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Las dos visiones de la reapertura segura en Colombia

Las actividades sociales y comerciales van volviendo a la “normalidad”, en la peor época de la pandemia.

  • Los establecimientos comerciales deben seguir promoviendo las medidas básicas de bioseguridad, como el tapabocas y distanciamiento social. FOTO Julio César Herrera
    Los establecimientos comerciales deben seguir promoviendo las medidas básicas de bioseguridad, como el tapabocas y distanciamiento social. FOTO Julio César Herrera

La pandemia de la covid-19 puso las necesidades de la sociedad colombiana en una balanza: salvar la vida, aislándose de los demás; o proteger la economía, arriesgándose a trabajar con un virus circulante. Durante el primer año se impusieron las medidas sanitarias, pero ahora el país avanza hacia la salvación financiera.

Lo paradójico es que la decisión de reabrir los negocios – con algunas medidas básicas de bioseguridad– se adoptó justo cuando Colombia padece la peor etapa de la enfermedad, con un tercer pico extendido, caracterizado por cifras récords de muertes y contagios, saturación de las camas UCI superiores al 90% en las principales ciudades y escasez de insumos médicos, como el oxígeno y los anestésicos.

Ante esta realidad, ¿justifica regresar a la normalidad laboral? Las visiones, igual que al inicio de la peste, están divididas entre los gremios médicos y los económicos.

Según el Instituto Nacional de Salud (INS), con corte al 6 de junio, en Colombia se han registrado 3’571.067 contagiados y 91.961 muertos. Hay 157.064 casos activos y 3’310.737 personas se recuperaron. En el último mes, el promedio diario de fallecidos fue de 500 pacientes.

Para citar las regiones más pobladas, Bogotá tiene una ocupación de UCI del 98,2%; en Antioquia es del 96,71%, y en Valle del Cauca 98,2%, lo que tiene a decenas de enfermos en lista de espera para recibir esta atención especializada.

El denominado Pacto Nacional por la Salud y la Vida, que reúne a diversas entidades del gremio sanitario y la academia, se opuso a la reapertura social y económica que impulsa el Gobierno Nacional. “No es posible aceptar esta medida que parece un castigo más que un beneficio para la economía, la salud y la vida de la población”, indicó el colectivo en un comunicado, citado por Colprensa.

“Abrir todo tipo de negocios, actividades sociales, culturales y deportivas en las ciudades, no hará más que aumentar los contagios y seguir presionando los servicios de alta complejidad, porque no hay una respuesta adecuada de control y prevención de la pandemia desde el comienzo”, indicó el Pacto.

Y añadió: “Abrir las ciudades como se está proponiendo es absurdo. Mucha gente creerá que ya no hay restricción alguna si aplican las supuestas medidas de bioseguridad y aislamiento. Este es un camino al desastre, no es la respuesta adecuada a un problema de salud pública de estas proporciones (...). A pesar de decirse que se ha cumplido el Plan Nacional de Vacunación, ninguna de las grandes ciudades ha pasado el 10%”.

Carolina Corcho, vicepresidenta de la Federación Médica Colombiana, escribió en Twitter que “en un momento de colapso hospitalario, el mensaje que manda la autoridad sanitaria a la sociedad con la reapertura, es la reafirmación explícita de un manejo de la pandemia basada en el darwinismo social ‘sálvese quien pueda’. De una autoridad sanitaria se espera responsabilidad”.

En la misma línea se pronunció el presidente de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación, Mauricio Vasco Ramírez, quien hizo un llamado a la ciudadanía, para que no malinterprete esta reapertura como la superación de la emergencia.

“La mortalidad por el virus se mantiene sobre los 500 fallecidos diarios, a lo cual se debe sumar que el talento humano en salud que atiende la crisis ha estado sujeto a extenuantes jornadas por más de un año y cuenta cada vez con menos recursos para la prestación del servicio”, recordó.

Y agregó: “La actitud no resolutiva del Estado ha facilitado la ausencia de garantías para la estabilidad laboral de los trabajadores de la salud y el derecho al pago oportuno de su trabajo abnegado”.

La otra cara de la moneda

A pesar de las constantes advertencias de las agremiaciones médicas, el Gobierno ya venía autorizando la reapertura paulatina de algunas actividades económicas y sociales, aunque con restricciones sanitarias. Así, el transporte público, la construcción, los restaurantes y gimnasios, entre otros, ya estaban operando a media máquina.

