emergencia, una expresión, un llamado de auxilio”.

¿Por qué el arte y la cultura?

En la Comisión le hicieron tres preguntas a la cultura. Acá sus respuestas.

¿Qué hay en la cultura colombiana que ha hecho que el conflicto se ancle y sea tan difícil de sacar? Se trata de aprendizajes heredados, los mismos que han hecho que comunidades enteras se resistan a la guerra: el vínculo con el territorio, la identidad que nace a partir de él, el orgullo por lo propio, o la falta de todo esto. “Por eso el desplazamiento debilita a las sociedades. Porque te deja sin anclaje, sin lazo, sin vínculo”.

La segunda pregunta fue ¿cuáles son los daños que el conflicto ha infringido a la cultura? La persistencia de esta guerra naturalizó la violencia, acostumbró al horror, la crueldad se aprendió, al igual que eliminar al contrincante político (ya desde la Violencia), “y mientras más años pasen, más cosas inscribiremos en la cultura que nos dificultarán salir de este círculo vicioso”.

La tercera fue cómo el arte es un lugar de conocimiento y cómo a través de ella se puede leer. Leer la historia de las comunidades, sus dolores, sus sueños, sus voces de lucha. Como el arte, a través del canto, la música, la danza, la literatura, el cine o el teatro hablan del sufrimiento, lo develan, pero también de la ilusión de un mundo mejor. “A raíz del conflicto también han surgido cosas hermosas, ejemplos de resistencia, de resiliencia. El arte ha cobrado valor como práctica política”, como forma de manifestación. Y gracias a ella hoy son más reconocidos muchos territorios y sus poblaciones, que antes eran ignorados.

Aún así, la guerra, la sangre, las lágrimas, no eran necesarias para crecer culturalmente. “Seríamos un país más desarrollado si este conflicto no hubiera permanecido por tantos años”.

Una salvación

El arte llega directo al corazón, conmueve. “La obra Solo me acuerdo de eso, que habla del asesinato de Dilan, o La historia de la oveja, de Fabio Rubiano, sobre el desplazamiento, hacen que entendamos la dimensión, el daño”.

Ayuda a reconocerse en las diferencias y a estar orgullosos de ellas. Hoy el país se conoce entre sí gracias a la música, al cine. Hoy el hip hop enseñó sobre la vida y el relato de los jóvenes y de los grupos urbanos de las periferias, los alabaos del pacífico acercaron a estas comunidades al resto del país, los telares de mampuján relatan historias al tiempo que son catarsis poéticas... Se han creado vínculos, identidades. El arte ha sido un lugar de conocimiento y de reconocimiento. Ha sido la salvación, el salvavidas en el mar de sangre.

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