Celdas, lo que se dice celdas, no son. El área que le corresponde a Ámarok no tendrá menos de 10 metros de ancho, pero sí una profundidad cercana a los 500 metros, que es más o menos, restando zonas de recepción, la extensión que tiene el Colorado Wolf and Wildlife Center (Cwwc) desde la Autopista 24 hasta Twin Rocks Road. Por eso es que a ese lobo, el mismo que hace tres años estuvo en Medellín, no se le ve sino cuando suena un silbato que anuncia la hora de la comida.
El espacio que comparte con Koda, una loba del ártico que lo acompaña, no se compara con la reducida área que tenía en el Zoológico Santa Fe, desde el cual partió el 25 de abril de 2017, luego de pasar por un proceso de recuperación en este lugar y de completar los trámites para que pudiera ser trasladado hasta el santuario ubicado en el oeste de los Estados Unidos.
Stephanie Chalarca lo conoció en 2016, cuando estaba 10 kilos por debajo de su peso ideal. Corantioquia lo había rescatado en el corregimiento de Pueblo Viejo, en La Estrella, el último día de 2015. El diagnóstico fue desconsolador: un cuadro de desnutrición y estrés. Pese a esto, el hecho de que un lobo apareciera por estas latitudes causó curiosidad en la gente, lo que lo convirtió en una celebridad.
A la par que los visitantes aumentaban en el zoológico atraídos por Ámarok, bautizado así por un ser de su especie gigantesco y solitario de la mitología esquimal, Stephanie hacía planes para ir a estudiar con una beca a Colorado, donde tiene familia, sin la menor idea del cruce de acontecimientos que ocurrirían.
Los genes del lobo
El color de sus ojos fue una de las señales. En cualquiera de las variedades de su especie el tono no sale de la gama del amarillo, el ámbar y el marrón. Ámarok los tiene un poco más verdes. Fue por eso que el 15 de abril de 2016 llegaron las pruebas definitivas desde el laboratorio genético de la Universidad de California: más del 75 % de su sangre es de lobo (Canis lupus albus), pero el restante es de perro.
Esto, además de ubicarlo como híbrido y según la ley colombiana en la categoría de fauna silvestre, también impide buscar su reproducción y que pueda ser liberado en una zona con animales salvajes, pues correría peligro.
El carácter del lobo no era agresivo con los humanos. Jonathan Álvarez, veterinario del zoológico Santa Fe, comentó que más bien era tímido, asustadizo y les costó meses encontrar la dieta indicada.
Aunque pensaron en dejarlo en la ciudad, y así lo pedían los visitantes, Álvarez explicó que sabían que Ámarok necesitaba una manada y la búsqueda de un mejor hábitat comenzó luego de recibir los resultados de laboratorio.
“No fue fácil. Encontramos refugios animales que no estaban interesados, otros nos decían que debíamos pagar una cuota de manutención, hasta que logramos conseguir a estas personas en Colorado que se entusiasmaron y vinieron a Medellín para conocerlo”, reveló el veterinario.
Despedida
El 7 y el 12 de abril de 2017, días antes de la partida, el zoológico preparó un evento nocturno para despedir a Ámarok. Stephanie recordó que a los visitantes les dijeron que lo llevarían al Cwwc, justo en el mismo Estado donde quería estudiar y prometió visitarlo cuando obtuviera la beca.
El evento se llamó “Aullidos de lobo, de regreso a casa”. La ciudad tuvo esa oportunidad de decirle adiós a un animal que ya era emblemático. En esa despedida también estuvo Darlene Kobobel, la bióloga que fundó el refugio en Colorado en 1993. Había llegado a Medellín para hacer el empalme antes de partir con el nuevo inquilino de su centro.
Quienes asistieron pudieron escuchar, entre otras cosas, que Ámarok fue víctima de tráfico ilegal de fauna, pues aunque no se hallaron directos responsables, se presume que fue importado a Colombia desde un criadero mexicano, aprovechando que cuando era cachorro podía ser confundido con facilidad con un pastor belga, por ejemplo. Para el viaje del ciudadano ilustre, recordó Álvarez, en el zoológico tuvieron que acostumbrarlo por un mes al guacal en el que volaría. Ese fue el último entrenamiento que recibió antes de partir a su destino feliz.
Capítulo final
Stephanie obtuvo la beca para estudiar en Colorado en 2018, pero esa costumbre tan humana de aplazar los deseos retrasó su visita al Cwwc hasta el 12 de mayo pasado, aprovechando la reapertura del centro luego de un cierre por la pandemia de la covid-19.
Una semana antes había reservado su entrada por Internet. Pagó 25 dólares por el recorrido que incluía el plan de alimentar a los lobos y partió desde Denver con su novio, recorriendo 158 kilómetros que separan a la ciudad del refugio animal, ubicado cerca del centro poblado Divide.
Allí se encontró de nuevo con Kobobel, quien fue la guía del grupo. Como en el lugar también hay coyotes y zorros, la bióloga explicaba particularidades sobre estas especies, pero Stephanie solo pensaba en el momento de llegar a donde estaba Ámarok.
La celda del lobo, que de nuevo es más un lote que una celda, era la penúltima. Ella se fijó en el cartel donde aparecía el nombre mitológico junto al de Koda, pero ninguno estaba a la vista. Kobobel tocó el silbato y del bosque salió el portentoso animal de casi 40 kilos, que en poco se parecía al esquelético ejemplar recuperado en La Estrella. El negro sin brillo de su pelaje ahora era un azabache que relucía a la distancia.
