Desde hace más de un mes empezaron a circular en redes sociales videos que anuncian un descubrimiento monumental, sublime, excelso, extraordinario; un hallazgo sin precedentes en el mundo, que parte en dos la historia de la geología, que redefine el conocimiento sobre ecosistemas subterráneos y el recurso hídrico de Colombia, del mundo entero.
Así, con palabras grandilocuentes y sensacionalistas, estos videos llevan semanas difundiendo una mentira no solo grotesca por su evidente mala intención, sino hasta peligrosa para el patrimonio geológico, hídrico y para decenas de comunidades antioqueñas que quedan a merced de los riesgos de la masificación de los bulos virales.
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El contenido en mención asegura que en Támesis, en el Suroeste de Antioquia, los científicos acaban de encontrar un supuesto río subterráneo de 440 kilómetros de longitud y que es el más grande del país y del mundo corriendo bajo tierra. De un largo video principal, los propagadores de esta elaborada mentira han sacado fragmentos de videos más cortos, pero básicamente con la misma historia. Con base en supuestas investigaciones científicas, el video asegura que los exploradores se sumergieron en el organal de San Antonio, una famosa formación en las montañas de Támesis, y descubrieron este monstruoso río custodiado por bellas y únicas paredes cavernosas, aguas cristalinas y nuevas especies de plantas alrededor.
El narrador utiliza lugares que efectivamente existen en Antioquia, como el mencionado organal que, de hecho, es el más grande de Colombia, y el sistema kárstico ubicado entre el Oriente y el Magdalena Medio. Pero lo hace con el fin de vender la historia falsa que terminó regándose como pólvora, al punto de que varias de las grandes autoridades científicas del país, así como el Servicio Geológico Colombiano (SGC) tuvieron que salir a pronunciarse y desmentir dichos videos.
El Servicio Geológico aclaró, en primer lugar, que un organal no es un río, sino un término que se utiliza en el departamento para describir “un tipo de cuevas por donde, algunas veces, fluye el agua de un río”. El SGC también indicó que este se forma por la erosión, meteorización y posterior acumulación de rocas. Lo cierto es que, hablando de organales, la entidad informó que en Colombia existen varios y que, en efecto, en Támesis se encuentra uno de los más grandes.
Natalia Uasapud Rodríguez, geóloga y doctora en recursos hidráulicos y quien es una de las personas que más saben sobre cavernas y sistemas kársticos en Antioquia, explicó que, para empezar, el término organal es demasiado local, es un término muy paisa –por decirlo así– y se refiere a acumulaciones de rocas que se dan principalmente en quebradas y depresiones, donde se genera una topografía abrupta e irregular en la que grandes bloques caen por efecto de la gravedad y debajo de esas rocas sigue circulando un cuerpo de agua que baja de las laderas. A veces, entre esos grandes bloques de roca, se forma un espacio suficiente para que las personas se muevan por allí y caminando bajo estas rocas observan riachuelos que en ocasiones se pierden y vuelven aparecer; por eso las personas las asocian popularmente a cuevas, sin que lo sean propiamente. Pero sí ofrecen un paisaje fascinante.
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La experta también aclaró que un organal nada tiene que ver con los sistemas kársticos, que están formados es por rocas solubles debido a la erosión del agua a través de cientos de miles de años y que albergan en su interior –un interior que a diferencia de un organal es muchísimo más amplio– ornamentaciones como estalagmitas o estalactitas, que les dan forma a las famosas cavernas como las que tiene Antioquia en Río Claro, entre el Oriente Antioqueño y el Magdalena Medio. En síntesis, de acuerdo con la explicación de la doctora Uasapud, el video mezcla burdamente peras con manzanas.
Ahora bien, Rodrigo Echeverri, uno de los guardianes del organal de San Antonio, que lleva años trabajando en la pedagogía y divulgación científica en torno a este atractivo natural de Támesis, explicó que un río subterráneo de 440 kilómetros equivaldría a que atreviese todo el departamento de Antioquia, lo cual resulta científicamente inviable con base en la evidencia con la que se cuenta actualmente. Además, añadió que aunque los organales de Támesis todavía tienen un amplio margen de investigación, entre lo que se sabe es que el agua que corre por el famoso organal de San Antonio, tal vez, superaría los 3 kilómetros, que probablemente podría llegar a 5 kilómetros sumando los otros cuerpos de agua que corren por debajo de los otros organales que se hallan por la montaña.
Gabriel Fernández López, miembro de la Asociación Espeleológica Colombiana y uno de los grandes exploradores de las cavernas de Antioquia, aclara también que ni siquiera en un contexto como el de las cavernas del NUS, en Caracolí, que son las más grandes de Antioquia, sería imaginable hablar de un sistema hídrico subterráneo de semejantes características. Basados en la evidencia y la cartografía disponible de este sistema kárstico, se han encontrado descensos de hasta 600 metros. De ninguna manera daría para encontrar un inmenso río en el cual se pueda bucear, como muestra el video valiéndose de material reciclado de otros lugares.
¿Cómo son las aguas subterráneas de Antioquia?
