La comisión primera del Concejo de Medellín se paró en la raya ayer y le hundió a la Alcaldía y a EPM el proyecto para vender las acciones en UNE.
Desconfianza con el gobierno actual, falta de claridad y estar en desacuerdo con que la empresa salga del sector de las telecomunicaciones fueron algunos de los argumentos esgrimidos en la votación, que se saldó con cuatro votos en contra y tres a favor.
Sin embargo, no fue la extremaunción para la iniciativa, con la que EPM espera recibir entre $2,3 y $2,8 billones, porque la Alcaldía activará la última carta que le queda: llevar la negativa a consideración de la plenaria y lograr el aval para comenzar de nuevo el trámite.
Pero empecemos por el debate. El gerente de EPM, Jorge Andrés Carrillo Cardoso, lamentó la decisión de la comisión primera: “cuando la discusión se alimenta de argumentos de desconfianza o políticos no hay apertura para verificar los argumentos técnicos y financieros”.
Dijo que la negativa al proyecto deja dos perdedores: EPM y el patrimonio público. “Ojalá se responda en el futuro por lo que se perderá con esta decisión. Hay una oposición natural a la administración, hay otras voces independientes, pero al margen del triunfo político, me toca felicitar a Millicom porque fue el que ganó”.
¿Por qué? El principal afán de la discusión es el vencimiento de la cláusula de protección al patrimonio público que termina en 2024. Esta le da la garantía a EPM de que el mismo Millicom compre de forma preferente, lo que le permite tener una venta razonable de su patrimonio, a un precio justo y de mercado.
El proceso de enajenación puede durar hasta dos años y justo la cláusula vence en agosto de 2024, momento en el que ya debe haberse cerrado el negocio. Si cumplido ese plazo el negocio no está cerrado, EPM perderá la gabela que le permite la cláusula de protección: poner en venta el 100% de la sociedad.
El concejal Simón Pérez, quien había solicitado el aplazamiento del debate el pasado 2 de junio hasta tener más información técnica, afirmó que defiende una visión no reduccionista del Estado y que la participación pública en este sector es clave, máxime si Medellín ahora es un distrito de ciencia, tecnología e innovación. “Si a futuro me equivoqué, salgo y pido disculpas, pero decir no es lo que me hace sentir tranquilo hoy”, dijo Pérez, quien dio el voto que desequilibró la balanza.
Otro de los argumentos en contra fue la confianza. La directora del sindicato Sinpro de EPM, Olga Arango, había expresado en la primera parte del debate que las administraciones de Medellín y EPM no ofrecían garantías. Manifestó que al parecer la estrategia de Millicom es dilatar para que se haga la venta y concluyó que es obligación revisar las movidas financieras de la firma extranjera desde 2014 y las deudas adquiridas por UNE desde la fusión.
El mismo argumento mencionó el concejal Daniel Duque, quien justificó su negativa por la desconfianza que ha generado el gobierno de Daniel Quintero.
Por su parte la concejala Aura Marleny Arcila, coordinadora de ponentes, que votó a favor, expresó que no tomar decisiones o hacerlo a destiempo puede llegar a ocasionar pérdida de valor en la participación de las entidades estatales en sociedades, además de un retraso en el desarrollo de las comunidades.
¿Qué viene ahora?
A la Alcaldía y a EPM les queda jugarse una última carta: llevar la negación de la comisión primera a la plenaria del Concejo para que la iniciativa sea considerada de nuevo.
Según el reglamento interno del Concejo de Medellín, si la plenaria considera fundados los argumentos que dieron origen a la negación del proyecto, este se archiva. Por el contrario, si la plenaria decide que el proyecto sea nuevamente considerado, el presidente del Concejo remite el proyecto a una comisión permanente diferente a la que lo conoció para que surta de nuevo el primer debate.