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“La gente espera que el líder enseñe, yo pienso que es al contrario”

En diálogo con EL COLOMBIANO, el director Andrés Aguirre explica las razones de su retiro del Hospital Pablo Tobón Uribe tras 38 años, y reflexiona sobre la situación del sector salud en Medellín.

  • Andrés Aguirre en su oficina, en donde permanece colgada una imagen de Pablo Tobón Uribe.
    Andrés Aguirre en su oficina, en donde permanece colgada una imagen de Pablo Tobón Uribe.
  • El doctor Andrés Aguirre, director por 22 años del Hospital Pablo Tobón Uribe. FOTO: Jaime Pérez Munevar.
    El doctor Andrés Aguirre, director por 22 años del Hospital Pablo Tobón Uribe. FOTO: Jaime Pérez Munevar.
21 de agosto de 2022
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Andrés Aguirre cruzó por primera vez las puertas del Hospital Pablo Tobón Uribe un 9 de abril de 1984. Luego de pasar por un angustiante período, en el que pese a ser un estudiante con una impecable hoja de vida, fue rechazado por varias instituciones a raíz de la filiación política de su padre y su abuelo, Aguirre pudo dar los primeros pasos de su carrera como médico general de ese hospital.

En aquella época, cuando la institución era dirigida por el médico Hernán Darío Vélez, el lugar era todavía un centro de atención pequeño, con poco más de 14 años de funcionamiento. Tras haber sido creado como una fundación en 1955, con una porción de la herencia dejada por el empresario Pablo Tobón Uribe (fallecido en 1954), la institución había nacido con el objetivo de llenar los vacíos en el sector de la salud de Medellín, aún de un bajo nivel de complejidad comparado con otros lugares del mundo.

Desde aquel abril de 1984, Aguirre ha sido uno de los testigos del camino transitado por el hospital para pasar de ser un centro de atención pequeño a uno de los más importantes del país, acreditado con las más altas calificaciones por instituciones como la Joint Comission Internacional y el Icontec. Así mismo, la clínica tiene una capacidad de 550 camas de hospitalización, 56 camas tipo UCI y uno de los servicios de pediatría más avanzados de la región.

En total, según precisa, han transcurrido 38 años desde su llegada al hospital, 22 de ellos como director. Un periodo que también ha estado lleno de vicisitudes, que van desde varias crisis financieras, hasta el manejo de la crisis de salud pública más importante de la historia reciente desatada por el coronavirus.

Pese a ser uno de los líderes más importantes del sector salud tanto en la ciudad como en el país, el pasado 11 de agosto Aguirre hizo pública su decisión de retirarse de la dirección del Pablo Tobón. En diálogo con EL COLOMBIANO, el médico hace un repaso de su vida en el hospital y reflexiona sobre la situación de la salud Colombia.

¿Cómo recuerda su ingreso al hospital hace 38 años?

“Cuando llegué en 1984 y trabajé como médico general, el Pablo Tobón era un hospital pequeño, de no alta complejidad, pero que ya tenía muy bien cimentada una cultura de servicio, un profundo respeto por las personas.

El hospital nació con un lema que era ‘Un hospital donde algunos dan más pero ninguno recibe menos’. En aquel tiempo no existía la ley de seguridad social y el hospital tenía un servicio que en ese momento se llamaba de pensionado, que permitía tener unos excedentes para poder subsidiarle la atención a personas de bajos recursos económicos.

Pero en el año 93 llega la ley 100, empieza a crearse todo este sistema en el que había unos aseguradores que respondía por el dinero y quisimos que el hospital, que es de la comunidad, repensara su responsabilidad social”.

¿A qué obedece su decisión de abandonar la dirección?

“Debo agradecerle a la junta por reconocerme y apoyarme. Cuando comencé a expresar mi deseo de retirarme me pidieron que les diera un tiempo para formar a las personas. Creo que uno debe irse en el ‘menos peor’ de los momentos, cuando la gente aún diga que uno tiene cosas para aportar.

