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Tras las huellas de los irlandeses que entrenaron a las Farc

Se metieron al país en épocas de la zona de distensión del Caguán. Expertos en explosivos del ERI, ahora recibieron indulto de la JEP.

  • Los irlandeses James Monaghan, Niall Connolly y Martin McCauley durante una audiencia pública en 2001, mientras eran acusados. FOTO Archivo El Colombiano
    Los irlandeses James Monaghan, Niall Connolly y Martin McCauley durante una audiencia pública en 2001, mientras eran acusados. FOTO Archivo El Colombiano
18 de mayo de 2020
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El capitán del Ejército Wber Orlando Pulido Parada, oficial de Inteligencia del Batallón de Policía Militar N° 13 de Bogotá, supo que en la zona de distensión de San Vicente del Caguán los guerrilleros de las Farc se estaban armando hasta los dientes. Ellos, que normalmente utilizaban explosivos industriales robados, empezaron a hacer volar puestos y bases militares y de policía con artefactos explosivos improvisados (AEI).

Junto a sus hombres de inteligencia descubrió que, paralelo a la negociación de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Farc, la insurgencia había incrementado sus acciones violentas con los famosos lanzamientos de morteros que, según se tenían noticias, era un método utilizado por el grupo irregular irlandés IRA.

A partir de 1995, Inteligencia vio el aumento en el uso de elementos improvisados como minas antiaéreas, rompe mallas, sombrero chino, mecanismos explosivos tipo cajón, antipersonal, jumbo, camándula, campana, costal, tarugo, cargas antitanques y la implementación de temporizadores electrónicos que no se conocían.

Descubrieron también, por información en terreno, que el Secretariado de las Farc había contactado a extranjeros para el entrenamiento. Los llevaron a la zona de distensión haciéndolos pasar como integrantes de una organización política de Irlanda del Norte.

Las coincidencias eran claras, las Farc, como el Ira, utilizaban cilindros de corte horizontal para dar la forma de un tubo de mortero; compartían también el uso de granadas con partes unidas por rosca o soldadura. En las rampas de lanzamiento múltiple sobre vehículos, colocaban un tanque con el fin de darle inclinación a los tubos de lanzamiento de 45 grados, la necesaria para que una granada tuviera el máximo alcance.

La primera información indicaba que el 11 de agosto de 2001, tres irlandeses volverían a su país en un vuelo de Air France, desde el Aeropuerto El Dorado, tras haber permanecido varias semanas en la zona de distensión, así que organizó un operativo para identificar si se trataba de colaboradores de la guerrilla.

No era común que por esa época ciudadanos extranjeros llegaran de turismo a Colombia, catalogado como uno de los países más peligrosos del mundo para ese entonces. Menos que entraran al Caguán. Si lograron hacerlo, supuso, se debía a la autorización expresa del Secretariado.

Documentos falsos

Fue así como John Joseph Kelly, Edward Joseph Campbell y David Bracken, fueron interceptados para verificar sus identificaciones y el motivo de su estadía en esa zona.

Al solicitarle la identificación a Kelly, el irlandés dijo que ese no era su nombre, motivo por el cual los retuvieron para identificarlos plenamente, solicitando ante la Embajada Británica, con fotocopias de sus pasaportes, confirmación de sus identidades.

La embajada respondió que para esos nombres no existían antecedentes penales, pero advirtió que las fotografías de Kelly y Campbell pertenecían en realidad a Martín John Mc. Cauley y James William Monaghan, justo las personas que estaban en frente de los funcionarios colombianos. Ambos miembros del Ejército Republicano Irlandés (ERI), con vínculos al departamento de ingeniería de dicha organización y expertos en el desarrollo y fabricación de artefactos explosivos no convencionales.

Más tarde llegó información de la embajada que señalaba que Bracken, en realidad, había fallecido y que su identidad había sido robada por Niall Connolly, el tercer sujeto.

Los irlandeses aseguraron que estaban de turismo y en labores de reportería, como si se tratara de periodistas. Argumentaron la falsedad en sus documentos porque no querían ser estigmatizados por el conflicto de su país, no portaban cuadernos con apuntes ni grabadoras y, aunque cargaban cámaras, estas no contenían ninguna grabación, así que los aprehendidos fueron llevados al Batallón N°13.

Detectaron los explosivos

Las identidades falsas fueron el indicio de que algo muy raro ocurría, pero eran necesarias pruebas para determinar si estos tres irlandeses eran quienes estaban entrenando a las Farc en armas no convencionales con las que estaban alterando el equilibrio de fuerzas a su favor.

Al día siguiente, 12 de agosto de 2001, la Fiscalía abrió investigación contra Mc. Cauley, Monaghan y Connolly. Como era menester verificar si los elementos personales presentaban residuos de explosivos, se ordenó la práctica de prueba científica, comisionando por el término de un día al perito químico del Laboratorio de Criminalística del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), para quien era imposible obtener los resultados en menos de tres días y estos eran necesarios para presentarlos ante un juez. Se trataba de un asunto de urgencia.

Así que acudieron a los funcionarios de la embajada de Estados Unidos para realizar el procedimiento a expensas de la policía judicial. El perito Anthony M. Hall juramentó su experiencia en el manejo de la máquina detectora de residuos explosivos, tomó muestras sobre los elementos personales de los retenidos utilizando filtros de papel redondos llamados E-MODE, para luego ingresarlos a la máquina que de manera automática arrojó el resultado: las muestras correspondientes a Monaghan tenían 12 resultados positivos y 10 negativos; las de Mc. Cauley arrojaron 13 negativos y uno positivo, y las de Connolly dieron 11 negativos y uno positivo. Prueba suficiente para procesarlos.

