Rapunzel, la película, no es como el cuento infantil. Esuna historia horrorosa, aterradora, como la historia real en la que está basado el cuento de los hermanos Grimm. La historia de Blanche Monnier, una mujer que estuvo más de dos décadas secuestrada por su familia, que además la violentó de todas las formas posibles.
Por eso su director, Andrés Roa, escogió ese nombre. Porque Rapunzel, el perro y el brujo, la película, es tan terrorífica como la historia original, pero está enmarcada en el conflicto armado colombiano y es alimentada por la superstición que es tradición en los pueblos del país.
En esa relación que se teje entre la superstición y la realidad de la guerra, la película nos pone de frente a la culpa, a la maldad, al terror de lo que sabemos que pasa pero que no queremos ver. También al dolor que se vuelve locura, al engaño, a la desgracia y a ese miedo de aceptar que todo lo que juzgamos afuera lo sentimos adentro, tan propio y por otro lado que, muchas veces, la superstición es simplemente una excusa para cargarle lo malo que hacemos a otros que no vemos.
EL COLOMBIANO habló con el director sobre esta producción de estreno este 22 de febrero en todo el país.
¿De dónde surgió la idea de está película?
“De toda mi vida. Yo crecí escuchando estas historias de las brujas y los duendes y un poco de cosas que me empezaron a generar, primero esa curiosidad por saber más, y segundo esas ganas de contarlo. Porque siempre que me contaban estas historias yo me hacía una película en la cabeza impresionante. Hasta que dije, yo tengo que empezar a contar esto. Aunque primero tuve que aprender a hacer cine. Esto es como un homenaje a toda esa cultura con la que yo crecí. Mi abuelo era uno de los grandes oradores del pueblo”.
¿Dónde creció?
“En Buenavista, Quindío”.
¿Por qué hablar de eso en relación con el conflicto armado?
“Por la memoria. En Buenavista nunca hubo una toma, pero la guerrilla siempre estaba por ahí, en la montaña, en el cañón, en los pueblos cercanos. Siempre se escuchaban los enfrentamientos arriba en el monte, los helicópteros pasando, los disparos. Siempre estaba esa sombra, ese miedo de la guerra ahí.
Pero independiente de ese miedo bélico, también hubo todo un tema cultural y supersticioso que permeó a la guerra, porque decían que a muchos soldados y guerrilleros les hacían brujería, que los duendes les embolataban las botas y las cosas y que la negra Karina tiene un pacto con el diablo. Se escuchaban un poco de cosas que se iban sumando a esa historia de la guerra”.
¿Qué tanto hay de realidad en esta ficción?
“Todos los personajes de la película están inspirados en alguien. El Perro (protagonista) está inspirado en mi abuelo y en todas esas creencias que alrededor de ciertos hombres del campo en las que se volvían como unos súper humanos, porque yo me acuerdo que cuando estaba pequeño mi abuelo era un hombre muy fuerte, con una fuerza muy sobrenatural, y decían que el man tenía lo que llamamos popularmente la mano multada, entonces como que todos le tenían ese miedo al man, ese respeto.
El Perro, por ejemplo, también está inspirado en Frank Pinchao, un policía que estuvo nueve años secuestrado y se escapó y se perdió en el monte y al final lo encontraron unos soldados... Los personajes se fueron construyendo así, basados en la cultura popular de mi pueblo, en las historias que escuchaba por ahí, porque lo que quería también era ir contando a Colombia desde ahí, hacer una radiografía de todo el país desde un pueblo y contándolo desde una finca”.
Son los súper héroes propios, del pueblo, montañeros...
“Sí, son hombres primero muy grandes, gigantes, los comparaban con ceibas porque no se caían por nada... En todas estas historias del campo tan oscuras, los héroes por lo general son anónimos, campesinos, hombres muy fuertes que se enfrentan al diablo por la noche, que no les da miedo de nada, que salen al monte con un machete y se enfrentan al que sea... hasta a la misma guerrilla”.
¿Por qué Rapunzel?
“La historia de Rapunzel es una historia muy cruda y muy macabra de una mujer a la que le tocó sufrir mucho. Lo que yo hice fue volver al origen de la historia, porque sí quería un nombre muy global, pero que también lo entendiéramos aquí en Colombia, y más en el Eje Cafetero. Yo hace mucho tiempo había escuchado es historia, y me di cuenta la similitud que tiene con muchas otras que han tenido que padecer muchas mujeres aquí”.
La película tiene un elemento muy cautivador y es el sonido, la música...
“Esta película no es sólo para ver, sino también para escuchar. Es más, está película se acaba de ganar a mejor diseño sonoro en el festival de Cine Indie de Sevilla, España.
A mí gusta mucho la música entonces siempre he tratado de que mis proyectos vengan acompañados de una música muy buena. Esta vez quería que se notara eso desde una esencia muy quindiana, pero muy global a la vez entonces hicimos la música con un personaje que se llama Jorge Alejandro Duzán —que es un músico espectacular— para llegarle a todas esas piezas y texturas que queríamos de bambucos y de cumbias pero también llevadas al terror, al monte. La popularidad de la música del eje cafetero, pero tenemos también música de La Etnia”.
¿Por qué La Etnia?
“Porque esta historia transcurre entre el 85 y el 98 y en esa época yo escuchaba La Etnia y todos los soldados que llegaban a mi pueblo patrullar tenían un radio escuchando La Etnia, eso fue parte de mi memoria y me acuerdo mucho de 5-27 porque los soldados escuchaban eso cuando ser reunían con los niños a hacer actividades, a pintarnos la cara y eso... Yo lo recuerdo mucho y esa alegría que nos daba ver que llegaban los soldados.
Por eso siempre quise tener a La Etnia ahí en esa escena porque quiero que se sientan el poder de ellos ahí, mientras el perro va corriendo, que le diera todo el poder que tiene el man ahí”.