Bajo el picante sol de Medellín a mediodía del sábado pasado se levantaron por primera vez los toldos, simétricos, del Mercado de Sanalejo en la Plaza Botero del Centro de la ciudad; espacio que será el hogar provisional de 339 artesanos durante el primer sábado de cada mes, como ya es tradición desde su fundación en 1972, hace 47 años.
Ahora, el Palacio de Cultura y las aclamadas esculturas del maestro antioqueño, serán rodeadas por los orfebres, los artistas, las plantas y las antigüedades que serán exhibidas ante el público local y turista que desee comprar.
Los artesanos deberán permanecer allí durante ocho meses, tiempo que estimó la Alcaldía de Medellín tardarán los trabajos de remodelación del parque Bolívar, el escenario donde se ha escrito la historia del Sanalejo desde su gestación hasta hoy.
“Tenemos expectativa porque esta Plaza es un lugar donde vienen muchos turistas. Vamos a ver cómo nos va”, dijo Augusto Vásquez, quien ha dedicado su vida al comercio de productos artesanales a base de técnicas naturistas.
Vásquez hace parte del Sanalejo desde su primera edición, en el 72, cuando el negocio estaba en auge y gracias a las ventas de un solo día sobrevivían un mes. Hoy el panorama es distinto: “Ahora sobrevivimos día a día con las ventas de cada jornada”, dice el comerciante.
Sin embargo, la Plaza Botero promete dar un nuevo aire que oxigene la economía de los productores, y con ello, la tradición, que no quiere perder su identidad.
Arraigo cultural
“El Sanalejo fue perdiendo identidad con el tiempo por las malas administraciones, pero el objetivo es volver a rescatar la memoria del mercado”, relató Nicolás Cardona, quien desde hace 30 años vende allí joyas que fabrica con piedras exóticas.
Cardona denuncia que, con el tiempo, se infiltraron personas en el mercado, “haciéndose pasar por artesanos cuando en realidad su mercancía no era más que artículos chinos que compraban en el Centro para revender”.
“Sanalejo para mí es memoria, es un reencuentro de saberes, que sigue siendo un baluarte y patrimonio de la ciudad”, relata Cardona.
Parecido piensa Luisca Parra, un estudioso del arte étnico africano que comercia sus esculturas talladas en madera, plata y oro golfi, desde hace ya 28 años en el mercado.
“Hubo una especie de desconocimiento de la gente sobre lo que era la artesanía. La idea del Sanalejo es que cada quien sea creativo y fabrique lo que exhibe”, explicó.
Parra contó que ahora la Alcaldía realiza un proceso de curaduría, en el que se visitan los talleres para revisar la autenticidad y que sean verdaderos productos artesanales.
Turismo responde
Caminar por Plaza Botero durante el Sanalejo es recorrer un lugar lleno de vida y color. Músicos de cuerda ambientan la calurosa atmósfera típica del Centro.
El primer día del mercado en el nuevo sitio, hubo olor a incienso, a cuero y café. Quienes visitaban el lugar para tomarse una foto con Los Gordos de Botero, también encontraron una propuesta cultural diferente, pero tradicional de la ciudad.
“Es muy bello, me gusta la arquitectura y es bueno ver que privilegian el arte local. Estamos aquí desde hace tres días y me agrada mucho”, opinó Philippe Cardozo, turista que llegó desde Brasilia, capital del gigante suramericano.
En el viaje lo acompañó Giovana Aguiar, también brasileña, quien comparó el ambiente con otros eventos parecidos en Brasil. “Los edificios alrededor, la feria, la gente, muchos vendedores pasando todo el tiempo”, dijo .