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Nueva guerra es producto de las paces mal hechas

Los grupos disidentes, que se mantuvieron en armas aun cuando firmaron un acuerdo de paz, causan un drama humanitario en muchas regiones.

  • Solo cuando las facciones desmovilizadas entran en crisis y traen alertas humanitarias, se les tiene en cuenta. FOTO Julio Herrera
    Solo cuando las facciones desmovilizadas entran en crisis y traen alertas humanitarias, se les tiene en cuenta. FOTO Julio Herrera
18 de marzo de 2019
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El único de los Grupos Armados Organizados que existe, que no es una disidencia de otra organización que haya negociado la paz, es el Eln. El Clan del Golfo, las disidencias de las Farc, Los Pelusos y los Caparrapos son facciones que no estuvieron de acuerdo con la negociación que su estructura original adelantó con el Gobierno y decidieron rearmarse. Evidencia de que algo se está haciendo mal a la hora de dialogar.

Preocupa, por ejemplo, que el GAO residual (disidencias de las Farc) tenga a año y medio de la dejación de armas 3.000 miembros, de acuerdo con la Política Nacional de Defensa y Seguridad.

Álvaro Villarraga, exdirectivo del Centro Nacional de Memoria Histórica, dice que no es que los Acuerdos de Paz hayan sido equivocados, sino que el Estado nunca se preparó lo suficiente para ocupar los territorios.

“El Acuerdo supone que el Estado ocupó los territorios, que se acaba el paramilitarismo, que funciona la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, y nada de eso se ha aplicado a plenitud. En muchos territorios impera la ilegalidad”, señaló el académico.

Un reciente informe de Insight Crime, un centro de investigaciones del crimen organizado, atribuye las disidencias a varios factores, entre ellos el descontento de las bases por el incumplimiento a los acuerdos y la falta de protección a los desmovilizados.

Ese argumento tiene sentido, ya que desde que se firmó el Acuerdo con las Farc 85 exguerrilleros han sido asesinados. En el caso de los paramilitares se presentaron alarmantes cifras: para octubre de 2011, habían matado a 2.117 demovilizados y 3.000 habían denunciado amenazas. Otro caso importante fue el del Epl, que sufrió persecución al constituir el movimiento Esperanza Paz y Libertad.

El mercado ilegal

Villarraga insiste en que hasta que no se solucionen las economías ilegales, combustible de la violencia, ninguna paz será completa.

“No hemos sido solo economía de exportación de petróleo y de carbón sino también economía cocalera, es un tema estructural y de fondo. El problema es que existe el mercado ilegal que para abastecerla requiere fuerza de trabajo, que a su vez requiere fuerzas de seguridad”, advierte.

Insight Crime dice que “el tráfico de cocaína con carteles internacionales y el contrabando de bienes hacia Venezuela, resulta ser una opción viable como forma de subsistencia, debido a su trayectoria en el mercado criminal”.

Nadie les presta atención

Cuando inician los síntomas de las fracturas dentro de las estructuras que se empiezan a desmovilizar, los gobiernos no ven en ellas una amenaza, por lo que el fenómeno empieza a crecer sin mucho control, hasta que empiezan a generar consecuencias humanitarias.

Las bandas criminales, que eran los grupos disidentes de la negociación con los paramilitares, fueron consideradas un objetivo importante por el Estado solo a finales de 2011, cuando ya habían causado el desplazamiento forzado de al menos 118.000 personas, entre 2007 y 2010, según Acción Social.

El Epl, por su parte, que es un grupo pequeño con operación hasta hace poco exclusiva en Catatumbo, Norte de Santander, se convirtió en enemigo únicamente cuando arreció la guerra con el Eln y empezó a dejar desplazados en los once municipios de esa región. Tan poca ha sido la acción en su contra que ya empezó a operar en el norte del Cauca.

Igual ocurrió con las disidencias de las Farc, que tuvieron un papel protagónico en la lucha militar cuando alias “Guacho” creó un problema internacional al secuestrar a los periodistas ecuatorianos.

La tarea en adelante, a la hora de hablar de paz, debe volver a la misión del Estado de ocupar los territorios y actuar rápidamente contra las amenazas antes de que crezcan y no haya margen de maniobra.

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