El mundo se estrechó un poco más para los venezolanos. Avianca cambió la decisión de cancelar sus vuelos desde y hacia Caracas a partir del 16 de agosto, y optó por iniciar la suspensión desde ayer, dejando a viajeros con maletas y sin certeza sobre su rumbo.
Víctor Razetto guardaba la ilusión de volar desde Lima hacia Caracas el próximo 4 de noviembre, cuando está planeado el parto de su primer hijo. Hace tres meses tuvo que salir de Venezuela porque la empresa de tercerización en la que trabajaba quebró, y al día siguiente personal del Gobierno expropió las herramientas, sistemas e infraestructura que quedaba.
En Lima realiza trabajos esporádicos para enviar medicinas a su esposa, que tiene un embarazo de alto riesgo, e implementos para el bebé que viene en camino, pero ahora no tiene certeza de regresar a tiempo: “compré el tiquete hace meses en una promoción, y con el reembolso que me dé Avianca difícilmente encontraré uno en el mismo valor”.
Si quienes adquirieron boletos para los próximos días están en vilo, aquellos que pretendían viajar antes de la Asamblea Nacional Constituyente del domingo, sí que están inciertos. Carla Chirilos, dueña de una agencia de viajes en Maracaibo, relata que la demanda actual de tiquetes está “desbordada”. Mientras en una fecha corriente recibía un promedio de 70 solicitudes, sobre todo con destino a Estados Unidos, Chile, Panamá y Colombia, esta semana han sido más de 300, con personas que incluso han quedado en lista de espera porque hasta las compañías aéreas nacionales no dan a basto.
“La gente está desesperada por salir. Dicen que se van como sea. Están asustados por la Constituyente, sienten que podemos quedar atrapados en un país de dictadura. Si se van todas las aerolíneas, no solo me quedo yo sin trabajo, sino que los venezolanos perderíamos una vía de escape”, comenta.