La bióloga contó la historia de Ámarok. También sobre su primera nevada, en la cual se revolcó en el suelo de contento, sorprendiendo a los trabajadores del centro por la rapidez con la que avanzaba su adaptación, aunque claro, hubo procesos que fueron más lentos y todavía se le dificultan un poco, como aullar.
Stephanie pudo darle de comer, tocar su pelo grueso pero suave al tacto, y así sentir que, literalmente, el lobo ahora irradia felicidad por cada poro. En Medellín el animal fue emblemático y ahora hace lo propio como un ícono del refugio.
Para esta despedida, que era distinta, el grupo de visitantes se llevó las manos a la boca para amplificar la imitación de un aullido y los lobos respondieron el llamado. Antes de marcharse, Stephanie pasó por la tienda de regalos para comprar una postal y una bolsa de café con la cara de Ámarok. Al salir del centro tuvo una certeza: el destino del lobo merecía ser contado.
La hipopótama más querida en el Parque Temático Hacienda Nápoles
Vanesa, de 14 años, es la consentida del Parque Temático Hacienda Nápoles, ubicado en el municipio de Puerto Triunfo. Ella es la razón por la cual llegan muchos visitantes a este sitio. El director del lugar, Óscar Orozco Montoya, explicó que la hipopótama nació allí, pero fue excluida por la manada, por lo cual se habilitó una hectárea, que incluso cuenta con un lago, para que pudiera vivir tranquila. “Desde pequeña dormía con en el campamento de los trabajadores y se volvió social. Tuvimos que recurrir a biólogos y veterinarios para conseguir la manera de alimentarla, con leche que fuera muy similar a la materna y así lo hicimos por cinco años”, contó. En el resto del parque hay al menos otros 50 de su especie, y fuera de este alrededor de 35, calcula Orozco. Aunque es social, no ha perdido su instinto, por eso los visitantes la pueden ver a través de una barrera. Descubrieron que darle mucha zanahoria le produce cólicos, entonces ahora dosifican este alimento para evitar que se enferme. “Devolverla al África no es opción, así nos lo dicen expertos, pues ya varió genéticamente al igual que los otros hipopótamos y eso no garantiza su supervivencia”, aseveró el director. Sobre los animales que están sueltos, en la actualidad hay un debate, porque estudios científicos apuntan a que están alterando el ecosistema, por lo cual se avanza en esterilizar a los machos, pero se habla de autorizar su caza o sacrificar ejemplares debido a su rápida propagación. En Colombia, el hipopótamo es considerado una especie invasora.
El león rescatado de las garras del criminal “Macaco”
De una vereda en Cáceres, Bajo Cauca antioqueño, fue rescatado un león que languidecía en una jaula. Era 2009 y se surtía el proceso de extinción de dominio de los bienes del exjefe paramilitar Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”, que un año antes había sido extraditado a los EE. UU. El león tiene sus leyendas, o al menos así lo afirmaron en la época pobladores de la zona donde vivía encerrado, pues decían que era la fiera que atemorizaba a los enemigos del criminal y que la dieta del felino estaba constituida por la carne de las víctimas asesinadas por orden de su dueño. Lejos de esa realidad, el león fue rescatado y ya lleva 12 años en el Zoológico Santa Fe de Medellín. Se estima que tiene 16 años y su expectativa de vida podría alargarse otros nueve. Ahora se llama Nené, y desde que llegó comenzó a adaptarse a su nueva vida, acompañado por dos leonas. Jonathan Álvarez, veterinario del lugar, reveló que aunque ya está operado, alcanzó a tener cinco cachorros que fueron enviados a otros parques. “Liberarlo es imposible, porque no es una especie nativa y eso podría alterar el ecosistema. Además, enviarlo a algún refugio en otro continente es complejo porque si con el lobo Ámarok ya lo fue, con Nené sería más difícil y no hay buenos antecedentes”, dijo. El veterinario se refiere a 33 leones que en 2016 fueron incautados de circos en Perú y Colombia, luego los trasladaron a Sudáfrica. Un año después, paradojas de la crueldad humana, dos fueron decapitados por tribus de dicho país; y otros dos murieron por una toxina para la cual no tenían defensas.
La bisonte que llegó al zoológico como obsequio de un circo
Hace seis años, la Corte Constitucional declaró exequible la ley que prohibe los animales en los circos; sin embargo, 18 años antes, en 1996, uno que provenía de Cali armó carpa en Medellín y anunciaba un show con bisontes americanos. Eso lo contó el veterinario Jonathan Álvarez, que trabaja en el Zoológico Santa Fe, entidad a la que le fue obsequiada Rosita cuando ya tenía edad adulta, y que se estima que hoy en día puede tener alrededor de 26 años. Ella llegó a hacerle compañía a Jacinto, otro de su especie que estaba en cautiverio en la ciudad y que ya murió. De las ocho crías que tuvo, menos una, todas fueron enviadas a otros zoológicos, en Bogotá, Barranquilla y Cali, por mencionar algunos casos. Su longevidad incluso fue de interés de un laboratorio en Europa, que estaba llevando a cabo un estudio genético y al que hace dos años desde Santa Fe enviaron muestras de pelo, porque es curioso que su especie sobrepase los 20 años. “Es muy querida en el parque, vive con su hijo Miguel (que pesa 700 kilos, el doble de ella) y todo el tiempo tiene cuidados y procesos, al igual que otros animales exóticos, para que no se estrese y cambie de rutinas, porque lo ideal, claro, no es que estos animales estén encerrados, pero dadas las condiciones tenemos que trabajar para conservarlos”, explicó Álvarez. Rosita tiene un carácter tranquilo y, por su avanzada edad, cada vez es menos activa, pero vive con la placidez de quien no está obligada a hacer piruetas para divertir a la gente.