En medio de la guerra fría que se vive en el corazón del Gobierno de Gustavo Petro por parte del ministro del Interior, Armando Benedetti, y la canciller Laura Sarabia, este lunes se conoció una columna de la funcionaria en la que lanza varias pullas y reivindica el papel de las secretarias. Lo anterior, luego de que Benedetti se refirió en esos términos a la hoy ministra de Relaciones Exteriores.
El trasfondo del rifirrafe son los audios que la semana pasada entregó Sarabia a la Fiscalía relacionados, al parecer, con la presunta financiación ilegal de la campaña Petro Presidente. En la conversación, que data de 2023, Benedetti dice haberse movido “duro” en la Fiscalía, al tiempo que resaltaba que podían nombrarlo “de lo que sea”.
“Me moví hoy duro en la Fiscalía y me dicen que me pueden nombrar de lo que sea, que no pasa absolutamente nada de nada. Ahora (...) con el número uno, y con Jaimes, y me dijeron que no pasa un culo, que me pueden nombrar de lo que tú quieras”, le dice Benedetti a Sarabia en notas de voz. De hecho, ante la controversia y el alcance de sus declaraciones, el ministro se limitó a responder la semana pasada que no diría nada: “Desde que ella dejó de ser mi secretaria no me importa lo que haga o deje de hacer”.
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Frente a ello, en una columna publicada este lunes en el diario La República y titulada “De las secretarias y personas de a pie en el Gobierno del cambio”, Sarabia defiende que ser mujer, ser joven y “haber sido para algunos una secretaria” no la retrae. “Me define. Y me enorgullece”.
“Que quede claro que mi juego no es desafiar detrás de otros, esconderme tras velos, ni instrumentalizar personas o fabricar falsos testigos. Salgo de frente. Doy la cara. Lo hago con claridad, con determinación y con respeto absoluto a la institucionalidad, principio que para mí no es negociable. Nadie podrá decir que no”, manifestó la funcionaria en la columna.
En el texto, Sarabia citó a Antonio Caballero y, si bien señaló que Colombia ha vivido entre dos mundos –“el de los de arriba y el de los de abajo”–, destacó que en el Gobierno Petro “esa frontera se rompió” y se “detonó al establecimiento”.
“Secretarias, trabajadores modestos, sindicalistas, activistas, clases populares: llegamos al Gobierno. Hemos gobernado. ¿Nos hemos equivocado? Seguro que a veces sí. ¿Hemos acertado? Seguramente, otras veces también. Pero más que el juicio del presente o del escándalo inmediato, será la historia –con la distancia de los años– la que evalúe a cada uno de nosotros”, indicó.
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Por otro lado, dijo no renegar su origen popular. “No nos avergüenza la universidad en la que estudiamos con esfuerzo, ni los multifamiliares de donde venimos. Mucho menos nos avergüenza haber sido secretarias y personas de a pie. Tampoco nos preocupa cumplir con estándares estéticos”.
En esa línea, refiriéndose a las personas del común “sin cirugías, sin bisturí, sin ‘retoques’”, la hoy canciller defendió que los cuerpos no son vitrinas: “son cuerpos que han trabajado, luchado, y caminado la vida como ha tocado. Y si a alguien le incomodan los brazos anchos, las piernas reales o las telas sencillas, ese es un problema de su mirada, no de nuestra dignidad. Rompimos barreras”.
Reivindicando también que participa del debate público y si debe defenderse lo hace, Sarabia declaró que todo lo que afirma lo ha puesto en conocimiento de las autoridades competentes, a quienes reconoció su autoridad y legitimidad.
“En mi caso, aprovecho esta circunstancia para rendir homenaje a todas las secretarias, que han sido –que somos– fundamentales en la vida de este país. Hemos trabajado en silencio, con discreción, muchas veces en la invisibilidad. Nos hemos ocupado de lo privado y lo íntimo, hemos conocido caprichos, emociones, miedos y rencores. Ejecutamos órdenes, incluso cuando nos parecen absurdas, con lealtad, paciencia y una forma de afecto que a veces incluye frustración”, agregó.
La columna concluye señalando que, más allá de “cualquier provocación o episodio grotesco” que tendrá que ser esclarecido por las autoridades, el texto es un homenaje de Sarabia a las secretarias. “A su trabajo. A su dignidad. Porque ese no es un título peyorativo ni una forma de disminuir a nadie. Y menos en el Gobierno del cambio. Un gobierno de las clases populares. Con un par de excepciones, claro está”.