Si bien la sensación de una gran pérdida no se desprende del alma de los sanandresanos por lo que implicó la decisión de La Haya frente a Nicaragua hace dos años, hoy el archipiélago es más que “el patio de descanso” para los colombianos.
Así por lo menos lo interpreta la gobernadora de la isla, Aury Guerrero, para quien lo que se requiere ahora es la definición del tratado con el país centroamericano que favorezca a los pescadores y se concluyan las obras que ya se evidencian en las calles.
¿Qué ha pasado con San Andrés luego de dos años del fallo de la Haya?
“Para poder hacer un análisis completo de qué ha pasado con San Andrés, lo divido en varios temas fundamentales: el jurídico, de defensa, del concepto de territorio, la participación de la comunidad en el proceso y el desarrollo social. En el tema jurídico nosotros sabemos que todavía hay un proceso largo que no se ha definido, unas reclamaciones constantes que ha vuelto a presentar Nicaragua. El presidente Juan Manuel Santos ha dicho que es inaplicable si no se estructura una normatividad que nos permita cohabitar en el mismo sector, reconociendo las relaciones que existían entre San Andrés y Nicaragua, pero sin desconocer la propiedad del territorio de la comunidad raizal dentro de ese proceso. Estamos a la espera de que en ese proceso se nos invite, que podamos participar y a esperar”.
¿No es muy frustrante para usted que en dos años del fallo de La Haya el litigio siga abierto, sin resolverse? “Nosotros veníamos en litigio hace cerca de 10 años. Llegamos a un fallo donde se definió que la parte de tierra firme no era discusión y en esta última discusión donde dijeron que todo el tema de mar le correspondía a Nicaragua, es un litigio que dada su complejidad tampoco se puede resolver de manera rápida e inmediatamente. Ahora, para nosotros sería frustrante que sin continuar un debate, con argumentos, poder defender. Un tema que a nuestro parecer nunca se tuvo en cuenta, que no se defendió de una manera sólida es el de la reserva de biosfera que fue declarada por la Unesco, y si lo evaluamos es un tratado que no se respetó. Entonces, claro que cuando hay un proceso jurídico abierto pendiente sin saber cuál será el resultado, se mantiene una constante zozobra. Hay una sensación de inestabilidad”.
¿En aspectos sociales
qué se ha hecho?
“Nosotros vivíamos en un San Andrés, que a diferencia de Colombia, el mar es la vida. Nosotros no estamos de espaldas al mar, estábamos de frente al mar, es una de nuestras grandes oportunidades, del fortalecimiento industrial. Y en un momento determinado, nos dicen que ojo, que este mar es compartido. En el tema de pesca sabemos que la Armada está allí en el Meridiano 82, pero las personas entran a pescar a Luna Verde, allá todo mundo entra, no se respetan las épocas de veda señaladas por Colombia, no se prohibe el ingreso. Y ese es uno de los temas por los que se hace urgente el tratado. Entonces, tenemos el esquema de pesca un poco disminuido, embarcaciones industriales que antes pescaban con Colombia se fueron a pescar con Nicaragua porque de pronto las condiciones son más favorables allá. Con muchos de los beneficios que dio el Gobierno Nacional algunos volvieron a matricularse con bandera colombiana. De todas maneras, en San Andrés cuando tú hablas del 19 de noviembre la sensación de pérdida es algo que no desaparece. Es la sensación de sustraer, de dejar desamparado, esa es la sensación que aún se percibe en las personas, que aún está en la mentalidad. Y con quien hables, vas a encontrar el mismo reflejo. Yo siempre lo he comparado así: quítele a Antioquia una montaña, aunque tenga miles, y verá cómo se siente. Quince años después va a persistir. Quince, veinte años después seguirá esa sensación de pérdida”.