Hoy estoy sano, en una vida deportiva, de lectura, de música y a eso voy a dedicarme y a seguir haciendo reflexiones. Porque he aprendido a hablar de liderazgo, de transformación en la cultura y quien me busque voy a ofrecerle eso”.

¿Que balance hace tras 22 años en la dirección del hospital?

“Quedan muchas cosas, todas las hace el grupo humano del hospital. Yo siempre seguiré insistiendo que el director brilla por su orquesta y que todo esto es un caminar con un grupo humano que ha mostrado todo el compromiso y toda la voluntad. A veces uso un concepto que se me ocurrió, lo llamo pedagogía inversa. Normalmente la gente espera que el líder es el que enseñe y yo pienso que en mi vida ha ocurrido lo contrario. He recibido, a pesar de que lidero el hospital, muchas enseñanzas de la gente que me ha hecho crecer y por eso lo llamo la pedagogía inversa”.

Hace un instante usted mencionó que cuando ya estaba en el área administrativa del hospital le tocó en el 93 la llegada de la ley 100. Usted ha sido una de las voces que ha alertado sobre las deudas que las aseguradoras le dejan a los hospitales. Recientemente reapareció la discusión sobre reformar el sistema de salud, ¿cómo concibe ese debate?

“La ley 100 es un salto muy importante en la concepción del derecho a la salud en Colombia, porque hasta antes de ella la salud se podría definir como un concepto de recompensa social. Dependiendo de la escala en la que usted estuviera tendría acceso, si es que lo tenía, a diferentes instituciones.

La ley 100 cambia ese concepto por el derecho a la salud y es bonito, porque ya, independientemente de la escala que usted ocupe, tiene un derecho a un seguro de salud. Eso hay que reconocérselo a la ley 100, el gran salto de la cobertura del aseguramiento. Pero sucede también que no basta con tener cobertura de un seguro de salud y ahí empezamos a tener una dificultades”.

¿Que tipo de dificultades, por ejemplo?

“El acceso de salud en Colombia no es igual, no es equitativo. No es lo mismo la red de prestación de servicios que tenemos en las grandes ciudades comparada con la de poblaciones más pequeñas y dispersas. Esa población está asegurada, pero no tiene un real acceso.

Y habría que avanzar hacia otro concepto y es el acceso con calidad. Uno puede estar en una institución hospitalaria, pero esa institución no tener las capacidades para resolver el problema de salud y ahí es donde Colombia tiene que revisarse. Además, también ha ocurrido otra cosa y es que ha habido unas, debo llamarlas, malas prácticas de los agentes”.

El doctor Andrés Aguirre, director por 22 años del Hospital Pablo Tobón Uribe. FOTO: Jaime Pérez Munevar.
El doctor Andrés Aguirre, director por 22 años del Hospital Pablo Tobón Uribe. FOTO: Jaime Pérez Munevar.

¿En qué consiste eso?

“En que no basta que un sistema esté bien diseñado. A mí me gusta poner el ejemplo de un avión. Un avión puede estar bien diseñado, pero si el piloto y la tripulación no lo manejan adecuadamente el avión se va a estrellar. Aquí también, desafortunadamente, ha habido unas malas prácticas de los operadores del sistema.

Todos conocemos los tremendos casos de corrupción, cómo se roban recursos, como se adulteran medicamentos, cómo aseguradores han desviado los recursos, se han liquidado y han dejado esa gran cantidad de deudas impagas, debilitando a los hospitales. Esto es muy triste y Colombia tiene que pensar como crear unos fondos de garantías para evitar que en el caso de una quiebra de estas los hospitales no terminen absorbiendo esas deudas”.

¿Considera entonces que deben implementarse cambios?

“Hay una serie de cosas que sí deben ser modificadas, unas que dependen del comportamiento de los agentes y otras que dependen del diseño del sistema. El sistema tiene que ser más fácil para la gente, no ponerle trabas administrativas y no generar barreras de acceso, como las que vimos en la pandemia.

