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La estela de dolor y miedo que ha dejado la guerra en el Bajo Cauca antioqueño, y la degradación de un suelo arrasado por la minería ilegal y los cultivos de uso ilícito que sirve de combustible a esa guerra, son dos escenarios que en un futuro cercano cambiarán con una estrategia pensada como intervención integral: reforestar esas zonas afectadas por el conflicto.
Aníbal Gaviria, gobernador de Antioquia, expresó a EL COLOMBIANO que la idea de reforestar estos territorios afectados por economías ilícitas se hará dentro del plan del Gobierno Nacional denominado Zonas Futuro, con el que se pretende “transformar los territorios llevando institucionalidad con legalidad, emprendimiento y equidad, en las regiones más afectadas por la violencia, la criminalidad y la pobreza”.
Por esta razón, el mandatario antioqueño hizo un llamado al presidente Iván Duque para que se vincule a ese gran plan de reforestación del Bajo Cauca y algunos territorios del Sur de Córdoba, el cual ofrecerá alternativas de empleo e ingresos para muchas familias.
“No podemos negarnos que los aspectos fundamentales que llevan a esta criminalidad altísima en el Bajo Cauca son las rentas ilegales y esas rentas tienen dos grandes frentes: minería ilegal y la coca, y a esos dos los vamos atacar con la reforestación que es una herramienta muy importante. Esto no significa que descuidemos otras intervenciones integrales”, dijo Gaviria.
El gobernador agregó que con este plan que servirá para otras regiones del país, se le apuesta tanto a la defensa y respeto de la vida de manera integral como a la conservación del medio ambiente.
La confrontación desatada en los seis municipios del Bajo Cauca antioqueño en 2019 (Cáceres, Caucasia, El Bagre, Nechí, Tarazá y Zaragoza) entre los grupos armados ilegales Caparros, Clan del Golfo y Eln, dejó como víctimas a 76.451 personas según registros de la Unidad de Víctimas.
A este panorama se suman el 70 por ciento de los desplazamientos masivos ocurridos en este territorio en 2019 denunciados por la Defensoría del Pueblo, y los 20 homicidios que la Policía ha registrado en lo que va de este 2020.
Cansados de esta confrontación, algunos de los habitantes consultados coincidieron en que estrategias como la reforestación para enfrentar la criminalidad y recuperar las zonas de la confrontación, deben ser bien recibidos por las comunidades afectadas.
Así lo planteó Martha López, docente y Guardiana de la Naturaleza en Nechí, quien ve en esta iniciativa una buena propuesta para brindar oportunidades a jóvenes vulnerables en su territorio.
“Es una excelente idea porque se puede tomar en dos caminos: el primero, que sirva para recuperar zonas muy afectadas en sus ecosistemas por diversas razones; y la segunda, que brinda oportunidades a chicos que terminan estudios de básica secundaria y muchas veces no encuentran qué hacer. Esto les servirá para acceder a un mejor futuro”, expresó la profesora.
Sin embargo, algunos líderes que piden reserva de su nombre por la delicada situación de orden público que se vive en la región, no ven con buenos ojos que se combata la ilegalidad con la siembra de nuevos árboles, no porque la idea sea descabellada, sino porque los ilegales imponen sus reglas en las zonas donde existen las economías ilegales.
“Las autoridades ambientales nos han pedido ayuda para ingresar a los territorios y ejercer control, pero tenemos muy claro que por lo menos en mi zona mandan los Caparros y ellos determinan quienes entran y quienes no”, expresó el líder social.
Aun así, en el Bajo Cauca antioqueño ya se han realizado intervenciones como la de la agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que con su programa Acacia mangium ha logrado el reverdecer de 2 millones de árboles en 1.781 hectáreas de suelos degradados por la minería ilegal, y devuelto la esperanza a las comunidades que la guerra les arrasó con sus bosques y sus vidas.