El despliegue propagandístico de la guerrilla del ELN durante la celebración del 60° aniversario de su fundación, despertó inquietudes sobre cuál es la realidad de su presencia delincuencial en el país.
Las banderas y pancartas despertaron zozobra en sitios en los que no es común ver a su tropa uniformada, como Medellín, Bogotá (localidad de Usme), Cali, Chita y Sogamoso (Boyacá), entre otros.
Fuentes judiciales consultadas por EL COLOMBIANO indicaron que el grupo insurgente acostumbra a realizar operaciones psicológicas de este tipo, usualmente en fechas y coyunturas especiales, para aparentar una presencia militar que no tiene.
“Por medio del Frente Urbano Nacional, o de otras células políticas, contratan a bandas locales, grupos de izquierda radical o incluso población civil, para que instalen banderas, pasacalles y falsos artefactos explosivos en lugares concurridos o muy visibles, y así dar la impresión de que están en todas partes”, manifestó un investigador.
Las redes sociales y medios de comunicación, a veces sin proponérselo, se encargan de replicar esa supuesta presencia, lo que sirve a los intereses del grupo terrorista, en particular en momentos en los que trata de demostrar su poder e influencia ante el congelamiento de las negociaciones de paz con el Gobierno Nacional.