El lanzamiento en Netflix de Cien años de soledad, la adaptación televisiva de la novela de Gabriel García Márquez, ha despertado la curiosidad de los internautas sobre cómo se ha llevado a cabo su proceso de creación. La serie es vista no solo como un homenaje a la obra literaria, sino también como una nueva interpretación visual y sonora que transporta al espectador a los paisajes de Macondo.
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Camilo Sanabria, el compositor encargado de la banda sonora, conversó con EL COLOMBIANO sobre el trabajo creativo detrás de esta obra. Sanabria, conocido por su trabajo en cine, documentales y televisión, tiene una formación que incluye estudios de piano con la maestra Radostina Petkova, composición con los maestros Guillermo Gaviria, Michael Gatonska y Alba Fernanda Triana, y una maestría en Música con énfasis en composición académica de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Además, ha cursado estudios de música para cine en la Universidad de Nueva York.
Sanabria explicó que, aunque Cien años de soledad está “muy enlazado con un universo sonoro”, la novela no ofrece “referentes tan claros de la música”. A pesar de esto, para el compositor, fue clave “olvidarse de esa propuesta” del libro para sumergirse en la propuesta audiovisual. “Musicalmente tenía que estar muy concentrado en la propuesta audiovisual, sí, qué es lo que iba a hacer, nuestro punto de vista de eso”, indicó Sanabria. Este enfoque, en su opinión, hizo que la música fuera una herramienta para dar vida a la atmósfera de Macondo.
La creación de la música también estuvo marcada por un enfoque de “juego entre la realidad y la ficción”. Sanabria explicó que su visión del libro tuvo la influencia de las historias de los abuelos y de las tragedias históricas como la masacre de las bananeras, que “parecían de ficción” antes de descubrir que formaban parte de la realidad. Este contraste entre lo real y lo fantástico se refleja en la música, que cambia a lo largo de los episodios, comenzando con “sonidos primarios y sencillos” y evolucionando hacia composiciones más sofisticadas. “La idea era tener un Macondo que sonara único, que sonara propio”, afirmó el compositor, refiriéndose a su trabajo de mezcla entre la sonoridad local y el lenguaje musical universal.
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Uno de los aspectos destacados de la banda sonora fue la inclusión de sonidos naturales, como el viento y las chicharras, que contribuyen a crear la sensación de un Macondo primitivo y en constante transformación. “Hay un diálogo entre una naturaleza y la música”, comentó el compositor. Este enfoque fue complementado por la colaboración con Juancho Valencia, que aportó la música autóctona utilizada en el set. Sanabria dijo que, aunque ambos trabajaron de manera independiente, estuvieron en “constante comunicación” para complementar sus visiones y crear una obra cohesiva.
