Esta semana, los habitantes de la vereda Kilómetro 90, de El Tarra, Norte de Santander, recibieron la advertencia de que el agua que consumían del río estaba contaminada por un derrame de crudo que, según la empresa filial de Ecopetrol, Cenit, se dio por la instalación de una válvula ilícita en el oleoducto para el hurto de hidrocarburo.
El derrame llegó a la quebrada La Pérdida que desemboca en el río Tarra, por lo que Cenit instaló siete barreras de contención sobre el afluente, equivalentes a 260 metros, para evitar una mayor contaminación.
Hasta ayer, este fue el último episodio de una historia que registra atentados e intentos de robo de petróleo en los 250 kilómetros del oleoducto Caño Limón-Coveñas que atraviesa Arauca, Boyacá, Norte de Santander y César, y que, según Ecopetrol, este año ha sufrido 17 ataques y 14 instalaciones de válvulas, generando la pérdida de 162.810 barriles de crudo entre enero y abril.
Desde Cenit explican que en cada afectación al tubo se emplea un plan de contingencia: la Fuerza Pública asegura la zona, luego arriba el personal técnico a inspeccionar la tubería y determina el grado de afectación. Posteriormente, se define el tipo de reparación.
“La compañía actúa de manera inmediata cuando se puede, lo que ha permitido recolectar el petróleo y disminuir los impactos sobre el medio ambiente”, dijo Héctor Manosalva, presidente de Cenit