El trino de la Presidencia de Malí que confirmó la liberación de la monja Gloria Narváez, el pasado 9 de octubre, fue todo un alivio para el coronel Gustavo Adolfo Camargo, quien pudo cerrar un capítulo de cuatro años de inteligencia.
La misión, la cual le describe a EL COLOMBIANO como la más difícil en sus 18 años de trayectoria en el Gaula, implicó seis viajes a Malí durante el tiempo del secuestro, exponiéndose a una facción de Al Qaeda sumamente violenta y peligrosa, en un país anclado en el Sahara y con múltiples barreras de comunicación. Pero los 40 grados de temperatura, el poco acceso a agua potable y los 7.776 kilómetros que lo apartaban de Colombia no minaron en el plan de encontrar a la monja nariñense.
El primer viaje al país africano se dio 20 días después del secuestro, ocurrido el 7 de febrero de 2017 en la aldea Karangasso, a 400 km de Bamako, la capital de Malí. Ya que Colombia no tiene embajada en ese país africano, los cinco policías que tenían la misión tuvieron que llegar a Ghana para tramitar los permisos de ingreso. Para ese proceso fue clave la cooperación con España y Francia, que facilitaron las relaciones diplomáticas con las autoridades malienses.
“Después de llegar a Bamako nos dimos cuenta que la solución a este caso era la liberación y no un rescate”, recuerda el coronel Camargo, debido a las difíciles condiciones con las que se toparon. Describe a Malí como uno de esos pueblos lejanos de la costa Caribe: árido y muy rural, con una capital en la que si mucho, hay cinco edificios. El resto del país es desértico, caluroso y muy pobre.
Los investigadores colombianos hablaban inglés, pero en Malí es dominante el francés. Sin embargo, entre más se alejaban de la capital, menos entendían la lengua, que cambiaba al bambará, idioma de por lo menos la mitad de los malienses (un país con aproximadamente 20.250.834 de personas). Por eso, tuvieron que empezar a “disfrazarse” de profesores, voluntarios y ayudantes de las ONG, ya que su fenotipo y acento los hacía plenamente reconocibles.
Luego de tres meses en Malí, retornaron a Colombia con algo claro: sor Gloria estaba en poder del Frente de Liberación Macina bajo participación de Yihadistas Bambará de Sikasso, aliados de Al Qaeda, quienes la secuestraron asumiendo que era diplomática, cuando lo cierto era que fungía como voluntaria de enfermería. Por eso, pedían 3 millones de dólares por su liberación.