El precandidato Gustavo Petro ha intentado figurar en todo lugar al que va no solo con su discurso político, sino con los distintos atuendos que se pone y que dependen de cada ocasión.
Al aspirante por el Pacto Histórico se le ha visto disfrazado de típico paisa, de campesino santandereano, con prendas de la cultura cartagenera e incluso ha intentado pasar como nariñense.
La última vez que lo hizo fue el pasado 28 de enero en Nariño, de ahí resultó siendo objeto de elogios por parte de amigos como Roy Barreras; pero también de comentarios jocosos de otros internautas.
Del momento quedaron varias fotos en las que Petro aparece con una capa de Agualongo, que aunque es común en los habitantes del sur del país, en él se ha prestado para comentarios como el de la imitación criolla de “El Principito”, o del Harry Potter colombiano.
Tras las bromas, el senador Barreras salió a decir que Petro es distinto a sus contendores, pues él “se pone el vestuario que le van regalando en las regiones: ruanas, ponchos, bufandas, sombreros, capas; y casi siempre en la tarima viste uno de los atuendos que le acaban de llegar”.
Para el congresista, ese comportamiento es espontáneo, tesis que sostienen desde la campaña de Petro, en la que desestiman que esto sea una estrategia establecida con el fin de caerle bien a la gente.
En efecto, este diario le consultó al equipo de Petro a qué se debe que en Jericó él se haya puesto un sombrero y ruana con estampado de una iglesia; y que en Nariño se le haya visto con la capa azul de estrellas rojas y un árbol color oro en la mitad.
De acuerdo a su campaña, las vestimentas “son parte del cariño y el recibimiento de la gente. Él los recibe con mucho cariño y aprecio, lee y da respuesta a cada una de las cartas o detalles que le dan”.
El clóset lleno
Por estos días de visitas a varias zonas del país, Petro podría terminar con el clóset lleno de tantos regalos, si es que ya no lo tiene así, pues no solo ha utilizado diversos atuendos en esta campaña.
En la Navidad del año 2019, por ejemplo, se disfrazó de Papá Noel, hecho por el que muchos lo apodaron “Papa Gus”. La razón de ese particular disfraz tiene un trasfondo familiar; se debe a que quiso sorprender a sus nietas que residían en su momento fuera del país, producto de amenazas en Colombia a sus hijos. En una visita al centro del país también se le vio vestido de campesino boyacense.
En la actual carrera a la Presidencia –la tercera tras perder en 2010 y 2018– se fue por la misma fórmula, vistiéndose con ponchos y ruanas típicas de Jericó, Antioquia; con sombreros y guayaberas de la Costa Atlántica, de prendas con influencia africana y de pueblos del sur del país.
Para el profesor del Externado, Carlos Arias, lo que estos atuendos generan es un proceso de identificación con cada comunidad: “Entre más parecido hable el candidato a como ellos hablan –no me refiero solo al acento–, pues más cercanía se va a sentir”.
Estrategia electoral
Contrario a lo que dicen desde la campaña de Petro, el profesor de la Universidad Externado, Carlos Arias, considera que esto es una estrategia pensada, pero que no solamente la hace el líder de Colombia Humana.
Según el docente, hay otros aspirantes al Congreso que también han acudido a los disfraces para acercarse a los habitantes de diferentes regiones.
El gran problema de esto –advierte Arias– es que puede que haya candidatos que lo utilicen de otra forma, es decir, para buscar votos manipulando las creencias o religiones de distintos pueblos.
De lo que no le cabe duda al docente universitario experto en marketing político es que después de las elecciones al Congreso del próximo 13 de marzo, se van a ver a más candidatos en las mismas, con el objetivo de acercarse a sus electores.