No queda ni la sombra del capo. Aunque algunos turistas van a fotografiarse en la casa donde fue abatido Pablo Escobar, no existe ni la más mínima señal que lleve a recordar este suceso en el inmueble, ubicado en el barrio Los Olivos, occidente de Medellín. En la fachada solo hay un letrero blanco con letras verdes que dice “Escuela de Español”.
La vieja casa, que en los noventa tenía solo dos pisos, fue sellada por la Fiscalía y abandonada por más de 15 años; poco a poco se convirtió en un basurero, y en ocasiones, según los vecinos, fue usada como refugio por indigentes.
En 2008 comenzó su remodelación y su fachada cambió radicalmente. Sirvió como vivienda hasta el año pasado, cuando se puso en arriendo y la tomó una academia llamada Colombia Immersion, que enseña español a extranjeros.
Cambio positivo
Para César Alonso Cardona, experto en imaginarios colectivos y docente de la Universidad de Medellín, la reinvención del lugar es positiva y considera necesario dejar un elemento histórico que no permita olvidar lo que pasó.
“Que quienes lleguen con el morbo encuentren algo que les cuente lo que allí sucedió, pero a la vez vean el cambio que ha tenido el inmueble que ya tiene otro uso, y así desestimular su asistencia”, propuso.
“La idea nuestra es que esta casa deje de ser un símbolo negativo, y lograr que los estudiantes que llegan aprendan sobre cómo se ha transformado la ciudad”, explicó Andrey Barrera, administrador de la escuela.
El docente Cardona sugirió, como ejemplo, el turismo en los campos de concentración alemanes como Auschwitz o Sachsenhausen, lugares que no hacen en ningún momento apología al poder de los nazis, sino que señalan los errores de toda una nación.
“Lo que siente el pueblo alemán es vergüenza. Incluso hay cátedras en los colegios donde los alumnos aprenden lo que ocurrió para que no se vuelva a repetir”, señaló Cardona.
El profesor de Eafit Mauricio Builes, que ha trabajado en temas de memoria histórica y huellas del narcotráfico, coincidió con Cardona y citó lo sucedido en Irlanda del Norte, donde hubo un conflicto nacionalista religioso que enfrentó en armas a dos bandos, y ahora los taxistas llevan a los turistas a visitar los murales que defendían cada posición.
Sin embargo, recalcó, hace falta rechazar en actos públicos la cultura mafiosa, y puso en evidencia la necesidad de crear organizaciones de víctimas. “Desde la institucionalidad esa debería ser la primera tarea”, dijo.
La escuela
La escuela atiende en promedio a 25 estudiantes a la semana, quienes reciben clases en cinco salones que fueron bautizados con nombres de barrios: Moravia, Trece de Noviembre, Ayacucho, La Sierra y Manrique.
“Nos interesa que tengan una inmersión total en la cultura colombiana, los llevamos a jugar tejo, a bailar salsa y cada semana hacemos una salida a una zona vulnerable de la ciudad para mostrarles que esos lugares también se están transformando”, expresó Johanna Henao, coordinadora de los estudiantes.
Cada vez que llega un nuevo grupo, en la academia les cuentan qué ocurrió en la casa, para evitar que se enteren por otros medios, a la vez que les aclaran que ni es motivo de orgullo y fue una época que causó dolor en toda la ciudadanía.
Hugo Bedoya, abogado del dueño y administrador del inmueble, vio con buenos ojos lo que sucedería con la casa, luego de haberse negado rotundamente a que Netflix usara el lugar para grabar algunas escenas de la serie Narcos.
“Apoyamos lo que está haciendo Colombia Immersion, porque ayuda a cambiar la imagen de la casa, de la ciudad y del país en el mundo”, aseveró Bedoya.
Apoyo de la comunidad
Aunque los vecinos se mostraron reacios cuando la escuela abrió sus puertas, aduciendo que no confiaban en extranjeros visitando una casa con esas connotaciones históricas, con el tiempo se volvieron amigos de la iniciativa.
Jaime Ramírez, edil de la comuna La América, manifestó que apoya el proyecto que estaría ayudando a borrar un estigma del barrio. Agregó que incluso desde la Junta Administradora Local habían pensado en que allí se instalara un centro cultural.
“Los curiosos van a seguir llegando, no solo allí sino a otros sitios de la ciudad. Pero cosas como las que están sucediendo en esa casa, de intercambio cultural, las tenemos que apoyar”, expresó el edil.
Por otro lado, la propuesta de la Alcaldía de Medellín de demoler el edificio Mónaco y construir en su lugar un parque en homenaje a las víctimas del narcotráfico, está sobre la mesa, cuenta con el apoyo de los vecinos, y solo espera una respuesta por parte del Estado, titular del inmueble.