Gustavo Garzón, experto en geociencias, señaló que fue tal el desconcierto alrededor de esos videos que sus familiares y amigos empezaron a bombardearlo con este material pidiéndole información de qué tan cierto era. Apelando al espíritu científico, lejos de escandalizarse, lo que hizo fue revisar la evidencia científica mundial para responderles con elementos concretos ante el asombro por el supuesto hallazgo monumental.
Según Garzón, la literatura científica disponible ofrece investigaciones como las realizadas en Brasil, donde encontraron en 2011 que hay una masa de agua gigantesca bajo tierra que fluye en paralelo al río Amazonas, a través de unos 6.000 kilómetros de longitud, lo bautizaron río Hamsa, pero no existe consenso científico para llamarlo río, porque no se trata de un cuerpo hídrico que corre bajo el suelo, sino de enormes depósitos de agua que filtran las rocas.
Pero lo cierto, explicó Garzón, es que en nuestro país no existen estudios con hallazgos ni remotamente cercanos ni al “río” Hamsa ni a la mentira difundida en dichos videos. Pues los estudios de agua subterránea en Colombia no han ido más allá de los 200 metros y realmente faltan estudios muy especializados para conocer las características de los sistemas hídricos subterráneos de este territorio.
En el Valle de Aburrá, por ejemplo, luego de más de dos décadas de investigaciones, se sabe apenas que están identificados cerca de 1.000 pozos de los cuales se puede extraer agua de los acuíferos que están protegidos por las rocas que conforman el suelo del valle. El Área Metropolitana anunció apenas este año estudios para excavar a una profundidad de 150 metros para conocer más en detalle los tres grandes acuíferos que tiene su jurisdicción y que, según cálculos, podría abastecer a cerca de 400.000 personas.
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Garzón señaló que ojalá una confusión de estas sea la oportunidad para recibir financiación para adelantar por fin los estudios pertinentes que permitan conocer la riqueza hídrica subterránea del país, que se estima es grande.
Rodrigo Echeverri señaló que después de que estos videos se hicieran virales quedó entre la comunidad una enorme preocupación de que desaten un turismo de masas, además motivado por una expectativa completamente falsa. Echeverri explicó que la propia comunidad en Támesis ha acordado que para preservar el organal de San Antonio, que además tiene una importante huella arqueológica, no están interesados en un turismo masivo sino en uno a muy baja escala y solo de carácter pedagógico. Por eso, hasta ahora, han destinado solo el 1% de la extensión del organal para recorridos turísticos y ampliarlo un poco más para que la academia haga sus investigaciones.
La zozobra no es gratuita. En medio de esa mescolanza de los propagadores del bulo involucraron hasta a Urrao, al punto que la propia administración del municipio tuvo que aclarar por todos los chats institucionales y comunitarios que no existe ningún río subterráneo gigantesco en el municipio, ni cavernas profundísimas ni nada por el estilo, ante el temor de que comenzaran a llegar olas turísticas buscando el supuesto paraíso descubierto.
Manuel Martínez Cortés, geólogo y experto en ambientes subterráneos, señaló que le han hecho seguimiento a este tipo de contenido y han concluido algunos patrones que utilizan: música épica, títulos espectaculares, tomas llamativas, palabras emotivas y exageradas por parte del narrador, combinadas con términos científicos que hacen darle supuesta legitimidad. También emplean inteligencia artificial para recrear los supuestos paisajes. Todo esto, dice el investigador, tiene un objetivo claro y es monetizar contenido falso valiéndose de un elemento muy elemental de las personas: la curiosidad. Esta información malintencionada que falsea hechos científicos, los exagera, los inventa y mezcla cosas, busca, en esencia, ganar masificación mediática.
El problema, recalcó Martínez, es que tienen credibilidad. En los videos difundidos se ven cientos de comentarios de personas que agradecen a Dios por vivir en un departamento con tantas maravillas naturales como Antioquia, aseguran a tal punto de engaño haber visitado lugares así y hasta le meten política, señalando que al conocerse esta noticia inmediatamente el Gobierno Nacional “privatizará” el río o las multinacionales le pondrán el ojo.
Decenas de cuentas en Instagram y TikTok dedicadas a hablar de lugares turísticos han replicado la historia también falseando y acomodando datos, hechos y lugares, aprovechando que el contenido de tipo turístico es uno de los más buscados en todo el planeta y que genera millones de interacciones.
Al final, toda esta historia se enmarca en una problemática mayor que, por ahora, desborda a las autoridades. Ya las corporaciones ambientales, en un reciente reportaje de EL COLOMBIANO sobre los estragos del turismo masivo en ecosistemas de Antioquia, contaron cómo en varias zonas del departamento –en el Norte, Suroeste, Oriente, Magdalena Medio y Urabá– se han masificado decenas de destinos turísticos valiéndose solamente de recomendaciones virales que deforman o exageran las supuestas bondades de dichos lugares y cientos de comunidades han terminado padeciendo problemas de todo tipo: ambientales, de seguridad y hasta amenazas de operadores externos a las zonas, en su mayoría de Medellín y hasta de otros países.
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