Hace un siglo, en la región minera de Amagá nació Belisario Betancur, el político conservador que llegó a la presidencia de Colombia en 1982. La suya es una figura llena de matices: ascendió de la pobreza rural a las altas dignidades del Estado, hizo del estudio y la cultura rasgos predominantes en su trayectoria vital, buscó la paz con los movimientos insurgentes y fue protagonista de dos de los hechos más dolorosos de la reciente historia nacional: la Toma del Palacio de Justicia y la catástrofe de Armero. Al final de sus días, Betancur se alejó de los reflectores políticos y asumió el papel de padrino de numerosas actividades y organizaciones culturales, entre ellas la Casa de Poesía Silva y la editorial Tercer Mundo.
En este especial, EL COLOMBIANO publica textos de Juan Luis Mejía y de Mario Jursich Durán que abordan la personalidad del expresidente desde diferentes ángulos. Ambos fueron cercanos a Betancur en algún momento de su vida y dan a conocer facetas de su personalidad.
Además se incluye una muestra de las pertenencias más queridas del político: los libros y pinturas que donó a la Universidad Pontificia Bolivariana. Este homenaje hace hincapié en el lado humanista de un hombre que se abrió camino en la vida a punta de esfuerzo y disciplina; un hombre que, como coinciden Mejía y Jursich, fue el más liberal de los políticos conservadores que ha dado Colombia
En un volante de la segunda campaña a la presidencia de Belisario Betancur–que perdió en 1978 con Julio César Turbay– el origen del político es uno de los rasgos de su biografía en los que se hace hincapié. El texto informa que el candidato conservador nació en la región minera de Amagá, un municipio del suroeste de Antioquia, a poco más de una hora en carro de Medellín. Esta característica fue y es siempre la primera que se menciona en sus perfiles, entrevistas, notas biográficas. Belisario fue la encarnación del Self-Made Man –el hombre hecho por sí mismo–: de la pobreza rural pasó a los puestos estatales de mando.
EL AMOR POR EL ESTUDIO Y POR LOS LIBROS
La Universidad Pontificia Bolivariana le concedió los títulos de bachiller y de abogado al presidente Belisario Betancur. En sus aulas el político antioqueño pulió los conocimientos que recibió en la escuela veredal de Amagá y en el Seminario de Misiones de Yarumal. Desde muy joven Betancur incursionó en el periodismo y publicó ensayos literarios en el suplemento Generación, de EL COLOMBIANO. Fueron esas habilidades para la escritura las que le abrieron las primeras puertas en en la política y la prensa bogotana. Uno de sus primeros trabajos en la capital de la República fue en el diario El Siglo, propiedad de Laureano Gómez.
DE HIJO DE CAMPESINOS A DOCTOR EN DERECHO
El título de abogado lo recibió en 1955 gracias a la tesis Aproximación al orden económico, que tiene un epígrafe de Simone Weil: “Todas las desventuras que afligen a los hombres han ido creando zonas de silencio en las que los seres humanos se encuentran encerrados como en una isla”. Esa preocupación por los temas de del desarrollo también le hicieron fundar la Anif. Betancur fue un convencido del poder del trabajo para dignificar la vida humana.
En 2006, con ocasión de los setenta años de la universidad, Betancur le donó a su alma mater 13 mil volúmenes. Con esa montaña de libros, los directivos del claustro abrieron en la biblioteca la sala Belisario Betancur: allí están las medallas que recibió siendo presidente, la imagen que le trajo el Papa Juan Pablo II en 1986, y un cuadro que pintó en su retiro. También libros antiguos –uno de 1606–, otros firmados por Fernando Vallejo, Otto Morales Benítez, León de Greiff y Gonzalo Arango. Hay, según las bibliotecarias, casi 30 ediciones distintas de El Quijote, incluyendo una con una dedicatoria de Betancur.
SU APUESTA POR UN PAÍS SIN PASIONES POLÍTICAS
En la memoria de los colombianos perdura la respuesta de Betancur a un desplante de Alfonso López: “Llevo media vida durmiendo con el enemigo”, haciendo referencia a las filiaciones liberales de su primera esposa. Más allá del humor de la salida, Belisario Betancur inició diálogos con diferentes actores políticos, entre ellos con los movimientos insurgentes. También son muy recordadas su amitad con Rodrigo Arenas y con León de Greiff, intelectuales que estuvieron en las antípodas de su pensamiento político. Sus más cercanos colaboradores lo recuerdan como un hombre que valoraba el talento de las personas por encima de su procedencia social y sus filiaciones partidistas.
BUSCÓ LA AMISTAD DE ESCRITORES Y ARTISTAS
“Él tuvo contacto con los grandes poetas de este país: fue amigo de Jorge Rojas, del maestro Carranza, de los nadaístas. Él admiraba profundamente a las gentes que estaban ávidas por saber y ávidas de escribir. Él establecía conexión inmediata con esas personas”, cuenta su hija mayor Beatriz Betancur. “Uno lo veía hasta los últimos días de su vida leyendo y averiguando cosas, pero con deleite, para él nunca fue una obligación. Se gozó la vida, se gozó los libros. Era un amante de la lectura y de la poesía, por supuesto”, concluye la primogénita del expresidente.
Al hablar de los últimos días de su padre, Beatriz Betancur cuenta una anécdota: “Cuando mi papá se enfermó se llevó los textos de El Colombiano Ejemplar para la clínica. Un día hubo que llevarlo a urgencias y él pidió los textos porque le faltaba mirar algunos. Y cuándo él estuvo ya tan enfermo para morirse, estaba mirando los textos de EL COLOMBIANO. Una belleza, él tenía un compromiso y lo iba a cumplir, no alcanzó a hacerlo, pero lo iba a cumplir, tenía todas las intenciones”.