Sin embargo, la desinhibición social no llegó de la mano de algún decreto o decisión científica, sino del descontento popular. El 28 de abril comenzó un paro nacional en varias capitales y municipios, que pasó por encima de la prohibición de aglomeraciones, los toques de queda y los pico y cédula.

Según las cuentas del Ministerio del Defensa, en el marco del paro se han registrado 6.464 concentraciones, 2.319 marchas, 3.255 bloqueos, 638 movilizaciones y 30 asambleas. Estas actividades incluyeron conciertos y partidos de fútbol callejero con público, al igual que carnavales.

Con tanto ajetreo en las calles, y sin manera de controlarlo por parte de las autoridades, ¿qué sentido tenía seguir restringiendo los espectáculos culturales y la vida nocturna?

Alejandro Gómez, secretario de Salud de Bogotá, dio una puntada sobre este aspecto la semana pasada, cuando en una rueda de prensa le preguntaron si valía la pena reabrir las actividades sociales en el tercer pico de pandemia.

Afirmó que la comunidad había enviado un mensaje con las marchas: que su prioridad eran los problemas sociales, por encima de los sanitarios.

Luis F. Suárez, gobernador (e) de Antioquia, se pronunció ayer en el mismo sentido: “Los tiempos son distintos y como gobernantes debemos entenderlos: la gente ha cambiado sus prioridades (...). Viendo las proyecciones epidemiológicas, pienso que es el momento de la confianza”.

En el caso de Medellín, el alcalde Daniel Quintero, al anunciar la reactivación a partir de este 8 de junio, prometió que en los próximos 40 días se aplicarían en la ciudad un millón de vacunas, que se realizaría el XV Festival Internacional de Tango (junio 24 al 30) y la Feria de las Flores de manera presencial, y que tiene un plan para generar 2.000 empleos, aunque todavía no se precisan los detalles ni la forma en que se financiarán.

De acuerdo con el Dane, en 2020 la pobreza monetaria fue del 42,5%, y la pobreza monetaria extrema, 15,1%.

Y “para el periodo febrero-abril de 2021, 3.3 millones de jóvenes entre los 14 y 28 años no estudiaron ni trabajaron en el mercado laboral”, recalcó la entidad oficial.

Esta crisis de empleo, en gran parte agravada por el efecto de la covid-19, generó que muchas personas también recibieran con alivio la noticia. Entre los sectores que se reactivarán esta semana están los espectáculos artísticos públicos y privados, el cine en espacios cerrados, la educación presencial en alternancia y eventos deportivos masivos, como el fútbol; aunque este último, solo en ciudades con un porcentaje de ocupación UCI menor al 85 %.

También recibirán oxígeno el turismo y la industria del entretenimiento nocturno, en plena temporada alta.

“Celebramos esta reapertura, obviamente respetando los protocolos de salud, que le da impulso al sector económico que más venía sufriendo por la pandemia, pues el nuestro fue el que cerraron primero en 2020”, le contó a EL COLOMBIANO Luis Guillermo Orjuela, vocero de la Confederación de Empresarios de la Industria del Entretenimiento Nocturno, el Turismo y los Servicios (Confedecont), con 1.300 afiliados en Medellín y 6.000 en el país.

Explicó que entre el 70% y el 80% de los negocios quedaron en la ruina en el último año, y se perdieron unos 90.000 empleos en Antioquia y 800.000 en Colombia.

“Tenemos una doble responsabilidad: recuperar esos empleos y tener establecimientos seguros, como una apuesta por la vida, para no saturar más el colapsado sistema de salud”, señaló.

El impacto negativo de los bloqueos realizados en el marco del paro nacional, también hace apremiante la recuperación económica. Bruce Mac Master, presidente de la Andi, publicó una encuesta de la agremiación, en la que se informó que “el 84% de las empresas han sido afectadas por bloqueos; el 53.6% ha tenido que hacer algún tipo de cierre en plantas de producción; al 68.1% se le ha impedido la llegada de personal a plantas y el 75.6% disminuyó producción”.

Entre estas dos visiones del problema, la económica y la sanitaria, el Gobierno Nacional espera lograr un crecimiento económico superior al 5% este año, y vacunar a 35 millones de personas.

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