Los domingos y días festivos no es difícil ver cocinas en las calles atizadas con leña en medio del pavimento al que, en muchos casos, los comensales no le ponen protección.
Pero estos ricos menús de la tradición paisa conllevan a costosos daños para el pavimento y el sistema vial, en especial de los barrios.
Según Carlos Alberto Muñoz, líder de Mantenimiento de la Secretaría de Infraestructura de Medellín, cuando sobre el asfalto se hace una quema y no se pone protección, origina unos huecos que con las lluvias y la humedad van creciendo.
Indicó que reparar un hoyo de estos de un metro de diámetro le cuesta al Municipio de Medellín entre 500 mil y un millón de pesos.
Muñoz manifestó que hay vías en los barrios que son repavimentadas y en cuestión de días están llenas de quemaduras producto de la cultura de los sancochos, hechos en la vía pública.
Advirtió que el problema es que como la mayoría de estos huecos se van formando en calles barriales y la prioridad de reparcheo son las vías más transitadas, entonces las reparaciones no se pueden hacer inmediatamente.
Explicó que el asfalto es muy endeble a la temperatura, porque es un fluido con unos hidrocarburos volátiles. “Son instalados a una temperatura que llega a los 120 grados, pero no aguantan un segundo calentamiento y prácticamente se funde cuando es sometido a estos fogones de leña”.
Además, comentó, cuando se pierde la resistencia de la superficie de la rodadura, los huecos que quedan, con la lluvia, se llenan de agua y la humedad lo va haciendo más grande, hasta que se forma un verdadero cráter.
En la actualidad en Medellín trabajan, de día y de noche, siete cuadrillas reparando los huecos de las vías. Tapar solo huecos le cuesta al Municipio, al año $1.200 millones.
Un sitio muy afectado por estos huecos es el costado occidental de la avenida Guayabal, entre calles 1 y 2.
Allí comentó una vecina hay algunos negocios que incluyen los fines de semana sancochos y fritangas, en la calle, para sus clientes.
La mujer indicó que por estas sancochadas se presentan constantes discordias ante los reclamos de los vecinos que viven en los segundos y terceros pisos, perjudicados por el ruido y la contaminación de humo que entra a sus hogares.
En la misma avenida Guayabal, pero con la calle 7, el domingo pasado encontramos a un joven, Andrés Román, haciendo sancocho en la calle. El hombre le puso una protección metálica al pavimento.
El muchacho dijo que utiliza el protector ante el buen estado del pavimento frente de su negocio y por eso busca no deteriorarlo aislado el calor con una lámina de hierro.