”No voy a decir nada. Desde que ella dejó de ser mi secretaria, no me importa lo que haga o deje de hacer”, dijo el ministro del Interior, Armando Benedetti, a la prensa un día después de que se conociera de otro audio suyo que la canciller Laura Sarabia entregó a la Fiscalía bajo el protocolo Belém do Pará, que protege estas evidencias bajo reserva especial porque se trata de investigaciones por agresiones o violencia política contra mujeres.
Benedetti ya había usado una frase irónica frente a la prensa para contestar un ataque. Lo hizo cuando le preguntaron por su repuesta a los comentarios del exministro Álvaro Leyva, que se quejó en un largo trino confuso por el supuesto consumo de drogas de Benedetti y del presidente. “No voy a decir nada, solo que respeto a los adultos mayores”, señaló.
El que comienza es el tercer round entre ambos funcionarios, que han protagonizado los capítulos de guerra interna y confrontacional más duros dentro del Gobierno, afectando la estabilidad institucional y dejando una imagen de inmadurez política y falta de control en la administración para el presidente Gustavo Petro. El primer round fue la pelea alrededor de la ex empleada de Sarabia, Marelbys Meza, que fue acusada de robarse alrededor de 30 millones de pesos en dólares que eran supuestamente de los viáticos por los viajes de la funcionaria.
Meza, antes de decidir hablar, había estado trabajando en la Embajada de Colombia en Venezuela justamente con Benedetti. Su caso significó un enorme escándalo para Sarabia, porque se comprobó que había sido llevada al polígrafo de manera forzosa y luego apareció su número telefónico en un expediente parta interceptar a delincuentes del Clan del Golfo. La crisis de ese momento en el Gobierno hizo incluso que un coronel que trabajaba con Presidencia se suicidara dentro de su camioneta. Estaba a cargo del salón de polígrafo y de interceptaciones en donde sucedieron los hechos.
El segundo round fue la filtración de los audios de Benedetti a Vicky Dávila cuando esta era directora de la Revista Semana. Lo más probable de esa revelación es que quien entregó las grabaciones fuese Benedetti.
En ellas solo se escuchaba su voz con un tono amenazante en el que le decía a Sarabia, entonces jefe de gabinete, que “Benedetti es un tigre y al tigre no se le acorrala porque encuentra salida (...) se cayeron las torres gemelas, nos vamos todos a la cárcel”, y otra serie de afirmaciones que hablaban de la supuesta financiación irregular de 15.000 millones de pesos para la campaña en el Atlántico.
El de ahora es el tercer round y las explicaciones son varias. El regreso de ambos funcionarios a cargos de poder en el Gobierno desató una incomodidad entre funcionarios como la vicepresidenta Francia Márquez, el director del Departamento de Prosperidad Social (DPS), Gustavo Bolívar, la exministra de Ambiente, Susana Muhamad, y el director de Planeación Nacional, Alexander López.
Pero Sarabia y Benedetti quedaron ratificados y ahora el rol de poderes cambió. Sarabia es la canciller, un cargo que siempre quiso y que se ajusta más a su hoja de vida, y Benedetti es el ministro del Interior. El exsenador también le había pedido ese cargo con insistencia a su ex secretaria, que conoce su vida y sus problemas al derecho y al revés. Aunque los dos cargos tienen poder, Benedetti es además de ministro el jefe de despacho y pasa una parte de su semana en Presidencia cuadrando la agenda del mandatario y revisando los planes para la campaña del 2026, las prioridades de la administración y la entrega de resultados.
En este nuevo capítulo de la guerra interna lo que se juega es la necesidad del Gobierno de que los focos estén en el presidente como figura de liderazgo, en la consulta popular y la campaña presidencial.
Sarabia anunció que había entregado nuevos audios a la Fiscalía desde su gira por Japón, en donde las prioridades eran otras. Al día siguiente de su anuncio se hizo pública la grabación del exministro hablando de su influencia en la Fiscalía de Francisco Barbosa para que sus procesos no avanzaran. Habló concretamente del exjefe de fiscales delegados ante la Corte Suprema, Gabriel Jaimes.
¿Quién filtró el audio? EL COLOMBIANO habló con varias fuentes en la Fiscalía y con la fiscal Luz Adriana Camargo, quien aseguró que es imposible que desde el ente acusador se hubiera filtrado la grabación justamente por la obligación de reserva en el protocolo especial. Este caso es además producto de una denuncia de Sarabia contra el ministro ante la CIDH por violencia política.
Es probable que la grabación la haya filtrado Sarabia, aunque ella también lo negó a este periódico. “Ella siente que ha perdido poder y que Benedetti le está haciendo zancadillas. Sus reuniones con empresarios ya no tienen la misma acogida y es claro que ya no puede dar línea en el Gobierno. Aquí se siente que está un poco caída con el presidente”, dijo una fuente reservada que ha estado en la historia.
La canciller cree que una de las personas que estuvo detrás de publicaciones recientes en las que la vincularon con un escándalo de salud en el FOMAG fue Benedetti, dijo otra fuente. Por eso considera que el ministro está moviéndose a varias bandas para sacarla del Gobierno.
Pero lo que no midió es que al presidente le han molestado las filtraciones a la prensa. A finales del año pasado Petro habría probado a Sarabia con una información que la canciller trasladó a algunos medios. “Se supo que había sido ella y eso le molestó al presidente”, aseveró la fuente.
Benedetti tiene un juicio pendiente en el que la Corte Suprema está avanzando por el caso Fonade. De hecho, hay varios testigos que ya declararon al tribunal en su contra. Este diario reveló los detalles de un contrato de Fonade para Certicámaras en el que el entonces congresista habría tenido una intermediación. Durante el transcurso de todas esas investigaciones Sarabia era la asistente de Benedetti, le llevaba su agenda y sus cuentas. Por lo que la canciller conoce todos los detalles de su pasado.
Hay otra investigación que ha tenido trabas pero que también avanzó en la Sala de Instrucción. Es en la que Benedetti no logró explicar con suficiencia el origen de sus bienes: un apartamento en Bogotá, otro en Barranquilla y una casa en Puerto Colombia, junto a varios giros al exterior que hicieron desde su UTL, de la que hacía parte Sarabia.
El fin de semana corrieron rumores de la salida de la canciller. “Ni el Presidente me ha pedido la renuncia, ni he renunciado”, afirmó a EL COLOMBIANO.
Lo cierto es que el tercer round parece estar teniendo nuevas implicaciones. El fiscal Jaimes no ha explicado si tuvo o no reuniones con Benedetti y si hubo algún tipo de acuerdo para que sus procesos no avanzaran. El juicio contra el ministro está próximo y la canciller también deberá entregar su versión sobre la campaña y los audios que recibía del exembajador.
En ese contexto, la opinión pública ha vuelto a estar más pendiente de la guerra interna que de los resultados de la administración. El presidente también se ha mostrado errático y confuso en sus pronunciamientos recientes. Sobre las elecciones de Ecuador difundió varias noticias falsas e hizo declaraciones sin entender el sistema electoral de ese país.
No es claro si ambos funcionarios terminarán en el Gobierno. Pero hoy Benedetti ha cobrado más relevancia por sus aptitudes para la campaña. Lo que sí es incontrovertible, porque ya ha sucedido antes, es que tenerlos a ambos significa guardar una bomba nuclear con llaves perdidas que en cualquier momento puede volver a explotar, como sucedió la semana pasada.