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Es tal la cantidad de agua que está cayendo en Colombia, que los indicadores de lluvias son los más altos de los últimos 40 años. Ese es el balance que hace el gobierno de lo que va de la temporada invernal, que podría seguir hasta 2023 y que ya deja miles de víctimas.
Las cifras dan cuenta de la magnitud de la tragedia. El reporte más reciente indica que 266 colombianos han muerto por los desastres, otros 281 resultaron heridos por las emergencias y más de 645.930 personas están reportadas como damnificadas. Todo eso en el lapso de los últimos 10 meses.
Cartagena con el agua en los tobillos, el río Magdalena desbordado en el municipio de El Banco, también dos ciénagas de ese afluente en los departamentos de Bolívar y Atlántico, y la quebrada La Topa represada en el Cauca son algunos de los retratos que dejan las precipitaciones de las últimas horas.
El presidente Gustavo Petro aseguró que “los indicadores son superiores al desastre del 2010-2011 y, peor aún, la probabilidad es alta de que se extienda hasta el mes de febrero, marzo o abril del año entrante. El nivel freático es altísimo”.
Por eso, el Ejecutivo designó una Comisión de Alto Nivel conformada por el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) Javier Pava, la ministra de Vivienda Gloria Ramírez, el Ministro del Interior Alfonso Prada y la directora del DPS Cielo Rusinque para atender la emergencia.
Pava desde la Ungrd es quien tiene a cuestas la atención de la emergencia invernal, para la que ya destinaron $2,1 billones para mitigar las consecuencias de la temporada de lluvias en asuntos como la alimentación, la atención en salud y la búsqueda zonas de reubicación para los damnificados.
La designación de esos recursos se da de cuenta de la declaratoria de la situación de desastre nacional, que bajo la sombrilla de ese término le permite al Ejecutivo direccionar recursos para las situaciones humanitarias por 12 meses.
Varias carteras están transfiriendo al Ungrd las partidas que no ejecutaron durante el año para que esos dineros ayuden a la atención humanitaria, el problema es que la emergencia invernal todavía no tiene fecha de finalización y falta la parte más costosa de todas: reconstruir la infraestructura que se desplomó por las lluvias.
Puntos críticos en Antioquia como los derrumbes en la vía entre La Pintada y Santa Bárbara –que conecta el comercio de la región con el Eje Cafetero– o la socavación de las vías en Buenaventura por la erosión del río Dagua dan cuenta de que la emergencia invernal requerirá más plata (y sobre todo tiempo) para enmendar las huellas del invierno.