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Cinco muestras del talento nacional en ArcoMadrid

EL COLOMBIANO realizó un recorrido por cinco de las exposiciones que tiene Colombia en la feria de arte más importante de España, en la cual es el país invitado en la presente edición.

  • Este es el performance que realiza María José Arjona denominado Construcción del tiempo.
    Este es el performance que realiza María José Arjona denominado Construcción del tiempo.
  • Cinco muestras del talento nacional en ArcoMadrid
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  • Cinco muestras del talento nacional en ArcoMadrid
01 de marzo de 2015
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Este recorrido inició en la esquina de la calle Gran Vía con Clavele, Madrid, a las 9:30 a.m. del sábado. Allí nos esperaba el bus de Bogotá, Ciudad del Arte, para llevarnos a cinco centros culturales y de arte de Madrid donde se han abierto las puertas de cinco exposiciones que hacen parte de ArcoColombia 2015.

Primera parada: Centro de Arte Dos de Mayo en Mósteles.

A una hora de Madrid se encuentra CA2M, el Centro de Arte Dos de Mayo donde se expone la obra Naturaleza Nominal, bajo la curaduría de Jaime Cerón. Cuatro intervenciones de los artistas Alberto Baraya, Adriana Salazar, Milena Bonilla y Carlos Bonil que interaccionan entre sí con la intención de interpretar el término “naturaleza” de acuerdo a distintos intereses de los poderes dominantes en la construcción de la realidad histórica, social y política de Colombia.

La pieza de Baraya, por ejemplo, en la terraza del edificio, es una instalación del proyecto del Herbario de Plantas Artificiales, “una práctica artística basada en metodología científica en donde hago una colección de plantas de todas partes del mundo y este proyecto en particular es el invernadero con una colección de plantas tropicales seleccionadas de las láminas del explorador José Celestino Mutis”, cuenta el mismo artista.

Y hay que tocar las plantas para comprobar que de verdad son artificiales, pues a la vista parecen reales. Por su parte, Milena Bonilla presenta un fragmento de un proyecto en el que en diferentes recipientes se sembraron un conjunto de plantas que fueron materia prima de cada producto. Aquí se ve maíz sembrado en cajas de Corn Flackes y matas de coca en botellas de Coca-Cola, con la finalidad de recordar los estigmas que hubo sobre el maíz para hacer chicha y el estigma que tiene la hoja de coca para preparar cocaína. En resumen, una obra limpia y concreta de cuatro artistas que presentan materiales y situaciones de la realidad para vislumbrar los significados que encierran.

Segunda parada: Casa de América

Dos exposiciones colectivas de la Colección de Arte del Banco de la República. A ponerse cómodo y empezar por la primera: seis proyecciones de una selección de videos de los artistas colombianos Óscar Leone con AguaCero; Carlos Motta con Nefandus; Carlos Castro y El que no sufre no vive; Mario Opazo, Solo de violín; La Virgen del Milagro Producciones con Acción de repetición, y nuevamente, Alberto Baraya con Río.

Luego, en el tercer piso, está la exposición Frente al Otro, dibujos en el posconflicto, que inicia con una línea de tiempo que va desde el comienzo de la solución al conflicto de la Guerra de los Mil Días en 1902 hasta las conversaciones de hoy en La Habana. Y en un segundo espacio se presenta, como parte de la obra, el proyecto La paz se toma la palabra, donde se ve el trabajo de un laboratorio creativo que activó el dibujo como herramienta para el encuentro entre artistas y personas en proceso de reintegración, y el trabajo de unos talleres infantiles de lectoescritura, liderados por el poeta y escritor Óscar Naranjo, en los que participaron más de 500 niños del país, quienes a través de frases y relatos contaron lo que para ellos es la paz.

Power Paola fue quien ilustró estos pensamientos de los niños. La artista, así como lo hizo ella para interpretar a estos pequeño, invita a que los visitantes se deshagan de conceptos previos, instalados y arraigados. Tarea difícil a mi parecer: pensar en qué es la paz en un país que lleva casi 70 años de violencia.

Tercera parada: CaixaForum

María José Arjona hace un performance llamado Construcción de un tiempo, y como su nombre bien lo dice, hay que tomarse su tiempo para apreciar la presentación, pues vale la pena. En mi caso, con el reloj en contra, solo pude observarla por 20 minutos en los que recorrí solo la mitad de la sala. Y es que en su performance cada paso que ella da se demora poco más de 10 segundos. Muy lento, con la mirada al frente, perdida, la artista lleva puñados de arena de un cúmulo ubicado a un extremo de la sala al otro que en un principio estaba vacío.

Al parecer, cuando llegué ya llevaba varios recorridos. Lo supe porque en el otro extremo de la sala ya empezaba a crecer el otro cúmulo y la línea de los granos de arena que se riegan mientras camina ya estaba bastante definida. ¿Qué significa todo esto? Arjona, con una carrera totalmente enfocada en la performance, con especial énfasis en las prácticas de larga duración, plantea en esta obra el transcurrir del tiempo como una línea, “un tiempo perdido” que se nos escapa de las manos sin darnos cuenta. Ella, completamente inmersa en la muestra, representa un reloj mecánico y sus pasos son el tic-tac que van marcando un ritmo. Una obra para reflexionar. Una obra en donde se pone en juego lo vacío y lo lleno. Una obra para hacer visible lo invisible: el paso del tiempo.

Cuarta parada: Conde Duque

Tejedores de agua. Una de las exposiciones colectivas que no se puede dejar de visitar. José Roca y Alejandro Martín son los curadores de esta muestra en la que más de 15 artistas colombianos, de manera metafórica y también literal, relacionan la imagen del río y la acción de tejer con las prácticas artísticas contemporáneas en Colombia. En otras palabras, los trabajos de esta exposición investigan, partiendo del río como eje central, las formas en que cultura y naturaleza se entrecruzan. En estas obras se ven desde dibujos, cerámicas y tejidos, hasta proyecciones de audio y video. Diseño, artesanía y arte. Colores, luces y sonidos que lo hacen sentir como en casa y le recuerdan esas culturas típicas de cada región de nuestro país. Sonidos como el del cauce del río: fuerte, potente, constante, y a lo lejos algunas voces de nuestros abuelos. De nuestros ancestros.

Quinta parada: Centro Cultural Daoiz y Velarde

Óscar Murillo. Qué placer grande es verlo y más aún escucharlo. A pesar de vivir en Londres desde que era un niño, no pierde su acento caribeño y los modismos típicos del Valle del Cauca. Acompañado por su padre Belisario Caicedo, nos habló de su nuevo proyecto: De marcha ¿una rumba? No, solo un desfile con ética y estética. El espacio es grande y el ambiente cálido y añejado le suma magia a sus piezas. A simple vista parece una puesta desordenada. Carteles de protesta, fotografías intervenidas -algunas expuestas al revés-, cabezas de maniquíes femeninos negros y blancos, una pasarela de estacas y varias cajas de cartón regadas por ahí, se acompañan de un audio: una carta de Belisario hablando sobre la historia de su familia y su experiencia al salir del país en busca de nuevas oportunidades.

El relato se puede oír en cuatro idiomas: en español con acento colombiano, en inglés con acento británico, en francés, supongo que con acento parisino, y en hebreo... pues con acento hebreo. En conjunto, es una obra que hace un análisis abstracto sobre el movimiento migratorio.

* Por invitación del
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