Según le entiendo, usted plantea que deben hacerse cambios pero no una reforma estructural...

“Los sistemas tienen que evolucionar. Eso pasa normalmente. Este es un sistema que debe conservar lo bueno que tiene y hacer las mejoras como facilitar los trámites, volcarse más a las personas, evitar malas prácticas Pero no estaría de acuerdo con una política de tierra arrasada, volver a empezar de cero. Eso tampoco es bueno, porque destruye un montón de capacidades que hoy se tienen. Otra tarea pendiente es darle más importancia a la salud pública, porque el sistema nuestro es de aseguramiento individual, pero vimos que la pandemia es un fenómeno público. El sistema no puede simplemente obedecer a las leyes del mercado.

Ya usted aborda el tema de la pandemia, que puso bajo mucha presión a la red hospitalaria. ¿Qué balance hace de este periodo?

“Debo empezar expresando mi admiración por el sector hospitalario colombiano, la capacidad de adaptación y la rapidez con la que se ajustaron distintos servicios. Porque no era solamente ampliar cuidados intensivos, era cerrar otros servicios, capacitar a las personas y la verdad es que el sector hospitalario respondió de una manera admirable.

Pero también debe resaltarse un tema sobre el que no ha habido la suficiente consciencia y es que la pandemia mostró la enorme tensión y deterioro de la salud mental del personal de la salud, por muchos factores. Por ejemplo, en el hospital de cada 100 personas 82 son mujeres y ellas iban a cuidar a los pacientes cuando ellas a su vez no tenían quien les cuidara sus seres queridos. En el hospital emprendimos acciones para subir el nivel de bienestar, pero debo decir que no veo un real apoyo de muchos agentes para reconocer ese trabajo, apoyarlos y mejorar las compensaciones”.

Y frente al panorama general, también hubo problemas por los confinamientos...

“Yo creo que excesos de recta intención. Hubo autoritarismo, no solo en Colombia sino muchos países. También creo que queda la reflexión de pensar cómo somos capaces de cambiar comportamientos del autocuidado de la gente. Nos falta eso para dejar tanto autoritarismo y lograr que la gente sea la que cambie los estilos de vida.

Creo que Colombia lo hizo bien, pero quedan aprendizajes a todo nivel, tanto personal como gubernamental. El balance final es satisfactorio y también hay que reconocer la tarea del exministro de salud Fernando Ruiz y el liderazgo del gobernador Aníbal Gaviria, para poner en el mismo sentido al sector público, privado, aseguradores, prestadores, porque esto trascendía a las instituciones individuales”.

Con base en este panorama, que mirada le da al futuro del hospital y de la red de salud de la ciudad, ¿qué retos quedan en el tablero?

“Medellín tiene unas instituciones muy sólidas, ha sido reconocida como una ciudad donde se prestan servicios de salud de muy alta calidad. Hay que seguir avanzando en temas de coordinación, por ejemplo en la red de urgencias, para que un paciente sea llevado rápidamente a la institución adecuada. En eso países como España nos llevan años luz.

También debemos pensar en los servicios de pediatría y de obstetricia. Le hemos dicho tanto al gobierno local como al departamental que necesitamos que ayuden a cambiar políticas públicas que incentiven la apertura y la sostenibilidad de estos servicios, al igual que a los aseguradores.

¿Y en el caso del Pablo Tobón?

En el caso del hospital queda una filosofía sembrada, yo siempre he dicho que lo importante de una institución no es quién la dirige, sino hacia donde se dirige. Lo importante no es el director sino la dirección y que todo el mundo participe en esa dirección, que lo sienta de corazón, que lo quiera hacer y que ponga todo el compromiso para hacerlo. Lo debo volver a decir, a mí la gente del hospital me ha hecho brillar y si yo hoy tengo un lustre, eso se lo debo a la gente”.

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