Después de varias semanas de negociaciones y rumores, el Ministerio de Salud publicó la semana pasada la resolución 1120 con la que por fin le dio luz verde a las iglesias para reabrir.
Entre las directrices del Gobierno está que en los primeros 15 días, los templos tendrán un aforo de 50 personas máximo y, en los siguiente 15 días, la ocupación aumentará al 35 % de cada lugar. Sin embargo, las particularidades del protocolo se las dejó a los representantes de cada religión.
La Iglesia Católica, que tuvo un papel protagónico en el diálogo, ya definió cuáles serán los cambios que implementará los cuales incluyen inscripción previa de los fieles que asistirán , control de temperatura a la entrada, no dar la paz y prohibir la participación de menores de edad.
Para conocer de primera mano la postura de la Iglesia, EL COLOMBIANO habló con monseñor Elkin Fernando Álvarez, secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), sobre el protocolo que ya se está ejecutando en municipios como Aguazul, Casanare, y Salamina, Caldas.
Álvarez no ocultó su optimismo y confianza, aseverando que “las normas procuran que no haya lo que fuera fuente de contagio”.
¿Cuál ha sido el efecto de la clausura de los templos por tres meses?
“Las parroquias continuaron celebrando la fe, congregaron a través de los medios virtuales, se pudo reflexionar. Además, toda la experiencia de la pandemia hizo que muchas personas también volvieran, por su necesidad, a la confesión de su credo. No sabemos cómo se seguirá desarrollando, pero esperamos que con la vuelta a los templos continuemos ese camino de tener una participación plena”.
¿Cómo fue el diálogo con el Gobierno Nacional?
“Fue amplio y se consideraron muchos aspectos. En algunos momentos, se concentró en la identidad propia de la Iglesia Católica, pero también estuvimos en el diálogo con todo el sector interreligioso. Nosotros pusimos de presente las medidas que debemos tomar para volver a las celebraciones litúrgicas con la presencia de los fieles, siendo conscientes de la necesidad primaria de proteger la vida”.
¿Por qué es importante que se vuelva a la presencialidad, cuando han llegado con éxito las personas a través de medios virtuales?
“Los medios virtuales son una medida extraordinaria fruto de la contingencia. El Papa Francisco nos ha dicho que no nos podemos quedar en una celebración virtual del ministerio. Los sacramentos necesitan de la presencia física”.
¿Cree que los protocolos serán suficientes para
proteger a los feligreses?
“Hemos contemplado todas las situaciones posibles. Ahora estamos en el trabajo de concientizar a los fieles que deben guardar estas líneas planteadas para cuidarse y evitar contagios en la propagación del virus. Se han tomado suficientes medidas y esperamos que en las parroquias se puedan implementar”.
Hay cambios importantes en la realización de los
sacramentos, ¿qué impacto van a tener las restricciones?
“Las determinaciones sobre los sacramentos buscan mantener las formas de bioseguridad, incluyendo que no haya contacto físico y que en todos los momentos se cuide el cumplimiento de las normas. Las parroquias se van a adaptar a esto. El pacto es que se puedan continuar celebrando los sacramentos con esas normas, siempre dando prioridad a la salud de las personas”.
Expertos han alertado que uno de los lugares más propensos para la propagación del virus es, precisamente, un templo. ¿Reabrirlos, cuando aún no se ha llegado a un pico de contagios, no es un riesgo para la salud?
“Todos esos elementos entraron en la consideración del Ministerio de Salud, no se han ignorado las opiniones de los expertos. Por eso se han definido unas normas que, a mi modo de ver, procuran que no ocurra lo que puede ser fuente de contagio: las aglomeraciones, la cercanía física y la falta de aireación. En las normas se ha procurado prevenir esas cosas que son la fuente principal de los contagios. Se han sopesado todos los escenarios posibles”.
En el caso de que se detecte el virus en alguna persona, ¿cuál sería el protocolo a seguir?
“Tal situación también está prevista en la norma general del Ministerio de Salud. Para esto habrá control de ingreso y toma de temperatura. Y si en algún momento aparecen los síntomas, hay una ruta para informar a las autoridades sanitarias locales, por eso acudimos al apoyo de los alcaldes de los municipios donde se realice el piloto”.
¿Qué sigue en este
contexto para la Iglesia?
“Nos proponemos un trabajo pastoral que incida en la realidad de las comunidades según las circunstancias de cada región. Seguiremos anunciando el evangelio, insistiendo en aquello que nos puede hacer salir de la crisis de esta pandemia. La evolución de la situación es muy rápida, así que estamos atentos, queriendo escuchar a Dios”.
¿Cómo ve la CEC la
atención de la crisis por
el coronavirus en el país?
“Hay muchas realidades que se han acentuado en medio de la crisis. En este momento quisiéramos enviar una palabra de esperanza, de ponernos en la tarea de aprender las lecciones de esta crisis y de invitar a todos a unirnos a salir adelante, como lo ha subrayado el Papa Francisco”.
¿Cuál ha sido la
importancia de la fe en
estos momentos?
“En esto también me remito al Papa, que nos ha invitado a volver a nuestra fe. Nos hemos dado cuenta de la fragilidad a la que nos ha enfrentado este virus y, en esto, la fortaleza espiritual y la confianza en Dios es fundamental”.