Los cultivos de coca en Colombia alcanzaron su máxima expansión en las últimas dos décadas, en medio de la incertidumbre por la política antinarcóticos que abordará el gobierno de Gustavo Petro.
El último Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos, publicado en octubre por la Oficina contra el Delito y la Droga de la ONU, concluyó que en 2021 se detectaron 204.000 hectáreas de coca.
Esto implica un aumento del 43% con relación a 2020, cuando había 143.000 hectáreas. También se incrementó la producción potencial de cocaína pura, al pasar de 1.228 toneladas métricas a 1.400.
La bonanza cocalera no solo acrecentó la riqueza de los narcos colombianos, sino que atrajo nuevos carteles internacionales (balcánicos, marroquíes y del Medio Oriente) y fomentó más rutas de exportación hacia destinos cada vez más lejanos, como Dubai, Rusia y Oceanía.
En el plano político, el presidente Gustavo Petro repitió en múltiples escenarios que “la guerra contra las drogas es un fracaso” y es partidario de ensayar un nuevo enfoque, sin fumigaciones con glifosato ni erradicación manual forzosa.
El Jefe de Estado pidió a la Fuerza Pública que deje de perseguir a los cultivadores, a quienes define como “víctimas” del abandono estatal. Incluso, en la Primera Asamblea de Organizaciones Cocaleras de Catatumbo propuso que los campesinos sigan cosechando la coca a la par de los cultivos legales, “hasta probar que el cultivo sustituto funciona, porque si funciona, ya no hay necesidad de lo otro”.
Estas ideas tienen inquieto al Gobierno de Estados Unidos, que le pidió a Petro no suspender la erradicación forzosa.
“Otoniel”, último capo extraditado
La extradición del narcotraficante más perseguido de la última década en Suramérica cerró un capítulo en la sangrienta historia del conflicto armado colombiano.
Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”, fue trasladado a Estados Unidos en un avión de la DEA el 4 de mayo de 2022. Para el gobierno de Iván Duque fue tal vez el principal resultado en su lucha contra la criminalidad, aunque no faltaron las críticas de parte de organizaciones civiles y de víctimas que se opusieron a la extradición por considerar que se le ponía un velo a las verdades que pudiera contra el exjefe del Clan del Golfo.
“Otoniel”, de 50 años y oriundo de la subregión de Urabá, militó en las guerrillas de las Farc y el EPL; luego en las Autodefensas paramilitares y finalmente llegó a ser el comandante del Clan del Golfo (también llamado Autodefensas Gaitanistas de Colombia), un grupo armado ilegal conformado por narcos, exparamilitares y exguerrilleros.
Como venganza por su extradición, la estructura criminal promovió un paro armado y “plan pistola” contra la Fuerza Pública, que dejó más de 10 uniformados asesinados o heridos.
La comandancia del Clan fue asumida por alias “Chiquito Malo” y “Siopas”, quienes por medio de comunicados han planteado su interés de participar en el proyecto de “paz total” anunciado por el gobierno del presidente Gustavo Petro. .