Tras las polémicas declaraciones de León Fredy Muñoz, embajador de Colombia en Nicaragua, después de participar de una marcha sandinista en el país centroamericano, Álvaro Leyva, ministro de Relaciones Exteriores del país, lo llamará a consulta, después de que sus actuaciones fueran vistas como una falta de respeto y en respaldo a la violación de derechos humanos que se ejerce en estos momentos contra sus ciudadanos, por parte de organismos internacionales defensores de derechos humanos y algunos nicaragüenses exiliados por cuenta de la represión del gobierno del sandinista Daniel Ortega.
Esta decisión, según explican diplomáticos y analistas políticos, es una figura que suele utilizarse en medio de las relaciones internacionales, con el propósito de establecer cuándo se presenta un problema entre dos países, cuáles son las dimensiones reales de este y qué tipo de situación puede desatar entre un país y otro. Además, puede llegar a ser la fase previa al rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos después de que se presenta un hecho que tiene inconforme a una de las dos naciones con las actuaciones del otro gobierno.
Es así que el llamado de Leyva a Muñoz puede entenderse como la antesala al rompimiento de relaciones entre Colombia y Nicaragua, además del posible retiro de sus funciones diplomáticas en el país centroamericano, o como un simple llamado a explicar su punto de vista de por qué asistió a la polémica celebración.
¿Qué fue lo que dijo el embajador Muñoz?
En un video compartido a través de Twitter quedó registrado el momento en el que el diplomático participa de una marcha sandinista que se realizó el pasado 7 de julio. Se puede escuchar a Muñoz decir que es “admirable” la manera como el pueblo nicaragüense está “convencido de su revolución” y que “la verdad, estoy realmente sorprendido, y lo ratifico: aquí, en León, esta celebración, esta conmemoración del 7 de julio, es una cosa maravillosa”.
Declaraciones que fueron situadas por algunos medios nicaragüenses durante el aniversario número 43 de la Revolución Sandinista, en donde, según recogió el diario La Prensa, vieron al embajador caminar por la ciudad de León con una pañoleta de color rojo y negro en el cuello, y con una gorra del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
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Sus palabras causaron rechazo internacional después de que políticos y periodistas criticaran con vehemencia lo que podría ser visto como un lazo de amistad y de respaldo al régimen de Ortega, tanto que le pidieron al canciller Álvaro Leyva una medida ejemplar para el diplomático, lo que habría sido escuchado ya que este próximo 13 de julio León Fredy Muñoz tendrá que ir a Bogotá a responder por sus actuaciones, después de que fuera llamado a consulta.
Una de las críticas más sentidas fue la del periodista exiliado y exembajador de Nicaragua ante la OEA, quien después de ver las imágenes de Muñoz en Twitter, escribió en la misma red social: “El embajador de Colombia en Nicaragua estaba celebrando los crímenes de Daniel Ortega en la Caminata 44/19. El Artículo 41 de la Convención de Viena señala que los diplomáticos no deben ‘inmiscuirse en los asuntos internos de un Estado’ y mucho menos en temas políticos”. Declaraciones a las que también agregó: “Como nicaragüense exiliado y confiscado, le exijo al presidente Gustavo Petro que retire a su embajador en Nicaragua por defender y llamar ‘admirable’ y ‘maravillosa’ a una dictadura criminal, responsable de 355 asesinatos y otros crímenes de lesa humanidad”.
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¿De qué manera se justificó el embajador?
Obligando al embajador León Fredy Muñoz a dar una explicación pública, que realizó a través de un comunicado en la misma plataforma que reveló qué fue lo que hizo el 7 de agosto en la ciudad de León, con el fin de responder a los cuestionamientos que generaron sus palabras entusiastas que fueron leídas como sinónimo de apoyo, además de su participación de semejante evento.
“Ante las gestiones propias de la Embajada y los relacionamientos propios del protocolo entre gobiernos, es mi obligación como Embajador participar en reuniones y/o actividades importantes para el Gobierno”, explicó Muñoz en un trino, como ante sala a su comunicado de dos páginas, en el que justificó el comportamiento de ese día.
En el documento, Muñoz empieza detallando cada una de sus funciones y responsabilidades luego de que asumiera el cargo, además de explicar que su principal objetivo es tejer puentes entre ambos países.
“El rol que debe cumplir un embajador como Jefe de misión, nunca debe ir más allá de proteger los intereses nacionales del Estado que representa. Estos intereses se deben proteger y valorar a partir de la proactividad del Embajador y la generación de puentes a través de las relaciones humanas para que la comunicación entre las partes sea efectiva y armoniosa”, dijo Muñoz.
Para después enumerar cada uno de los interese del Gobierno colombiano, como por ejemplo, velar por los connacionales colombianos que viven en Nicaragua, la promoción del comercio y el turismo, además de dar a conocer la cultura colombiana. Por lo que todo se ha tratado de un relacionamiento estratégico, como le había sido encargado por el presidente Gustavo Petro.
‘’De esta forma, el relacionamiento del Embajador, con el Gobierno de Nicaragua, debe ser estratégica para poder llevar a cabo la mejor representación de Colombia, la cual tiene que dejar de ser vista únicamente como un símbolo o una figura decorativa. Como lo ha dicho nuestro Presidente, Gustavo Petro, la Diplomacia del Gobierno del cambio debe ser una Diplomacia franca, mirando directamente al otro, simpatizando con el otro para lograr objetivos que como Embajador es mi obligación cumplir’’, aseguró.
Sin embargo, para el Arturo MacFields, nada justifica sus actuaciones, y mencionó el artículo 14 de la Convención de Viena, para recalcar que ningún diplomático debe de participar, y mucho menos “inmiscuirse en los asuntos internos de un Estado”, especialmente si se trata de actos políticos.
Así las cosas, con el llamado a consulta a Muñoz, explican algunos analistas, este podría regresar por un tiempo a Colombia mientras baja la tensión, y se compromete a no inmiscuirse en asuntos internos a la crisis política, social y económica por la que atraviesa Nicaragua con el régimen de Daniel Ortega, o este es retirado definitivamente de sus funciones, y se designa a alguien más para que lleve a cabo esta labor.