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Mariano Ospina Pérez, su legado

  • Mariano Ospina Pérez. Foto: Archivo El COLOMBIANO
    Mariano Ospina Pérez. Foto: Archivo El COLOMBIANO
14 de abril de 2020
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Mariano Ospina Pérez nació para ser presidente, fue como muchos mandatarios de Colombia que en su árbol genealógico tenía la clave para llegar al cargo más importante del país. Era sobrino de Pedro Nel Ospina y nieto de Mariano Ospina Rodríguez. Los dos también fueron mandatarios.

El segundo de 10 hermanos, desde muy joven se inclinó por la vida pública, y buscó la forma de prepararse para ese reto. Estudió su bachillerato en el Colegio San Ignacio de Loyola y luego se graduó como ingeniero de minas en la Escuela de Minas de Antioquia y estudió una maestría en la Universidad de Luisiana.

Su carrera política empezó despacio, pero firme: fue concejal de Medellín entre 1915 y 1917. Luego pasó a la Asamblea de Antioquia y se convirtió en senador, al mismo tiempo que en la presidencia estaba su tío Pedro Nel Ospina. Era la época de la hegemonía conservadora.

Posteriormente ocupó una curul como diputado en la Asamblea de Antioquia. Luego se convirtió en Ministro de Obras Públicas durante la presidencia del conservador Miguel Abadía Méndez. En ese cargo, y según lo referencia la Biblioteca del Banco de la República, estuvo menos de un año. Para entonces, tenía ya una meta clara: llegar a la Presidencia.

Sin embargo, fue precisamente el gobierno de Abadía el último de esa hegemonía y con Enrique Olaya Herrera llegaron los liberales a la presidencia y se mantuvieron en el poder durante tres periodos consecutivos. Ospina, por su parte, aplazó por un tiempo sus aspiraciones políticas, se dedicó a una de sus obsesiones, la Federación Nacional de Cafeteros, de la que fue gerente por muchos años, cuando el principal producto del país era el café.

Pero le llegó el momento, de forma casi que inesperada y gracias a una jugada maestra del entonces máximo jefe del conservatismo: Laureano Gómez, llegó a la presidencia. El asunto fue así, en el fragor de la campaña presidencial, cuando la figura de Jorge Eliecer Gaitán crecía como la espuma, el Partido Conservador había decidido no presentar candidato.

Gaitán generaba desconfianza en algunos sectores del liberalismo, quienes consideraron que debían enfrentarlo con otro miembro de ese partido y apoyados en la sombra por Laureano Gómez y un sector conservador, postularon a Gabriel Turbay.

La partida no terminó ahí, faltando pocas semanas para las elecciones, en medio de la división liberal, Laureano Gómez presentó como candidato del conservatismo a Mariano Opina Pérez quien cruzó por medio de la división liberal y llegó a la presidencia. Así se rompió la hegemonía liberal.

Como presidente le apostó a la explotación de minerales y puede considerarse uno de los promotores de lo que hoy es Ecopetrol, fue impulsor del comercio exterior y además el creador de una veintena de instituciones durante su vida política como el Ministerio de Higiene, el Institutito Nacional de Nutrición, el Instituto Colombiano de Seguros Sociales, el Icetex, Banco Agrícola Hipotecario, Telecom, la Policía Militar, entre otros. También se destacó por ser el fundador del diario La República. Se le reconoce como uno de los principales impulsores de la OEA cuya carta fundacional se escribió en Colombia, durante su gobierno.

Juan Pablo Cepero, director de la Fundación Mariano Ospina Pérez, explica que este ingeniero paisa fue una de las figuras más representativas del Siglo XX. “Su gestión ha sido poco superada por otros gobiernos teniendo en cuenta la época en la que gobernó y las dificultades que tuvo en ella”, dijo en uno de los homenajes que le hizo el Partido Conservador. Cepero destacó que una de sus frases más famosas era que “no éramos nosotros los colombianos a quienes él representaba comerciantes de ilusiones sino empresarios de realidades”.

Pese a su enfoque económico, su gobierno fue convulso y no estuvo ajeno a las polémicas. El enfrentamiento entre liberales y conservadores cada vez se hacía más fuerte y Ospina tenía un recio contradictor, Jorge Eliecer Gaitán, quien fue asesinado en su mandato, el 9 de abril de 1948, dando origen al llamado Bogotazo y con él a la época más violenta del país.

Ospina en su carrera política contó con una gran aliada, su esposa, Bertha Hernández, quien fue la primera mujer congresista del país, de recio carácter quien, según cuentan los historiadores, cuando en medio del Bogotazo trataban de sacar a Ospina del poder, dijo “prefiero un presidente muerto a un presidente fugitivo”.

La tensión política menguó con la fórmula de un gobierno de unidad, incluyendo miembros del Partido Liberal en el gabinete, pero no fue suficiente. En Congreso buscaban la forma de sacar a Ospina de la presidencia, eran tiempos de acaloradas diferencias políticas y en el capitolio hubo un enfrentamiento que terminó en disparos y con la muerte de los parlamentarios Jorge Soto y Gustavo Jiménez.

Ospina tuvo que tomar medidas duras para controlar la situación que vivía el país por esos años, declaró el estado de sitio, cerró el Congreso y se produjo la elección de Laureano Gómez quien no tuvo rival liberal, pues, Darío Echandía, el máximo líder de ese partido planteó no presentarse y desconocer los resultados.

La cercanía de Ospina y Gómez, sin embargo, se rompió y se dio una división histórica en el conservatismo. Es de conocimiento histórico que el golpe de estado del que fue víctima Laureano Gómez, en el que no hubo violencia, tuvo detrás dirigentes políticos. Entre ellos Ospina. Por eso, la historia del partido habla del fraccionamiento entre el Ospinismo y Laureanismo.

Ospina se apartó de Laureano, y apoyó a Rojas Pinilla. Ahí viene la histórica división del partido conservador entre el ala laureanista y la ospinista.

Sus obsesiones: el café y ferrocarril. La economía. Sus discursos: potentes y sonoros. Muchos parecían un canto, un recital, una homilía cantada. Su última actividad política: recorrer todos los rincones de Colombia a sus 84 años, con ruana y sombrero, buscando los votos necesarios para que el Partido Conservador continuará en la coalición con el liberalismo. Murió ocho días antes de las elecciones sin saber que lo había logrado, cuando fue elegido Alfonso López Michelsen.

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