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En 2018, el Gobierno nacional lanzó la iniciativa más reciente para calmar la sed de La Guajira, donde la escasez de agua y la falta de continuidad en el suministro a los municipios que ya cuentan con redes de acueducto, termina afectando en mayor medida a comunidades rurales e indígenas.
Bajo el nombre Guajira Azul, el proyecto se propuso construir infraestructura para disminuir las brechas de saneamiento básico en cinco subregiones de ese departamento. Se definieron objetivos, se formuló un programa y se espera que su ejecución concluya en 2024. Para financiarlo, el pasado 31 de marzo, el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) autorizó a la Nación a contratar un préstamo de 50 millones de dólares con la banca multilateral.
Pero no es la primera vez que el Estado colombiano busca saldar su deuda histórica con el extremo norte del país. Según información oficial, desde 1995 se planteó el primer plan maestro para llevar redes de alcantarillado al municipio de Urumita. La idea se fue extendiendo por todo el departamento y hace 11 años se formularon los planes de acueducto y alcantarillado de Dibulla y Manaure. A la fecha, Uribia, Albania y La Jagua del Pilar no cuentan con estas hojas de ruta.
La problemática sigue estando latente. Cifras del más reciente censo del Dane dan cuenta de que la cobertura de servicio de acueducto en La Guajira es del 47 %, es decir, 40 puntos porcentuales por debajo del promedio nacional; y la cobertura de alcantarillado es del 42 %, o sea, 34 puntos porcentuales menos que el promedio nacional.
Pero además, el Instituto Nacional de Salud advierte que existe una correlación entre el bajo acceso a agua potable, saneamiento básico y educación sanitaria, con las tasas de mortalidad infantil, enfermedad diarreica aguda, desnutrición infantil e infección respiratoria aguda. En 2019, ese departamento presentó el mayor número de casos de desnutrición aguda en niños menores de 5 años (1.274).
En medio de ese panorama, el proyecto Guajira Azul, liderado por el Ministerio de Vivienda, se convierte en una ventana de esperanza para la población de La Guajira, que lleva décadas esperando soluciones a sus necesidades más inmediatas. Pero desde 2006 el Conpes viene autorizando el endeudamiento de la Nación bajo la justificación de garantizar el acceso de los guajiros al agua, ¿logrará el Gobierno que esta vez sí quede resuelta la problemática?
Al respecto, el viceministro de Agua y Saneamiento Básico, José Luis Acero, explicó en conversación con EL COLOMBIANO que “no es que en La Guajira no se haya invertido nada antes, sin embargo varias de las falencias han estado relacionadas con la estructuración de los proyectos, ese es un tema estructural que estamos atacando acompañando el proceso, introdujimos Pliegos Tipo y a eso le hemos trabajado mucho, porque si desde el principio las cosas se plantean mal, luego se ejecutan mal, que es lo que ha ocurrido”.
Otro de los puntos que Guajira Azul busca sanear es la sostenibilidad. El viceministro agrega que “de nada nos sirve tener muchos pozos, muchas plantas, sin hacer un buen análisis previo de la sostenibilidad tanto financiera como operativa. Usted puede tener una planta, tener muchas donaciones, pero después ¿quién las opera y con qué plata? Y en eso nos hemos enfocado mucho. cerca del 40 % de la inversión que ya empezamos a hacer está dirigida al fortalecimiento de las comunidades para garantizar que ellas también se empoderen de esa infraestructura, la cuiden y la operen bien”.
Lo que viene por delante es concluir unas 128 intervenciones en el terreno, de las que en 2019 se lograron entregar 10 proyectos de infraestructura y 6 estructuraciones. La estimación del Ministerio es que en 2020 se puedan entregar otros 14 proyectos y 17 estructuraciones. Se calcula que la inversión total ascenderá a 500 mil millones de pesos.
De momento, explica Acero, a los 50 millones de dólares que el Conpes autorizó prestar, se suma una donación de 12,5 millones de dólares del Fondo de Migración pues La Guajira ha sido uno de los departamentos de mayor recepción de migrantes venezolanos. “Seguimos consiguiendo los recursos y la Nación sigue comprometida con una parte importante de la financiación de estos proyectos”, concluye.
Tengo la maleta siempre hecha y mi brújula, que por lo general apunta al sur, me trajo al periodismo para aclarar mi voz. Busco la pluralidad y no le temo a la diferencia.