El juicio

Durante el proceso judicial los irlandeses aseguraron que eran turistas, que venían a aprender del proceso de paz, y que todo era un montaje orquestado por la representación británica y norteamericana en Colombia, que los querían incriminar por sus filiaciones políticas, ya que los tres se habían mostrado proclives a los republicanos irlandeses o al partido Sinn Fein, ala política del ERI.

A la salida de la primera audiencia del juicio, en julio de 2003, Connolly dijo a medios que desde “Inglaterra y Estados Unidos intentaron debilitar el proceso de paz en Colombia y también en Irlanda”, en tanto que Monhagan apuntó que ambas naciones “han intervenido para desvirtuar la verdad”.

Christopher Kenneth Johnson, oficial de la Real Policía de la Provincia del Ulster en Irlanda, manifestó que Monaghan fue arrestado en su país por posesión ilegal de sustancias explosivas y admitió que era miembro del Irish Republican Army (IRA). También dijo que fue detenido en Dublín y que se evadió del Tribunal explotando una bomba. Posteriormente fue encarcelado por los mismos motivos y condenado a diez años. Sobre Mc. Cauley aseguró que fue sentenciado por posesión ilegal de armas, su casa fue allanada en varias ocasiones sin hallarle nada comprometedor, pero luego fue encarcelado sindicado de un ataque con rockets, y un homicidio.

Pero no solo extranjeros declararon contra de los irlandeses. Desmovilizados de las Farc reconocieron haberlos visto, transportado o haber recibido su entrenamiento.

Edwin Giovanny Rodríguez, quien fue conductor de alias “Mono Jojoy” para la época de los diálogos de paz, recordó que en febrero de 2001 su jefe “le dio la orden de recoger en La Sombra, Caquetá, a un hombre de 50 años de edad y de pelo blanco, a quien no podía dirigirle la palabra porque no hablaba español, con la indicación de llevarlo al Campamento La Y donde estaba destacado ‘Kael’, el comandante del Frente 16”. Dijo además que el extranjero iba como instructor militar, que estuvo en la zona desde el 5 al 25 de ese mismo mes instruyéndolos en la actividad de explosivos y fabricación de morteros. De los otros dos extranjeros dijo que estuvieron en el mismo sitio y por la misma época, pero dando instrucciones sobre otra clase de explosivos.

Los exguerrilleros Marco Enrique Trujillo, Giovanni Escobar y John Alexander Rodríguez los señalaron como instructores militares, que enseñaron a guerrilleros a manejar lanzamisiles, minas antipersonal y otros explosivos en diferentes oportunidades entre 1998 y 2001. Aportaron detalles de tiempo, modo y lugar.

El 26 de abril de 2004, el juez Primero Penal del circuito especializado de Bogotá dictó sentencia: los condenó entre 26 y 46 meses de prisión por el delito de uso de documento público falso, pero se abstuvo de proferir condena por entrenamiento para actividades ilícitas. Pagada su condena, se esfumaron.

En diciembre de ese mismo año el Tribunal Superior de Bogotá revocó en segunda instancia la sentencia y decidió que también eran culpables por el delito de entrenamiento para actividades ilícitas y que debían pagar penas de 17 años de prisión y 1.500 salarios mínimos mensuales de multa, pero no fue posible volverlos a encontrar.

¿A dónde fueron?

El DAS estaba seguro de que, tan pronto pudieron, los tres extranjeros salieron del país con otras identificaciones falsas. Las autoridades irlandesas aseguraban que tampoco estaban en su tierra natal, así que por muchos años inteligencia creyó que se escondían en Cuba, donde Connolly había vivido como representante del partido Sinn Fein.

Hasta que el 1° de noviembre de 2019, la Sala de Amnistía e Indulto de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) conoció una solicitud para que se les aplicara la amnistía por sus delitos. Están viviendo en Dublín (capital de Irlanda) y buscan un paz y salvo para dejar de temer a la solicitud de extradición aún vigente. Como soporte se encontraba todo el expediente que ha sido el insumo para este artículo.

El magistrado Juan José Cantillo les otorgó la amnistía por el delito de falsedad personal, con la condición de que firmaran el acta de sometimiento a la JEP que, según su abogado Diego Martínez, ya fue entregada a la Secretaría Ejecutiva. En ella se acogen al régimen de condicionalidad: prometen decir la verdad plena, reparar a las víctimas y dar garantías de no repetición.

Con esa amnistía tienen derecho al olvido, a no volver a ser requeridos por las autoridades con relación al porte de las identificaciones falsas que les fueron encontradas en 2001 en El Dorado.

Por el delito de entrenamiento para actividades ilícitas les fue otorgada la libertad condicional, mientras la Unidad de Investigación y Acusación practica pruebas, entre ellas entrevistas a quienes ostentaban la representación internacional de las Farc y se escucha la declaración, para determinar si la JEP les aplica la amnistía o inicia un proceso en la Sala de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad, en el cual podrían optar por sanciones (entre 5 y 8 años de restricción efectiva de la libertad).

De momento, Martín John Mc. Cauley, Neill Connolly y James William Monaghan (quien se identifica actualmente con su nombre en irlandés Séamus O’ Muineacháin) podrán seguir con sus vidas, al otro lado del océano, dejando más dudas que respuestas. Dudas como las que también dejó en su momento el mercenario israelí, Yair Klein , quien en la espiral de violencia se ubicó del lado del paramilitarismo, en el Magdalena Medio. Hechos probados cuyos autores y testimonios hoy gozan de impunidad a miles de kilómetros de Colombia ,

15
años estuvieron por fuera del rastro de las autoridades los tres irlandeses.
17
años de prisión debían pagar los tres irlandeses que se acaban de someter a la JEP.
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