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Conozca esta galería en Medellín que trae arte contemporáneo local
Está en El Poblado desde hace un año con el nombre de su dueño, Carlos Orozco.
La intención es abrirse a lo no tradicional.
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La galería se ubica en El Poblado, en medio de restaurantes y bares. FOTO cortesía. -
03 de septiembre de 2022
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En la calle 12, entre las carreras 43 D y 43 E del barrio Manila, varios bloques de libros zunchados y cubiertos de carbón se apilan en las fachadas. Esos objetos podrían parecer un arrume de baterías o cajas de icopor, pero lo que buscó el artista plástico Bairo Martínez fue “construir un paisaje a partir de objetos encontrados como los libros, que tienen un bagaje, una memoria, que no es otra cosa que el recuerdo”. Este Paisaje en construcción es la primera intervención artística en los exteriores de la Galería Carlos Orozco, que desde hace un año se planteó el reto de ser un espacio curatorial activo.
La génesis de la sala de exposiciones se remonta al negocio de marquetería que su papá inició en 1985 en este mismo sector de la comuna 14, El Poblado. Al igual que él, Carlos Orozco tiene el olfato del negociante antioqueño, pero tantos años de coleccionismo de arte y las amistades lo contagiaron de ese espíritu cultural y artístico que hoy se siente en la galería. Comenzó comprando arte costumbrista para luego trascender, con plena conciencia, a la adquisición de arte contemporáneo colombiano.
Sobre su colección, Augusto Restrepo, librero del sector, manifiesta que “quizá Carlos sea uno de los grandes coleccionistas de arte gráfico en el país, puede estar en el top 10. Desde hace años él entendió la idea del original múltiple y se aficionó a esa forma de producción”. Este furor tuvo su auge en la década de los setenta en las bienales de artes gráficas de Cali, donde se concretaron las ansias del público por adquirir obras de arte a precios asequibles.
Además de su diversa y nutrida colección, en noviembre del año pasado inauguró su primera exposición. Para Orozco, este proyecto “hace parte de un proceso evolutivo que es el resultado de establecer metas y objetivos. Es algo que he ido madurando, porque mis bases son las de un inversionista”.
El tránsito de marquetero a galerista lo asumió con una actitud plural y crítica. En este sentido, le interesa mostrar artistas nacionales de mediana o larga trayectoria, además de los recién egresados. Por otra parte, se distancia del exhibicionismo de las grandes firmas, de mucho mercado comercial, para dinamizar la escena local con artistas que alteren el gusto social.
En la primera exposición convocó al artista plástico Yairo Mejía con su serie Vacíos. Un pintor que, en palabras del librero Augusto Restrepo, “trascendió la modernidad con la abstracción geométrica para instalarse en lo que hoy conocemos como arte contemporáneo”.
Mejía presentó una obra pictórica y escultórica que posee fuerza por su registro cromático y sus formas, para estimular la experiencia sensible. El curador Armando Montoya describió su poética como “una pintura que existe porque sí, porque es real en sí misma, así de simple, sin buscar o sujetarse a la tiranía de un significado, porque en adelante será el sustento de la forma, será color, pura composición y a veces también textura táctil”.
Una apuesta expositiva
Entre los meses de febrero y abril de este año, la galería ofreció dos exposiciones con la curaduría de Sara Guarín. La primera fue de arte pop que incluyó obras pictóricas de dieciséis artistas nacionales y de una joven puertorriqueña.
Orozco explica que optaron por ese movimiento artístico “para acercar al mayor número de público posible a un arte poco conocido en la ciudad”. La capital de Antioquia no siempre se ha caracterizado por una entusiasta apertura en las artes plásticas; al contrario, se empeña con frecuencia en mantener incólume el lugar común.
Tras el cierre de esta muestra, Guarín activó la rica colección de Carlos Orozco con la exposición Colombia sobre papel. Allí confluyó el trabajo de un grupo de destacados artistas como Flor María Bouhot, Dora Ramírez, Beatriz González, Luis Caballero y David Manzur. La obra gráfica, asevera Guarín, “responde a la necesidad de los artistas de reproducir una obra sin perder la autenticidad, haciendo series limitadas que permiten tener una pieza original, pero no necesariamente única”.
En mayo, bajo la curaduría de Sol Astrid Giraldo, la galería inauguró la muestra El latido de las cosas de Bairo Martínez. Un artista plástico y visual que deambula por las calles de la ciudad para reapropiarse y decodificar los objetos usados; no en vano Giraldo lo califica de fetichista.
En los desechos citadinos, Martínez explora su potencial creativo para provocar un comentario social y políticamente comprometido. Por lo general, interviene los objetos con el carbón porque “es un material noble, dúctil, que ofrece muchas posibilidades plásticas”. Libros, maderas, costales, dispositivos electrónicos y varillas son algunos de los objetos cotidianos que Martínez transforma en paisaje rural o urbano. La exposición le rindió un tributo a lo tangible.
La curadora terminó hilando un relato acerca del paisaje en la muestra Ciudad crónica. Con un énfasis en lo urbano, Giraldo convocó al pintor paisa Jorge Zapata y al español Luis Martín, junto al dibujante bogotano Iván Navarro. Quien visite la exposición (abierta hasta hoy) podrá recorrer, a un borde de pared de distancia, desde el Parque de El Poblado hasta el “Bronx” de Medellín. O si lo prefiere, sumergirse en la hora pico del Transmilenio con todo lo que convive en esa “burbuja bizarra”. En estos tres artistas se engloban diferentes versiones y estéticas de las urbes sin que “ninguno sea más veraz que el otro”, anota Sol Astrid Giraldo .
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