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A Palmitas llega el progreso con el nuevo cable

Para la obra ya hay destinados $17.500 millones y hará justicia con un corregimiento que defiende la vida.

  • Estando ya tan cerca del centro de Medellín, San Sebastián de Palmitas es rural y centro de producción agrícola. Con los 4,1 km al túnel quedó a cerca de quince minutos. FOTOS donaldo zuluaga
    Estando ya tan cerca del centro de Medellín, San Sebastián de Palmitas es rural y centro de producción agrícola. Con los 4,1 km al túnel quedó a cerca de quince minutos. FOTOS donaldo zuluaga
  • A Palmitas llega el progreso con el nuevo cable
15 de noviembre de 2015
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La última persona que asesinaron en San Sebastián de Palmitas fue una señora de apellido Alcaraz, según recuerda Iván de Jesús Cano Pulgarín, campesino de este corregimiento de Medellín: “la mataron en las partidas para Ebéjico, no recuerdo bien el nombre, fue muy violenta la muerte”, relata este hombre de sesenta años, que trata de subsistir con un motocarro en el que transporta pasajeros entre las veredas.

Se trató de Alia Arely Muñoz Alcaraz, de 28 años, asesinada a cuchillo en su propia casa en un aparente crimen pasional el 14 de enero de 2014. Según Iván de Jesús, desde entonces, la vida en Palmitas ha cambiado.

“Llegó la Policía a la estación y ya no se ve violencia, eso fue en la época dura, cuando esta carretera (la vía vieja a Urabá) quedó sola porque hicieron el Túnel (Fernando Gómez Martínez)”, narra Iván de Jesús, también víctima de violencia.

“A mí me mataron a mi esposa y me dejaron solo con cuatro hijos, no sé ni cómo sobreviví con ellos, tenían 9, 10, 12 y 14 años, fue en el 2005, pero ya todo pasó, ahora solo pido que me dejen trabajar”, recuerda este hombre de mirada nostálgica, a quien, por caprichos de la Administración del corregimiento, no le dejan parquear su motocarro con tranquilidad como lo hace cualquier visitante del corregimiento. Algo extraño, de verdad, pues su vehículo, con el que se gana la vida con muchas horas de trabajo diario, no obstaculiza para nada el paso.

Pero esa no es la única amenaza para su trabajo. Los anuncios de que pronto se construirá un cable que irá de la zona urbana de Palmitas a la vereda La Aldea, le siembran más dudas y temores.

El proyecto, cuenta Tatiana Montoya Marín, presidenta de la Junta Administradora Local, JAL, de Palmitas, fue aprobado por la misma comunidad en una Jornada de Vida y Equidad en 2013.

“Esa vez se decidió destinar un presupuesto de $5.000 millones, pero sabíamos que era muy poquito para una obra tan grande”, admite esta joven mujer, que al terminar el año dejará de ser edil, igual que el resto de su grupo, pues acaba de ser elegida una junta nueva.

“No se podían destinar más recursos del Presupuesto Participativo, porque tocaba descuidar otras necesidades que hay acá”, añade su compañero David Osorio, vicepresidente de la JAL

Un premio a la vida

“Yo me gano la vida llevando gente a las veredas y una de ellas es La Aldea, me va mejor en semana que los domingos, porque los domingos hay mucha competencia, en semana no es tanto”, explica el viejo Iván de Jesús. Añade que aunque para La Aldea hay un teleférico, este lleva es carga y no es competencia para él, pero a paso seguido apunta que el nuevo cable llevará pasajeros y a él le tocará más duro.

“Entre más viejo está uno más problemas; de todos modos es bueno que llegue el progreso por acá”, reconoce este veterano luchador, a quien el tocó pedir hasta limosna para poder darles crianza a sus hijos.

Pero sus temores son ciertos. El metrocable de pasajeros para este corregimiento al Occidente de Medellín será realidad, pues aunque los $5.000 millones que había destinado la comunidad eran insuficientes, fueron el arranque para que la Alcaldía decidiera poner el resto de la inversión.

Lo confirmó el propio alcalde, Aníbal Gaviria Correa, en recientes declaraciones a EL COLOMBIANO.

“Palmitas nos merece un gran cariño y admiración por ese ejemplo de respeto por la vida, de comunidad pacífica. Allá hemos tenido, en el último cuatrienio, un solo homicidio, y fue por presuntos motivos pasionales”, dice.

Esas palabras fueron la antesala para anunciar que, como un premio al respeto por la vida del otro, para la obra se destinaron otros $12.500 millones, con lo cual se llegó a $17.500 millones.

El cable conectará la cabecera corregimental con la vereda La Aldea, uno de los centros poblados más importantes del corregimiento y que aunque cuenta con el cable estilo teleférico, este se usa básicamente para transportar carga.

Ya el Metro está al frente del proyecto. Los recursos están asegurados y es muy factible que el año que viene inicien obras. Por ahora se está analizando el sitio del corregimiento desde donde partiría el cable.

“Para muchos, la inversión en Palmitas puede ser desproporcionada, pero para nosotros representa más equidad”, comenta el alcalde de Gaviria Correa.

