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La salida de Carolina Corcho del Ministerio de Salud fue, sin duda, de las más sorpresivas de las que anunció el presidente Gustavo Petro esta semana, luego de pedirles la renuncia protocolaria a todos los miembros de su gabinete.
El fin de su ministerio se dio un día después de que la ponencia positiva de la reforma a la salud fuera aprobada en la Comisión Séptima de Cámara, con un apoyo tácito e implícito de los representantes de los partidos Liberal, Conservador y de La U. Lo que hizo que su dimisión de la cartera cayera como un baldado de agua fría en los movimientos médicos que la respaldan desde sus años de activismo político.
Muestra de ello son las palabras de la presidenta de la Federación Médica Colombiana, Ana María Soleibe, quien le dijo a este diario que “para las organizaciones sociales es un golpe fuerte porque ella es nuestra vocera y ha sido una defensora de esta reforma” y que “ahora el ejercicio (con la reforma) será un poco más difícil, pero continuaremos apoyando y esperamos que el nuevo ministro cumpla con la propuesta del Gobierno”.
Soleibe se refiere a Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. Un curtido político tolimense y médico cirujano de profesión que lleva 47 años ocupando cargos en el Estado, en los que ha sido concejal, diputado, representante a la Cámara, gobernador, senador, secretario de Salud y de Gobierno y alcalde.
De hecho, Corcho llegó a ser ministra después de ganarle el pulso a Jaramillo y al hoy embajador de Colombia ante la ONU, Mauricio Bustamante, con quien la ahora exministra tuvo su primer distanciamiento con el petrismo en 2015, cuando Petro era alcalde de Bogotá. En Julio de ese año, Bustamante –como secretario de Salud– la declaró insubsistente para el cargo de directora de Participación Social y Servicio al Ciudadano. Situación que la mantuvo alejada de la Colombia Humana hasta la campaña de Petro en 2018.
La gestión de Corcho frente a la cartera de salud se caracterizó por el talante confrontacional con las entidades promotoras de salud (EPS), a las que señaló de facturar y no curar; por un intento de adquirir vacunas contra la viruela símica que se quedó en el anuncio de que Japón donaría 25 mil dosis y no llegaron; así como por un trámite de la reforma a la salud en el Congreso que aún no inicia su debate de fondo y que terminó siendo el florero de llorente para que Petro rompiera la coalición de gobierno con los partidos Liberal, Conservador y de La U.
En su jefatura en esta cartera, no obstante, también se expidió la resolución 051 de 2023 que dio cumplimiento a la Sentencia C-055 de 2022 de la Corte Constitucional que despenalizó el aborto hasta la semana 24 de gestación.
Con Guillermo Jaramillo ahora al mando del ministerio y de la reforma, llega un hombre que, al menos de inicio, genera mayor confianza en un sector que está sumido en la incertidumbre. Así lo señala el profesor y experto en salud, Paúl Rodríguez, al asegurar que con él “podría abrirse espacio para que la reforma tome un sentido más técnico al ser una persona con experiencia pública en el sector salud y que puede abrir la puerta para mejorar el diálogo”.
Por eso, agregó que “el Ministerio puede volver a ser más técnico, como lo había sido tradicionalmente, y bajar el humo en la discusión que ha sido tan ideológica”.
Las palabras de la directora de Gestarsalud (gremio de las EPS subsidiadas) resumen la esperanza de este sector con el ministro: “le manifestamos nuestro deseo de contribuir en la construcción de una reforma a la salud que cumpla con los objetivos del Gobierno y que beneficie al país”. Solo el tiempo mostrará qué tan acertado fue su nombramiento.
Periodista con cinco años de experiencia en medios de comunicación.