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Sin muchas expectativas Daisy Tobón empacó un kilo del café que produce en su finca “Sabanitas”, ubicada en el municipio de Montebello, Antioquia, y lo envió a Juan Valdez porque un conocido le había dicho que participara en un concurso de esa marca.
Ahora Daisy, gracias a su cosecha, es una de los cinco jóvenes caficultores promesas escogidas por la reconocida marca para hacer parte del café Renacer.
“Yo estaba en una escuela de jóvenes líderes cafeteros cuando me dijeron que mandara mi café al concurso. Cuando me llamaron a decirme que había ganado no lo creía, eso fue una locura en mi casa”, recuerda Daisy.
Este logro para ella y su familia tiene un particular significado. Las tierras de donde sale el grano, aunque pertenecen a los Tobón hace varias décadas, estuvieron abandonadas seis años por culpa de la violencia que se ensañó contra uno de los integrantes de la familia.
“A mi tío lo mató el Ejército en una de nuestras fincas y lo hizo pasar como un guerrillero. Fuimos víctimas de un falso positivo. Eso ocurrió en 2008 y ese mismo año tuvimos que abandonar las tierras porque al ir a la inspección de Policía y a la Personería del pueblo nos dijeron que era mejor irnos, que no nos podían brindar seguridad”, afirma esta joven caficultora.
Las esperanzas para este núcleo familiar regresaron en 2015 cuando sus tierras fueron restituidas y la seguridad fue garantizada.
“El 14 de diciembre de 2015 el Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras (Antioquia) falla en favor de la señora Fidelia Marulanda Tobón. El 19 de abril de 2016 el Juzgado Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras Itinerante (Antioquia) falla a favor del señor Neftalí Tobón Marulanda. Finalmente el 26 de septiembre de 2017 el Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras (Antioquia) falla a favor de la señora Mercedes Marulanda de Tobón”, detalló la Unidad de Restitución de Tierras sobre este caso.
Desde que recuperaron sus predios, los Tobón y, específicamente Daisy, han tenido un solo objetivo: fortalecer su propia marca de café y negociarlo en la mayoría de continentes posibles.
“Lo que ocurrió con lo del concurso fue algo de locos, es uno de esos momentos en la vida que hay que aprovechar. Mucha gente me ha llamado a decirme que han visto el café en muchas tiendas y vea, quién iba a pensar que hasta me iban hacer una nota en EL COLOMBIANO. Esto definitivamente reafirma que tenemos un producto de excelente calidad”, resalta la joven.
Ahora Daisy solo mira para adelante, toda su familia logró superar el capítulo de la violencia que les arrebató a uno de sus miembros.
Sin muchos misterios, esta orgullosa cafetera revela su clave para el éxito: “Mi café tiene notas a panela, chocolate, fruta madura, una acidez cítrica muy buena, un gusto muy rico. ¿Pero sabe que es lo más importante de esa receta? Mi familia, mi comunidad, el empeño y amor que se le pone a cada grano”.
Periodista. Magíster en Comunicación de la Defensa y los Conflictos Armados de la Universidad Complutense de Madrid