Que los reconozcan

Con San Sebastián de Palmitas -a la gente del lugar le gusta que se diga el nombre completo, Palmitas a secas les parece despectivo-, dicen los lugareños, hay una deuda social de muchos años.

“Contando las promesas que nos han hecho, se llega como a $30.000 millones, para una cancha, un gimnasio al aire libre, la biblioteca, vías, pero no se cumple”, sentencia Tatiana Montoya. Dice que como la comunidad no ve obras concretas, la emprende contra los ediles.

“A nosotros no nos ha faltado gestión, pero qué hace uno si le prometen y nada se cumple”, añade su compañero Diego Alonso Guerra Gutiérrez, también edil.

El intermediario de la Alcaldía en el proceso es el gerente de Corregimientos, Alberto Velásquez, pero para ellos es más el freno a sus peticiones.

“El gerente de corregimientos no nos sirve ni de intermediario, parece una figura decorativa”, sostiene Tatiana.

Con el funcionario quisimos hablar para esta nota pero no fue posible. No respondió las llamadas telefónicas. Se le envió mensaje por WhatsApp explicándole las razones y la importancia de hablar con él, pero solo leyó y no respondió nada más.

La corregidora, María Teresa Serna Guerra, tampoco dio declaraciones. No puede hablar con la prensa sin permiso de la Alcaldía.

Así las cosas, quienes no tragan entero son los ediles:

“Nosotros hacemos parte de Medellín y el área metropolitana, pero con dos peajes nos están estropeando la circulación al casco urbano. El de la parte de abajo (la conexión Aburrá-Occidente) que porque es una vía nacional; y el de arriba (la vía vieja al Occidente y Urabá) que porque es departamental”, recalca Diego Alonso Gutiérrez, edil.

“Eso no es equitativo ni justo”, recalca la presidenta Tatiana.

La situación la resumen así: una persona que estudie en Medellín debe pagar pasajes a $3.300 pesos por viaje en buses de Sotraurabá. O si tiene carro debe cancelar peajes a $7.400 a la ida y al regreso. Si está en Medellín después de las 6:30 p.m. tiene que tomar taxi, “o quedarse en hoteles o donde familiares, como hacen muchos estudiantes”, subraya Gutiérrez. Los que tienen clase en la universidad a las 6:00 a.m. deben tener moto, pues el primer bus sale a las 5:30, no les da para llegar a tiempo.

“La única obra importante que se ha hecho acá en los últimos años es una jornada de Medellín se pinta de vida”, comenta el edil Manuel Fernando Salazar. También mencionan un acueducto en el caserío La Chinita, que sirve a las veredas La Sucia y La Frisolera.

Pero necesitan con urgencia una unidad deportiva, pues los sitios de deporte y esparcimiento son escasos. Los enfermos de urgencia en las veredas viven situaciones iguales a las de los campesinos de pueblos alejados, pues no hay ambulancia que llegue a sacarlos y para colmo el centro de salud no recibe enfermos de urgencia, comentan.

Un nuevo resurgir

Aún así, Palmitas es un lagar tranquilo, frío, por cuyas calles, entre neblina, circulan campesinos de ruana y sombrero. Algunos van a caballo. Mientras en un bar suena la música de Darío Gómez, el párroco, Gildardo Rodríguez Betancur, dice que se quedará a vivir allí una vez se jubile después de 50 años de sacerdocio.

“Yo vine de Angostura (el pueblo del padre Marianito) y me enamoré de este lugar, la gente es muy querida y muy social y el clima es muy agradable”, sostiene. Con ocho años allí, entendió que es un lugar ideal para el sosiego: sin crímenes, sin violencia y una naturaleza encantadora que enamora hasta los jóvenes.

Entre estos, a Mayerly Correa y Manuela Areiza, de 14 y 13 años y estudiantes del colegio Héctor Rogelio Montoya y que no piensan, para nada, en irse a otra parte más central.

“Noooo, aquí uno vive muy tranquilo, sin violencia de nada”, dice la primera.

“Acá todo mundo comparte y es amable, en la ciudad eso no se ve”, añade Manuela sentada con su compañera una banca del parque.

El tiempo de San Sebastián de Palmitas llegó, a juzgar por los anuncios del Alcalde y por las obras que llegaron, como la apertura del tramo de 4,1 kilómetros de conexión al túnel, que lo dejó a quince minutos de la 80, mucho más cerca que barrios como Santo Domingo Savio o el 12 de Octubre; y por la nueva calzada y túnel del proyecto Mar 1 de Autopistas de la Prosperidad, que les abrirá oportunidades laborales en las obras y en los negocios que puedan instalarse en el corredor al Occidente.

Es el premio a una comunidad rural pacífica, tranquila y que ha esperado con paciencia las inversiones.

“Es que así uno sufra por pobreza, mejor que esto tampoco hay nada”, como dice Iván de Jesús Cano, el de la esposa asesinada, los cuatro hijos y el motocarro....

Infográfico
<p>Nuevo cable le</p><p>dará más vida y progreso a Palmitas</p>
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