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A Eliécer de Jesús Manco Úsuga, según relatos en poder de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), tenía 14 años cuando lo sacaron a la fuerza de su casa en la vereda Llanogrande (Dabeiba- Antioquia) el 14 de noviembre de 1997 tras una incursión paramilitar, momento desde el que su familia no volvió a saber nada ni de él ni de dos familiares más.
“A mi casa fueron como 50 hombres; yo me volé de milagro y me salvé porque me tiré al rastrojo y ellos no me vieron”, denunció un familiar a la Fiscalía en 2008, después de superar el temor de 11 años. Los habitantes de esa población también le dijeron al ente acusador que vieron a los retenidos ser escoltados por ‘paras’ y miembros del Ejército.
Eliécer de Jesús murió por un impacto de bala detrás de su cabeza y fue inhumado como no identificado en una fosa del Cementerio Las Mercedes, de donde fue exhumado por forenses de la JEP. Ayer sus restos mortales fueron entregados a su familia.
Para dar con su paradero y el de otras 62 víctimas, los magistrados interrogaron a 15 militares (cuyos nombres la JEP mantienen en reserva por seguridad), quienes han dado sus versiones en el caso 03, abierto por ejecuciones extrajudiciales o “falsos positivos”.
Su cuerpo estaba enterrado junto al de Alveiro Úsuga Uribe, quien fue el primer habitante de Dabeiba retenido la noche del 14 de noviembre de 1997, según relatos de testigos a la Fiscalía. A Alveiro le endilgaron falsamente, según el reporte de la policía judicial de la época, que tenía “dos escopetas, un revólver, cinco cartuchos, dos granadas, una mina, un tarro de metralla y 120 cartuchos de fusil AK 47”.
El cuerpo de Úsuga Uribe también fue entregado dignamente ayer a su familia. Según los investigadores de la JEP, los patrones macrocriminales identificados en los homicidios de Eliécer y de Alveiro concuerdan con las características que presentan las víctimas dentro del caso 03.
En su momento, estos hechos fueron indagados por las justicias ordinaria, penal militar y por Justicia y Paz, sin ningún resultado; pero, gracias a los aportes a la verdad de los 15 uniformados ante la JEP, estos crímenes ya están siendo esclarecidos.
Aún faltan por hallar los cuerpos de Félix Manco Durango y Wilson Jairo (padre y hermano de Eliécer), quienes desaparecieron esa misma noche, y de cerca de 600 desaparecidos más que dicen los testimonios recogidos por la JEP hay en ese municipio del Occidente antioqueño.
El magistrado Alejandro Ramelli dijo que la JEP está empeñada en esta búsqueda. Es de recordar que en febrero pasado, esta jurisdicción entregó del cuerpo de Edison Lexánder Lezcano, otra víctima de ejecución extrajudicial recuperada en ese cementerio, dos meses antes. Ya son tres cuerpos identificados de los 63 que ha exhumado la JEP en Dabeiba (nueve de ellos esta semana).
“Los cuerpos hallados están en bolsas negras, amarrados, sin identificación, en enterramientos múltiples, a una profundidad de un metro, lo que muestra la irregularidad con la que fueron inhumados. Incluso, en los casos que hemos logrado identificar, las necropsias no corresponden con la realidad”, dijo Ramelli.
Yulieth Andrea Tuberquia tenía 16 años cuando desapareció el 13 de diciembre de 2000. Su cuerpo había sido recuperado por la Fiscalía en una exhumación en Necoclí (Antioquia), pero no había sido posible identificarla, hasta que en febrero pasado, durante la jornada que realizó la JEP en Dabeiba para tomar muestras de ADN de los familiares de desaparecidos, hubo coincidencia.
Igual ocurrió con Nelson Antonio Góez, de 20 años, cuyos restos fueron recuperados por el Comité Internacional de la Cruz Roja en Nariño. “La información tomada en la jornada de febrero permitió contrastar los datos con los de estos dos cuerpos y vincularlos con la investigación que venía realizando la Fiscalía”, explicaron desde la JEP. Los dos fueron entregados ayer.
“Eliécer y Julieth tenían 14 y 16 años cuando les fueron arrebatadas sus vidas y sus sueños, les despojaron del afecto y de las memorias construidas, y también les robaron sus proyectos de vida, que apenas empezaban. Encontrarlos nos recuerda el horror de nuestra guerra y la demencia con la que se buscó aniquilar el futuro de Dabeiba”. manifestó el magistrado Ramelli.
Por eso, para el alcalde de Dabeiba Leyton Urrego, la llegada de la JEP al municipio ha significado esperanza: “Aquí hay una gran expectativa porque se sepa la verdad, porque la justicia le devuelva la dignidad a las víctimas y les dé tranquilidad a las familias para que puedan cerrar ese círculo de dolor y espera”.